El militarismo como problema, por Roberto Patiño
Uno de los aspectos más importantes de la necesidad de cambio que exige el país es el de la construcción de un nuevo pacto de convivencia social. Una que debe construirse sin exclusiones y favoritismos. El Estado debe velar por los derechos de todos y no parcializarse por sector.
Este equilibrio fundamental para el bienestar y el desarrollo social no existe en Venezuela. Este contexto de desigualdad, exclusión e injusticia se evidenció grotescamente el pasado 4 de febrero cuando el régimen celebró de nuevo la intentona golpista de 1992 mientras prohibía la entrada al país de la delegación de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
Esta comisión iba a entrevistarse con víctimas de las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES), presos políticos y sus familiares, pacientes del J.M. de los Ríos, entre otros grupos representativos de las víctimas de las masivas violaciones a los DDHH que se producen desde el Estado. El hecho expresa la ideología militarista propiciada por el modelo autoritario.
Se mantiene un discurso oficial que niega, desconoce y desvaloriza los logros alcanzados desde la sociedad civil, sobre todo en los períodos democráticos, exacerbándose las taras del caudillismo y la figura del hombre «fuerte» que hemos venido lastrando a lo largo de nuestra historia. Taras que Hugo Chávez aprovechó, en la implementación de su proyecto de poder, de forma irresponsable y con las terribles consecuencias que ahora padecemos.
En la actualidad, el apoyo de una cúpula militar es uno de los factores principales que sostienen el modelo destructivo encabezado por Nicolás Maduro.
De igual forma, la ideología militarista se ha apropiado de áreas tan sensibles como la producción petrolera, la explotación de recurso naturales, el acceso a alimentos o servicios básicos o la seguridad ciudadana, intensificado las crisis a niveles de corrupción y colapso.
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Lo sucedido el martes muestra a qué grado este balance vital ha sido violentado por la dictadura. Pero también expresa la resistencia que se mantiene desde los grupos civiles, a través de redes de apoyo y solidaridad, así como ONG que visibilizan realidades y defienden derechos humanos desde la manifestación pacífica, la organización y participación civil. En estos logros, alcanzados superando la violencia y la imposición de la tiranía se resguardan las semillas de civismo que debemos preservar e impulsar en el camino hacia una nueva Venezuela.
Roberto Patiño.
Coordinador de Movimiento Mi Convive.
Miembro de Primero Justicia.
robertopatino.com.