El momento político, por Pablo M. Peñaranda H.
Twitter: @ppenarandah
«Un hombre hace lo que debe, a pesar de las circunstancias personales, a pesar de los obstáculos, peligros y presiones, y eso es la base de la moral humana».
Winston Churchill
Distintos autores se han ocupado magistralmente de retratar momentos estelares de la historia para fascinar al lector con unos protagonistas quienes además de temple, tienen la capacidad de observar y analizar, acertadamente el panorama social y político en el cual se desenvuelven.
Uno de esos autores contemporáneos es Javier Cercas quien en su maravilloso libro Anatomía de un Instante narra paso a paso, el intento de golpe de estado de 1981, por parte del teniente coronel Antonio Tejero, para detener la transición a la democracia a raíz de la muerte de Franco en España. En ese momento, al entrar la tropa al hemiciclo y ordenar lanzarse al suelo a los presentes, tres personajes no obedecen la orden y se mantiene de pie. Ellos son los diputados Adolfo Suarez, Santiago Carrillo y Manuel Gutiérrez Mellado, este último un militar en situación de retiro. Es decir, los mismos que mantienen la dirección, sin vacilaciones, a la democratización y cuyos gestos en ese instante fueron la primera negativa frente a aquel acto de barbarie y un claro mensaje a la ciudadanía del camino a recorrer.
*Lea también: El ejercicio del poder, por Pablo M. Peñaranda H.
Esto lo cito por las reiteradas escenas que ocurren en el territorio nacional donde se degrada la actividad política al máximo. Me refiero a las imágenes de golpes y puntapiés de una cuarteta de mujeres contra Enrique Capriles en el estado Carabobo. Ya se había presentado años atrás en la Asamblea Nacional un acto parecido bajo la mirada complaciente de quien en ese entonces la presidia.
Es ese lodazal impulsado por los personajes más representativos del gobierno, lo que debe enfrentar la oposición con un cuadro de unidad nacional, producto en parte, de las elecciones primarias, pero también de los acuerdos y alianzas que den sentido a las elecciones generales y saquen a los candidatos de sus discursos inmediatistas, cuya finalidad es una caza de votos por medio de la eterna demagogia. Si no se cambia este panorama es imposible que los ciudadanos de bien puedan ocuparse de la política.
Es innegable que vivimos un momento de delgadez de la razón que debe preocupar a todos los ciudadanos si hacemos ciertas las palabras de un ex presidente de los EEUU (Dwight Eisenhower) en el sentido de que todo ciudadano debe, a tiempo parcial, tener la política como profesión
En medio de este momento nacional viene actuando, desde hace algún tiempo, un entusiasta equipo donde está presente, entre otras respetables personas, la arquitecta Mariela Ramírez y quienes le han dado vida a un espacio de encuentro y reflexión sobre la política Nacional llamado el Foro Cívico.
Ese espacio tiene por finalidad, proporcionar encuentros entre los pensamientos diversos y propiciar los debates, en busca de acuerdos que permitan ampliar el cuadro democrático y con ello, las mejoras en las condiciones materiales de vida de los venezolanos. Ese espacio permite un ejercicio social que aumenta la dignidad del hecho político, y al hacerlo está generando un clima de dignidad y orgullo para aquellos ciudadanos que lo comparten y viven sus actividades. Para nosotros esto es una tarea fundamental, en tanto que entendemos la noción de ciudadanía en el sentido de un sujeto que sienta orgullo por participar en la política, como una actividad natural en la solución de aquellos problemas que le afectan la vida, tanto en la colectividad como en su convivencia ciudadana.
El cuento es que yo ejercía para aquel momento un cargo en la UCV y, por distintas razones, junto con el decano de la Facultad de Arquitectura realizamos unas visitas al doctor Simón Alberto Consalvi, quien había ejercido elevados cargos en distintos gobiernos de la nación. En medio de la conversación salió a relucir su amistad con la escultora Marisol Escobar, y, eran tan amigos, que en Venezuela él se encargaba de algunos asuntos de la artista.
Por los azares de la vida yo había conocido a la escultora en una exposición en París, quien ya era una artista consagrada mundialmente, y su obra estaba representada en los museos más importantes del mundo, y en nuestro país, puede apreciarse una de sus maravillosas esculturas en la Universidad Simón Bolívar. Ella estaba residenciada entre Nueva York y París, pese a que tenía una casa en Caracas en la zona de El Hatillo.
Para ese momento una empresa multinacional había financiado una de sus obras y le habían dado cierta libertad sobre el lugar donde permanecería y a mí se me ocurrió la peregrina idea de que aquella obra terminara en los predios de la Universidad Central de Venezuela. Por este y otros motivos se prolongaron las visitas a este ilustre político venezolano, por lo cual pudimos disfrutar de sus amenas y cultas anécdotas y de alguna que otra peripecia o charrasquillo, dada su cercanía con algunos presidentes.
Una de ellas se refiere al inicio de la democracia en nuestro país y que, según su narración, cuando se inauguró la democracia en Venezuela, en 1959, lo hizo con buen pie dado que el gobierno que se constituyó fue de Unidad Nacional, conformado con los tres partidos mayoritarios (AD, URD Y Copei). De esta alianza fue excluido el Partido Comunista y la forma como se aplicó fue muy sencilla: el tren ministerial y los tres cargos más importantes en los estados eran repartidos de acuerdo a la votación que había obtenido cada partido a nivel nacional y estadal. En el Estado Nueva Esparta se nombró un Gobernador afín a URD y como Secretario de Gobierno, diríamos el segundo a bordo, un militante de AD.
Resulta que en la primera reunión de los gobernadores con el presidente de la Republica y líder máximo de AD, el gobernador de Nueva Esparta pidió que le sustituyeran al secretario general y, al inquirirle el Presidente cuál era la razón, el interrogado respondió sin titubeos que cuando él era maestro de primaria en aquella entidad y él funcionario en cuestión, su alumno, éste escribía Bolívar con dos «b» labiales.
Frente a esta argumentación el presidente de la República, un sujeto formado en la política, guardó silencio y solo atinó a decir: «veré que puedo hacer». Semanas después el gobernador era nombrado embajador en un país Europeo y el secretario de gobierno, ascendido a Gobernador de Nueva Esparta. Simón Alberto finalizó con la expresión: «En qué país vivía ese señor».
Solo eso quería contarles.
Pablo M. Peñaranda H. Es doctor en Ciencias Sociales, licenciado en psicología y profesor titular de la UCV.
TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo.