El papel de las encuestas, por Luis Ernesto Aparicio M.
En política, hay temas fundamentales, y uno de ellos es la relevancia de las encuestas en la búsqueda de la victoria electoral. Las encuestas son vistas como la brújula que guía las campañas políticas hacia el triunfo, indicando la preferencia o rechazo hacia las organizaciones y sus candidatos. Sin embargo, las encuestas son inherentemente inconstantes debido a la naturaleza dinámica de los eventos políticos y al trabajo continuo tanto de los líderes como de sus oponentes.
Un ejemplo reciente de esto es Francia, donde la extrema derecha, liderada por Marine Le Pen y su sucesor Jordan Bardella, sufrió una gran derrota. A pesar de dominar las encuestas y ganar en la primera vuelta, no lograron el triunfo final. Este fenómeno no es aislado; la historia política mundial está llena de ejemplos donde las encuestas no predijeron con precisión los resultados electorales.
Las encuestas pueden equivocarse al momento de predecir algún escenario electoral, por una variedad de razones y con una frecuencia que puede variar según el contexto y la calidad de ellas. Por eso, y aunque debo advertir que no soy un experto en las lecturas de una encuesta política, me atreveré a mostrar algunos de sus puntos débiles.
En primer lugar, si la muestra de encuestados no representa adecuadamente a la población general, los resultados pueden estar inclinados. Esto puede ocurrir si ciertos grupos son subrepresentados o sobre representados en la muestra.
Por otra parte, está el temido sesgo al responder, ya bien sea por miedo o solo por mandar una rápida respuesta y salir del paso se puede obtener un dato no real. Algunas personas pueden ser menos propensas a responder encuestas, y si estas personas tienen opiniones diferentes a las que responden, esto puede sesgar los resultados.
Y aunque no es el caso de muchos conocedores de ese negocio, existe el sesgo del encuestador que es la forma en que se formulan las preguntas o la manera en que se lleva a cabo la encuesta puede influir en las respuestas de los encuestados. Esto último es el favorito de aquellos que se dedican a encuestar, formando parte de las estructuras de poder o por el simple mercantilismo.
En el entendido del hecho de que muchos se enfocan en la asistencia y certeza de que los votantes participarán en unos tantos porcentuales, las encuestas pueden no predecir con precisión quién realmente va a votar. Si ciertos grupos de votantes se movilizan más de lo esperado, esto puede afectar los resultados reales.
Un amigo muy respetado por su profesionalismo en el manejo de la estadística lo que le permitía ser un creíble y gran encuestador, un día me dijo: «… las encuestas son como una fotografía del momento. Se registra el instante, pero luego cambia por múltiples razones. Además, tienen muchos datos que pueden pasar desapercibidos para un ojo no entrenado».
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Es crucial entender que, aunque las encuestas son herramientas valiosas, su interpretación requiere una sensibilidad especial para captar los detalles mínimos. Las encuestas pueden confundir cuando la división política es profunda y puede crear escenarios que oculten elementos clave.
Recapitulando, las encuestas son poderosas, pero también imperfectas. Nos guían y nos engañan, nos emocionan y nos decepcionan. Comprender sus limitaciones es esencial para navegar en el complejo mundo de la política electoral.
Luis Ernesto Aparicio M. es periodista, exjefe de prensa de la MUD
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