El Mayor Crimen, por Carlos M. Montenegro

Por todos esos niños
Según la reconocida experta en nutrición, Susana Raffalli, asesora de Caritas Venezuela: “la desnutrición hasta 5% es grave, pero manejable. Entre 5 y 10% es situación de alarma y es momento de investigar. Pero al superar el 10% ya el marco internacional dice que está en una crisis humanitaria y se deben destinar recursos extraordinarios para que estos niños no se mueran. Cuando se llega al 15% se trata de emergencia humanitaria”.
No debe confundirse desnutrición con malnutrición. La desnutrición es un estado patológico de múltiples niveles de gravedad con distintas manifestaciones clínicas causadas por la ingestión deficiente de alimentos en el organismo especialmente por falta de calorías y proteínas, mientras que la malnutrición es un problema debido a malos hábitos en las comidas causando deficiencia, exceso o desbalance de nutrientes necesarios para el organismo, como calorías, vitaminas, yodo o hierro, entre otros.
Según un informe de Unicef de 2011, la desnutrición daña a las personas, tanto mental como físicamente. Cuanto más desnutrida está una persona más consecuencias negativas va a tener para su salud.
El periodo más susceptible del sistema nervioso para ser afectado por desnutrición abarca desde la mitad de la gestación hasta los dos primeros años de vida, periodo en el cual el cerebro alcanza un crecimiento estimado en una 7ª parte durante el periodo prenatal y las 6 partes restantes durante el posnatal.
Los niños necesitan más alimentación que un adulto al encontrarse en época de crecimiento, por ello son un grupo tan propenso a desnutrirse. Las secuelas son múltiples y muy dañinas para los adolescentes, adultos y ancianos, pero especialmente críticas para los niños, incluso desde el vientre materno.
La desnutrición aguda puede ocasionar daño cerebral permanente, y sus consecuencias son muy diversas, puede causar mareos y fatiga, bajo peso y crecimiento deficiente; genera problemas gastrointestinales, reduce el sistema inmunológico y produce un terrible mal que en determinados estratos sociales suele pasar desapercibido y debiera dársele asaz atención por su fatal irreversibilidad.
Se trata de que la desnutrición temprana y sostenida desde la infancia, puede afectar su capacidad de aprender. Si el cuerpo de un niño no está bien atendido y alimentado, su mente tampoco estará en forma para desarrollar debidamente procesos cognitivos como la memoria, la atención, la planificación, el lenguaje, la percepción o la detección y solución de problemas. Su probable consecuencia es que padecerá de idiocia, será una persona de escasas luces de por vida. Desconsuela, pero fatalmente ese puede ser el resultado.
Según un estudio de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO): “una niña desnutrida tiene, de adulta, un 30% más de probabilidad de parir niños desnutridos, que sus pares sanas”. Asimismo madres que padecen anemia o descalcificación tendrán más dificultades en el parto y traerán niños de bajo peso.
Afortunadamente, la desnutrición infantil es prevenible y pueden sortearse con cierta facilidad muchas rémoras sí se identifica a tiempo. En Venezuela hace varios años que este problema es conocido por todo el mundo.
La alarma sonó, al menos a los que sabíamos poco sobre el asunto, cuando hace unos pocos años en calles y avenidas de todo el país, vimos personas grandes y niños escarbar en bolsas y pipotes de basura buscando restos de comida.
A ese tipo de hambre nunca se había llegado aquí, para nosotros eran imágenes de noticieros sobre África; pero a cualquiera con un dedo de frente y unos gramos de sentido común la cosa estuvo clara: el hambre había llegado a Venezuela y todos los ciudadanos vemos como aumente día a día.
Por eso sorprende que aquellos que saben fehacientemente y en cuestión de un rato, gracias a su eficaz servicio de inteligencia quién pone “drones” con bombas que explotan y de parte de quién y así lo declaran públicamente, asombra, repito, que no se hayan enterado aún que en el país que regentan se está cometiendo el mayor crimen de todos en niños nacidos mientras ellos mandan, o mejor, dictan, y que en el futuro inmediato serán, por el camino que llevan, en un gran porcentaje insuficientes mentales y posiblemente también sus hijos.
Pero, si sí están informados, cosa probable, habrá que añadir alevosía como circunstancia agravante al crimen que están cometiendo. Así de simple.
Y si me permiten una leve digresión, cambiaré de tercio para recordar que el 17 de julio de 1998 se aprobó el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, suscrito por Venezuela; fue cuando se definieron por primera vez en un tratado internacional los crímenes de lesa humanidad (lesa viene del latín laesus, ofendido).
Me remitiré a un unos párrafos de un par de artículos de ese organismo, al que Venezuela pertenece de pleno derecho, que establecen conceptos inobjetables. En los artículos 5º y 7º del Estatuto de dicha Corte, que por la Ley 742 de 2002, sobre los que ejerce su competencia el alto tribunal, incluyen entre las conductas punibles los crímenes de lesa humanidad.
Crimen de lesa humanidad es el que por su carácter substancialmente grave ofende no sólo a la víctima, sino a todo el género humano.
Para que una hecho o conducta sea considerada como crimen de lesa humanidad debe reunir dos características: la primera, darse dentro de una agresión generalizada que es cuando se produce una victimización contra una población civil, o un ataque sistemático, si implica el desarrollo de actividades para idearlo, planificarlo y organizarlo. Y segunda, ser realizada por sujeto, o sujetos, que tengan conocimiento de dicho ataque, esto es, a sabiendas de estar interviniendo en él. Su cometido responderá a la política de un Estado o de una organización. Sus ejecutores pueden ser agentes de ese Estado o personas que actúen a instigación suya, con su consentimiento o aquiescencia.
Los regentes de este país al favorecer o permitir, haciendo poco o nada eficazmente para remediarlo, que haya escasez de alimentos, a nivel de hambruna, o aparentar ignorar sistemáticamente, que por carencia de alimentos, medicinas, de condiciones y medios adecuados en los hospitales, mueran niños por inanición y por enfermedades que ya estaban controladas, con el agravante de haber dispuesto de suficientes recursos económicos y logísticos.
Tras asumir el control de todos esos medios, en nombre de un pueblo engañado, tras dilapidar gran parte de los presupuestos y malversado o sustraído el restante, no hay duda de que ustedes son responsables de haber cometido, o permitido cometer el mayor crimen de lesa humanidad conocido, comprometiendo, tal vez por generaciones, el futuro de esos hijos que están destinados a reconstruir el país que ustedes dejarán en ruinas.
Pero recuerden: ese crimen no prescribe.