El perverso modelo socialista del siglo XXI, por Griselda Reyes

Cuando imaginas que el desgobierno de Nicolás Maduro ya no tiene capacidad para hacer más daño y terminar de hundir al país en el pantano de la miseria, el hambre y la pobreza, te encuentras con la imposición – porque no fueron consultadas con nadie –, de medidas económicas inconstitucionales, sacadas de la mente perversa de quién sabe quién.
Estos “funcionarios” han sido capaces de avalar la peor devaluación registrada y de destruir la moneda de su propio país; de demoler el poder adquisitivo de sus trabajadores; de generar y alimentar por más de dos años la espiral hiperinflacionaria; de matar a tantos niños, jóvenes, adultos y ancianos de hambre y de las enfermedades derivadas de él; y de acabar con la producción nacional en favor de las importaciones.
Nadie que ama verdaderamente a sus hijos o a su pareja, le causa daño. Quienes ostentan el poder y se hacen llamar “socialistas”, “revolucionarios”, “hijos de Chávez” y además “protectores” de los venezolanos, actúan con la población como el machista que golpea a su mujer: la maltrata física, verbal, moral y emocionalmente, y después, le jura que la ama y que no volverá a suceder. Hasta el próximo episodio en que comete el feminicidio.
Quienes se dicen gobernantes del país están enfermos de poder. Creyéndose dueños de todo, de los recursos que produce el Estado e incluso de la propia vida de los venezolanos, están destruyendo lo poco que queda. Absolutamente desconectados de la gente, de sus problemas y necesidades, sólo se regodean en demostrar quién tiene y ejerce el poder. Lo demás no les importa.
Y el venezolano que siempre ha sido voluntarioso, ha perdido toda esperanza de salir de este círculo vicioso, al ver a supuestos líderes de oposición peleando, como los borrachos, por la botella vacía. No tienen el poder y ya se reparten los cargos como si lo tuvieran.
El divorcio con la realidad es total, de lado y lado. El país está en un momento crítico. La brecha entre los que ganan y manejan dólares – cuyo porcentaje es menor – y los que devengan sueldos y salarios en bolívares se ha profundizado de tal manera, que quienes menos ganan han agravado sus condiciones de vida.
Pero desde el desgobierno están tan enceguecidos por el poder, que ahora han impuesto a troche y moche, medidas económicas absolutamente descabelladas que sólo terminarán por desangrar a la ya menguada población.
En diciembre, impusieron – como quien no quiere la cosa – el petro (criptomoneda que ningún país del mundo reconoce), pagando un bono miserable que millones de venezolanos intentaron gastar cuanto antes por efecto de la hiperinflación.
Destruyeron el bolívar como moneda de curso legal. En un país normal y decente, las autoridades del Banco Central habrían evitado el colapso y, en última instancia, habrían dimitido por diferencias con el gobierno. Pero Venezuela no es un país normal. Quienes están en el BCV tendrán que responder, en algún momento de la historia, ante la justicia venezolana por este crimen.
Ahora obligarán a todos los venezolanos que estén necesitados de tramitar algunos documentos en el Saime, a cancelarlos en la criptomoneda inexistente, cuyo valor – como colofón de la historia – está anclado al dólar. Igual ocurrirá con quienes hagan trámites en registros y notarías públicas.
El pasado miércoles, la írrita Asamblea Constituyente aprobó además, sin debate alguno y alegando la necesidad de disminuir el déficit fiscal, la reforma parcial al Código Orgánico Tributario, a la Ley del Impuesto al Valor Agregado y a la Ley Orgánica de Aduanas.
¿Saben ustedes que contienen estas perversas reformas? Aumentar la alícuota de los impuestos, así como el valor de la Unidad Tributaria. Los efectos los pagaremos todos los venezolanos, pero los más pobres serán los más azotados.
La reforma parcial del IVA aprobada a petición del denominado “presidente obrero”, establece el cobro de un impuesto adicional que va del 5% al 25%, a las compras de bienes y servicios en moneda extranjera, incluidas las criptomonedas. Hasta la fecha, el IVA tiene una sola alícuota de 16% ¿A quién trasladarán el costo? Al consumidor final.
Esto me hace recordar, que durante el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez se trató de poner en marcha un plan de ajuste económico (denominado El Paquete) que estimaba, entre otras cosas, el aumento del precio de la gasolina en Bs. 0,25 (un medio) y en 10% la alícuota del IVA. El Fondo Monetario Internacional hizo esas exigencias a cambio de concederle a Venezuela un préstamo de $4.500 millones en los tres años siguientes (1990 – 1991 – 1992). Y por eso, los socialistas, le incendiaron el país. Ahora pretenden justificar lo injustificable.
La reforma parcial del Código Orgánico Tributario (COT) le permitirá al “presidente obrero” cobrar todos los valores de multa y de impuestos indexados a la divisa de mayor valor que disponga el BCV, es decir, el euro. No olvidemos que en esta normativa, la Unidad Tributaria es la medida utilizada para el cobro de tributos como el Impuesto sobre la Renta (ISLR) y las multas.
Maduro está desesperado por echarle mano a la ingente cantidad de dinero que está ingresando al país, producto de la dolarización de algunas actividades. Para nadie es un secreto que la dramática caída de la producción de petróleo (en un país que es monoproductor desde hace un siglo) y en consecuencia de los ingresos petroleros, así como de los tributos que aportaban las grandes, pequeñas y medianas empresas e industrias (la mayoría cerradas por la crisis y el estancamiento económico sostenido desde 2014), ha desvanecido la recaudación tributaria por efectos de la hiperinflación.
Y la reforma de la Ley Orgánica de Aduanas y Comercio Exterior faculta al Servicio Autónomo de Registros y Notarías, incrementar el valor de la UT, anclado a la variación de la cotización del petro, oficializando entonces el cobro de servicios y tasas en petro en entidades que manejan divisas como el Saime, el Saren y Bolipuertos.
El perverso modelo socialista del siglo XXI intenta echar mano a los pocos recursos que quedan en el país. Importadores y comerciantes se debatirán entre seguir importando o vender a precios que prácticamente ningún venezolano podrá pagar.
Si hoy hay hambre en Venezuela, lo que se avecina con estas leyes, es inimaginable.