Él me pegó y yo sentí que me dio un beso, por Jesús Aponte
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¿Cómo fue que llegué a emergencias de un centro ambulatorio en el municipio Chacao, por un golpe en mi cabeza, producido por el mismo chico que hace unas horas estaba conmigo en la cama de una habitación de hotel?
¿Cómo fue que una noche romántica con mi novio se convirtió en una película de terror, donde la única víctima sería mi integridad física y mental?
Vivir una historia llena de violencia, celos, amenazas y maltratos y salir medio vivo de ella es, por mucho, una valerosa hazaña que muchas víctimas no logran alcanzar a contar.
Para los que nos enamoramos y sobrevivimos a un sociópata, la vida suele convertirse en un agujero negro bastante abstracto: nuestros problemas no son los mismos que los de las demás personas, nuestra vida gira en torno al amor, el miedo y la desesperación que nos causa la misma persona. Los celos y la persecución constante cubren con una manta negra cada orificio de luz en nuestro día.
Se estarán preguntando ¿y cómo no buscabas ayuda? ¿Por qué no denunciaste este tipo de abuso? Cuando acudí con las autoridades en Venezuela a denunciar que mi novio me amenazaba de muerte, que había enviado fotografías íntimas mías a mis conocidos y que constantemente yo vivía acoso y persecución, la persona que atendió mi caso me vio con expresión de asco o incomprensión, pues yo también era un hombre. Las otras ocasiones en las que acudí a un ente judicial tuve respuestas ambiguas por el hecho de estar en una relación homosexual.
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La realidad es que las denuncias están en alguna carpeta del disco duro de alguna oficina del Ministerio Público, pero él continúa suelto y libre en alguna calle de Bogotá, sin saber si esta planeando un próximo golpe contra mí o esperando alguna próxima víctima.
Cuando te enamoras por primera vez no va a pasar por tu mente que formarás parte de las estadísticas de violencia y abuso por parte de tu pareja, por lo que tenemos que hacer foco en esos pequeños detalles que el abusador muestra día tras día: los pocos o ningún amigo que tiene, su obsesión por estar todo el día contigo, la manera que tiene de alejarte de tus amistades, las constantes peleas y reconciliaciones… son algunos detalles que no tenemos que omitir cuando empezamos a notarlos.
Son innumerables las personas que no logran escapar de este tipo de relaciones. Quienes logramos escapar de ellas debemos alzar la bandera de la lucha contra la violencia y por medio de nuestras experiencias informar y apoyar a todas las víctimas que se encuentran sumergidas en una de las aguas más tumultuosas por las que podamos navegar.
Personalmente, nunca me había visto involucrado en un desastre similar, y como miembro de la comunidad L.G.B.T.I.Q+ en Venezuela es mucho más complicado encontrar la luz al final del túnel en este tipo de situaciones; las leyes no te amparan, sumando que escondes tu orientación sexual a tu familia y amistades por miedo a discriminación, como en mi caso, y puedes encontrarte realmente solo y sin saber a dónde acudir.
El amor puede llegar a cegarnos y es lo que no ven las personas externas, nosotros deseamos realmente luchar contra todo pronóstico por salvar uno de los sentimientos más gloriosos que hemos experimentado, por eso muchas veces nos enfrentamos a la muerte sin importarnos si saldremos victoriosos o no de esa batalla campal.
Jesús Aponte es publicista
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