El Mocotíes cooperativo: La reconstrucción es posible, por Eduardo Matute A.
Twitter: @edmatute
El conocido activista social, Jesús Chúo Torrealba, lo ha recalcado en diversas oportunidades, existen amenazas naturales, las tragedias son resultados humanos. En sus palabras “no existen «desgracias naturales». existen amenazas naturales que un mal gobierno puede convertir en «tragedia recurrente»”. Las últimas inundaciones ocurridas en el Valle del Río Mocotíes, ya vinieron precedidas por los intensos deslizamientos de tierra en Santa Cruz de Mora, en el año 2005, ocasionados por la vaguada de febrero de ese año. En 15 años, dos tragedias de un costo altísimo en vidas humanas, en recursos económicos y en esperanzas, que han sucedido por la apatía, el desinterés del gobierno nacional hacia las comunidades ubicadas en este valle. Aquí se vuelven a cumplir las aseveraciones de Chúo Torrealba.
Sin embargo, desde hace más de 60 años, estas comunidades de Tovar, Santa Cruz de Mora y Zea, han organizado sus propias estructuras financieras, sus procesos de comercialización y consumo. Son historias plenas de realizaciones, de solidaridad y de esfuerzos compartidos, que claramente se deslindan de la actitud gubernamental.
Veamos someramente estos procesos. A finales de la década de los años 60 del pasado siglo, distintos párrocos de la Iglesia Católica y funcionarios del Ministerio de Agricultura y Cría, trabajaban aisladamente en la formación de pequeñas cooperativas en las poblaciones del interior del estado Mérida.
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Ya en 1964, la Universidad de Los Andes decidió participar activamente en el apoyo a los esfuerzos colectivos de comercialización y transporte de los productos agrícolas de la zona. Para ello, convino con la arquidiócesis de Mérida, quien ofreció su colaboración a través de la designación del Presbítero Ricardo Silguero con lo cual, la ULA creó el Centro de Educación Cooperativa de Mérida, que sirvió de ejemplo para la inclusión de esta figura en la Ley de asociaciones cooperativas promulgada en 1966.
En esta misma ley, se institucionalizó la colaboración del Estado venezolano con las comunidades que quisieron operar en cooperativas. En Mérida, los funcionarios del MAC, con actividades de promoción fueron transferidos a la reciente Superintendencia nacional de cooperativas, creándose la primera oficina regional de este nuevo ente, dirigida por un cooperativista emeritense muy querido, don Heriberto Molina.
Esta sinergia, entre universidad, la superintendencia y las diversas comunidades, dio forma a un acelerado desarrollo de fuertes cooperativas en la década de los ´70. En el Valle de Mocotíes, se organizaron 4 cooperativas sobre las cuales se estimuló el crecimiento agrícola de esta zona andina:
La Cooperativa Corandes, en Tovar, la Santa Cruz en Santa Cruz de Mora y la Padre Angulo en Zea, con ramificaciones financieras de primer orden, hasta el punto de sustituir las sucursales del Banco Agrícola y Pecuario en esas 3 poblaciones. Adicionalmente Corandes, expandió sus actividades a las áreas de consumo de alimentos y repuestos automotores.
En esos mismos años ´70, el MAC desarrolló en el sector cafetalero, las políticas de la Pacca, una sociedad de capital entre el Estado –a través del MAC– y los caficultores. En el caso del Mocotíes (al igual que en estado Lara), se impuso la tesis de organizar una cooperativa de los caficultores como la figura jurídica que llevara a cabo la comercialización de los productos cafetaleros. Fue una decisión basada en la experiencia asociativa de la zona. La Cooperativa CRAM, termina de cumplir 45 años de actividades.
La zona del Mocotíes ha demostrado con creces su capacidad de gestionar sus actividades económicas, con capital de la zona y con recursos humanos localizados en sus poblaciones. El cambio climático representa una perenne amenaza a sus pobladores, que cada cierto tiempo, sufren la indolencia y la agresión de un gobierno que no escatima esfuerzos en sojuzgar a la población a la cual debería servir.
En la reconstrucción de la economía y el ambiente, el esfuerzo solidario de los habitantes de las riberas del Río Mocotíes, volverá a hacer historia.
Eduardo Matute es cooperativista.
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