El perverso arte de construir espejismos, por José Rafael López P.
La crisis en Venezuela ha llevado a diversos sectores, incluida la dirigencia opositora, a aferrarse a promesas y estrategias basadas en fantasías. Aunque esta tendencia es comprensible, dado el anhelo de cambio de amplios sectores sociales, las promesas vacías resultan profundamente perjudiciales para la causa de lograr un cambio político y reconstruir nuestra democracia, arrebatada por la bota militar.
Cuando las estrategias fantasiosas se construyen sobre la sobredimensión de premisas externas (apoyo de gobiernos extranjeros y organismos multilaterales o intervenciones militares) o sobre fechas simbólicas falsas, se alimenta una narrativa que promete soluciones rápidas y mágicas, pero engañosas. Al no cumplirse estos espejismos, la frustración y la desesperanza crecen, debilitando la moral colectiva y minando la credibilidad en el liderazgo político.
Las falsas ilusiones en política suelen presentarse bajo la forma de promesas simplistas o simbólicas, que eluden las complejidades estructurales de los problemas reales. Aunque estos espejismos pueden atraer la atención y alimentar una esperanza momentánea, a largo plazo resultan ser profundamente perjudiciales para la conducción política.
Estas estrategias ilusorias acaban perpetuando los ciclos de esperanza-frustración-desencanto lo cual puede provocar resignación en las masas.
En Venezuela, la perversidad de estas tácticas fantasiosas ha sido una constante: desde dolorosas e improvisadas acciones insurreccionales como las protestas fallidas de 2017 y 2024, un fracasado golpe militar en 2019 hasta repetidos anuncios de supuestas «fechas de inflexión». La reiteración de estos espejismos por parte de la dirigencia opositora ha desmovilizado a amplios sectores populares, profundizando la sensación de impotencia frente a la aparente invencibilidad del inquilino de Miraflores.
Un ejemplo reciente de esta estrategia alucinatoria fue el discurso construido en torno al supuesto «cobro» de la victoria presidencial del 28/7. Esta falsa ilusión se fundamentó en la expectativa de un quiebre institucional en la Fuerza Armada Nacional, una montonera uniformada que, lejos de defender el orden constitucional, se ha convertido en un instrumento de represión, tortura y muerte al servicio del régimen bolivariano. Otra promesa vacía fue el supuesto regreso de Edmundo González al país para asumir la presidencia de la República el pasado 10 de enero de 2025. Tal como se anticipaba, nada de esto ocurrió: no hubo quiebre militar, Edmundo no retornó al país, y mucho menos se juramentó. Ambos espejismos representaron derrotas políticas innecesarias, ya que nunca representaron avances viables en función de una victoria estratégica.
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Un nuevo espejismo opositor ha surgido en torno al 20 de enero de 2025, fecha en la que Donald Trump asumirá la presidencia de los Estados Unidos y Marco Rubio ocupará el cargo de secretario de Estado. Pote de humo que está siendo alimentado, además, por las «amenazas poco creíbles» de la llamada troika de Miami: María Elvira Salazar, Mario Díaz-Balart y Rick Scott, miembros del Congreso norteamericano pero ajenos a la futura administración de Trump. Es importante destacar que, en muchos casos, estas estrategias alucinatorias no son simples errores inocentes, sino herramientas deliberadas utilizadas por actores políticos y mediáticos para ganar protagonismo, mantener su relevancia o desviar la atención de sus propias deficiencias.
A pesar de las profundas dificultades actuales, marcadas por el desconocimiento de los resultados del 28/7 perpetrado por Maduro y sus milicos, la voluntad indomable del pueblo venezolano y su inquebrantable anhelo de democracia continúan siendo un motor para nuevas luchas por el cambio político y social que la gran mayoría de los venezolanos anhelamos.
José Rafael López Padrino es Médico cirujano en la UNAM. Doctorado de la Clínica Mayo-Minnesota University.
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