El método versus el espíritu que inspira el método, por Bruno Gallo
Twitter: @BrunoVGallo
Creo que es una ligereza descalificar a priori un método para la selección de un candidato unitario para enfrentar al candidato del PSUV en las elecciones presidenciales previstas constitucionalmente para 2024. Ni toda primaria es un chantaje ni todo consenso es un pacto de cogollos.
Independientemente de la posibilidad real de tener un solo candidato que represente a todas las fuerzas que se asumen democráticas, yo particularmente creo que de lo que se trata, antes de decidir el método, es de construir el espíritu que motiva y subyace al método.
En la Venezuela de 1958 pudiera decirse que la derrota de Pérez Jiménez fue el resultado de un espíritu unitario, democrático y republicano que superó al método que, en sentido estricto, fue más un golpe de Estado celebrado popularmente que una insurrección popular. Eso no significa que un golpe de Estado sea un método universalmente válido y digno de ser celebrado. Todo lo contrario.
El 18 de octubre de 1945 desató fuerzas contra un gobierno que hacía cambios democráticos paulatinos, y que luego las fuerzas civiles que se aliaron con los milicos golpistas no pudieron controlar. Eso originó el golpe contra el maestro Rómulo Gallegos, el 24 de noviembre de 1948. Obviamente, el 4 de febrero de 1992, el golpe de Estado también demostró ser un mecanismo perverso y el 11 de abril de 2002 otro tanto. Por supuesto que todo método tiene su parodia y el 30 de abril de 2019 ni siquiera cuenta en este cuento.
¿Es el 23 de enero de 1958 una excepción? No. Lo excepcional es el espíritu que da origen a la Junta Patriótica que unificó a las fuerzas opuestas a la dictadura militar y generó una transición política pacífica a la democracia y que luego inspiró el tan vilipendiado Pacto de Puntofijo. Se trataba de un espíritu que valoraba lo mejor para la república, para los venezolanos, con generosidad y sin la pugnacidad en la que la aspiración individual se convierte en grieta y división
De esa misma manera, la transición chilena es el resultado de un pacto en el que se valora la posibilidad de derrotar a Pinochet y la posibilidad de que Pinochet entregara el poder, por encima del método de selección. Lagos hubiera podido aspirar a la Presidencia con toda legitimidad, pues tenía mayor apoyo popular que Patricio Aylwin. Unas primarias habrían sido un mecanismo democrático, pero habría subestimado elementos tácticos importantísimos para la transición.
¿Fue la negociación Lagos-Aylwin un pacto burocrático que le negaba a las bases el legítimo derecho a decidir? No. Fue una obra maestra del espíritu, del desprendimiento y la generosidad política. Un acuerdo político que garantice el triunfo, la gobernabilidad y la estabilidad no se puede despachar con más entusiasmo partidario que inteligencia.
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De tal manera que los métodos —golpe, acuerdo o primarias— no son buenos o malos per se. Lo que los inspira es lo verdaderamente importante.
Las primarias, el método aparente mas democrático en el que subyacen financiamiento bastardo, postulaciones de iletrados incapaces de diferenciar homofobia, xenofobia, misoginias o de gobernar el municipio más remoto del país, priman la polarización y descalificación mutua de todas las fuerzas democráticas. La reducción de la política al adjetivo, la sospecha, la acusación infundada, la ambición desmedida, no puede generar decisiones a la altura de las necesidades de este momento histórico.
En esta coyuntura, la necesidad de una candidatura que cuente con los partidos, pero los supere, que considere que se requiere una persona, hombre o mujer de cualidades excepcionales, capaz de obtener la mayor cantidad de apoyos, capaz de negociar con todos los sectores de la política venezolana e internacional, que no genere resistencias y temores en quienes deben entregar el gobierno si son derrotados (nadie le entrega el gobierno a quien le promete perseguirlo bajo las piedras), y sobre todo que sea capaz de generar los consensos para gobernar y hacerlo bien. Pues no hay que ser muy agudo para concluir que el gobierno que siga al actual y trate de enmendar la plana, no tendrá las cosas fáciles.
Tanto acuerdo como sea posible, tanta consulta cuanto sea necesaria; pero lo irrenunciable es un espíritu capaz de generar consenso, incluso más allá de las fuerzas democráticas, capaz de recibir el gobierno y capaz de gobernar, como ya lo han dicho mucho analistas.
Bruno Gallo es integrante de la directiva nacional de Avanzada Progresista
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