El orgullo de existir, por Luis Ernesto Aparicio M.
Twitter: @aparicioluis
A propósito del mes del orgullo Lgbtq y de las acciones que los grupos conservadores lanzan contra todo aquello que simbolice la presencia de los seres humanos que han decidido manifestar su intención de vivir como lo que sienten que son, es muy probable que, en algún momento, usted que me lee y yo, nos concibiéramos que nos empujan a hacia una especie de máquina que viaja en el tiempo.
Todo ello porque ciertos grupos sociales y políticos buscan afanosamente derribar las conquistas logradas en los últimos años y que reivindican la libertad de la raza humana. Son muchos los que proclaman que no existe la aceleración de cambios a los que se está sometiendo a la tierra y sobre todo que el diferente es un error que hay que corregir, como si se tratara de la edad media.
Solo las observaciones del telescopio espacial James Webb, analizando los cuerpos antiguos en el espacio, es lo más cerca que podemos llegar al pasado y esto no lo entienden los movimientos negacionistas y ultraconservadores. No es cuestión de negar a la mujer, por ejemplo, sus conquistas, su empoderamiento y muy cerca su emancipación, ni a los seres que sienten atracción por el mismo sexo la vida misma.
Para ellos, el hombre como género sigue siendo el líder indiscutible. Todo aquel que posea «debilidades» contrarias a este es de por sí tomado como un desliz que atenta contra lo natural. Aquello de lo que un dios ha creado. Desconocen que en el mundo animal –porque solo nos separa la especie– existen animales con comportamientos bisexuales u homosexuales, sin limitarse, estrictamente, a una reproducción heterosexual.
Si lo último es cierto –y de hecho es cierto con pruebas científicas entre delfines, pingüinos, ovejas y ganado vacuno–, entonces, para ubicarnos dentro del esquema del negacionista y ultraconservador, el dios a quien se atribuye la creación se ha equivocado.
En pleno siglo XXI, cuando la humanidad se encuentra venciendo obstáculos inimaginables, todavía pululan los grupos sociales y políticos que intentan cerrar los ojos o colocar la mortaja de la ignoración sobre la mente de todos, en un intento de hacernos retroceder en los avances que ha alcanzado la humanidad.
No es correcto que vayamos hacia las generalizaciones, porque la sociedad en su totalidad no está en la apuesta de quienes empujan hacia el pasado tratando de demostrar que lo vivido es mucho mejor que el presente. Esto es tan erróneo como la afirmación misma de «todo pasado es mejor que el presente». Aseveración que está basada en simplificación excesiva y, además, no refleja la realidad.
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Es cierto que muchas veces acudimos a la nostalgia por ciertos aspectos del pasado, como momentos personales que nos hicieron felices o ciertos aspectos culturales o sociales. Pero esto nada tienen que ver con el pasado en su conjunto. Es todo muy personal.
Cada periodo tiene sus propias ventajas y desafíos. En el transcurso de su historia, la humanidad ha logrado avances significativos como en la ciencia, la medicina, la tecnología y sobre todo en los derechos humanos. Nos detenemos en este último punto porque el ser humano se encuentra avanzando hacia la obtención de una ampliación de ese respeto, más como ser viviente que por la categorización de hombre y mujer.
Pero no lo es tanto. Hoy estamos presenciando el surgimiento de movimientos políticos que cuestionan y buscan revertir todo en cuanto a temas como igualdad de género, reconocimiento de la diversidad de género, derechos civiles y participación de la mujer, sobre todo en ese mundo, en el de la política.
En descargo, así como se perciben estos movimientos, también debemos destacar que hay otros sectores en el mundo, continúan trabajando y defendiendo las conquistas logradas. La lucha por la igualdad de género, el reconocimiento y respeto a la diversidad, la protección del medio ambiente, entre muchos otros temas, sigue siendo una prioridad para numerosas persones y organizaciones, sociales y políticas.
Aunque estos señores medievales están comenzando a ganar terreno en posiciones importantes de gobierno y justicia, sobre todo en países desarrollados, es importante tener en cuenta que todo puede ser parte de la dinámica social que está en constante evolución.
Estos mismos individuos, deberían entender que los avances sociales y políticos nunca son lineales, y a veces pueden experimentar retrocesos temporales, pero también hay fuerzas progresistas que continuarán luchando por una verdadera justicia y la equidad. La clave es continuar promoviendo valores de respeto, inclusión y tolerancia, además de trabajar por un futuro más igualitario y justo para todos.
El orgullo que se ha celebrado no debe cesar. Debe ser por la existencia de todos los seres humanos en iguales condiciones por lo que debemos agradecer y mantenernos en festividad permanente, en el debate y la defensa de los valores y principios que creemos fundamentales para una sociedad más justa y humana.
Luis Ernesto Aparicio M. es periodista, exjefe de Prensa de la MUD
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