El país no está para chapuzones, por Beltrán Vallejo

Estas líneas, y que quede claro, no forman parte del “absolutismo” de sanedrín que hizo fiesta rabiosa con Juan Guaidó cuando por ahí hizo su aparición una fotico de él lanzándose al agua en un momento de relajo, más que de relajamiento, que tuvo durante su gira en Nueva Esparta, adonde llegó en un formato “invasionista” en bote peñero.
Insisto, no se trata de que he perdido el foco, por cierto una expresión tibia de lo “políticamente correcto”, que se ha convertido en tan ladilla por su improductividad ante el avance de los nuevos totalitarismos, de las nuevas formas autocráticas del siglo XXI, como la de Maduro y la de Putin.
Lo que pasa es que el país está vuelto un desastre para que aparezcan imágenes de “recreo” de un protagonista de la dura lucha por comer bien, por tener salud, y por democracia, que tienen millones de Venezolanos dentro del país y afuera. Me disculpan los que intentan excusar a Guaidó en todo, pero estas imágenes son antipáticas, y no me refiero a su derecho a tener vida privada o diversión; me refiero a que estamos en guerra, ¿o no es así?; porque así es como se ha planteado la confrontación desde hace tiempo, donde ha predominado la sangre, el sudor y la lágrima, y que a pesar de tantos amigos y amigotes a nivel internacional que tienen los demócratas, a pesar de nuestras movilizaciones masivas, a pesar de tantas vidas regadas en las calles, a pesar de la resistencia del parlamento con más de una veintena de diputados en el exilio, presos en cárceles clandestinas y torturados, militares aventados a calabozos y entregados al tormento, a pesar del martirio del concejal Albán y del capitán Acosta, pues la tiranía sigue en Miraflores, y con apoyo internacional irrestricto de dos potencias.
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Entonces, no he perdido el foco en relación a agarrar como impulso de escritura la foto de un Guaidó en las aguas; al contrario, el foco está en que las próximas imágenes deben ser la exposición de una estrategia y de una táctica que articule la resistencia nacional e internacional ante este neototalitarismo con vínculos internacionales, que está chupando un país, que está impactando socialmente en el hemisferio con la diáspora de millones, que ha ramificado un impacto de dinero, corrupción, comercio de oro, y otras patologías globalizadas.
El foco está en que Guaidó liderice con mayor adecuación una lucha política, y también social, y también internacional, en correspondencia con la magnitud del tremendo enemigo que tiene al frente; ese trabajo ha sido duro, y seguirá siendo duro, pero ese es el trabajo
¿Qué imagen quiero? Quiero algo así como el dedo de Ricardo Lagos, cuando en víspera del plebiscito chileno del año 1988, en un programa televisivo, durante el único momento de publicidad que tuvo la “Concertación” para aupar el “no”, apuntó con su índice a las cámaras e increpó a Pinochet, y dijo así: “¡Hablo por 15 años de silencio!” ¿Qué imagen quiero? Quiero la imagen de un Nelson Mandela con el puño en alto saliendo de su prisión de Ciudad del Cabo, comenzando así el proceso que culminaría con el fin de tan oprobioso sistema de discriminación en Sudáfrica.
Yo todavía confío que de Guaidó y de los demás líderes, que luchan sin ambages contra la tiranía, obtendré mejores imágenes. Yo, igual que millones de venezolanos, también debemos de contribuir a que las próximas fotos tengan la imagen de la reciedumbre, de la dignidad, del coraje, del compromiso. Hay que buscar esas fotos.