El plan B de Chávez, por Teodoro Petkoff
En el chavismo caras y comportamientos son de perdedores. Comenzando por la de su propio candidato. Eso explica la naturaleza absolutamente estrafalaria de sus más recientes ataques a la candidatura de Capriles Radonski.
Lo que el capo y sus acólitos están lanzando es pura bola mala. Ahora tienen montada una campañita para convencer al país de que la oposición va a desconocer los resultados supuestamente favorables a Chacumbele, gritando «fraude» y llamando a armar un zafarrancho de combate. La especie resulta estrambótica si se toma en cuenta que el chavismo se ha caracterizado por tratar de desconocer varios resultados electorales cada vez que pierde.
Vale la pena recordar la reacción de Chávez ante el triunfo de sus adversarios en el referéndum sobre la reforma constitucional. Entró como un búfalo salvaje en el sitio donde el ministro de la Defensa daba una rueda de prensa e interrumpiéndolo, sin siquiera pedir disculpas, se arrancó a vociferar sobre la victoria opositora calificándola de «victoria de mierda», varias veces y en un tono cercano a la histeriaAdemás anunció que lo que no había sido aprobado en el referéndum sería introducido vía enmiendas ante el Parlamento.
Y, en efecto, contra todo respeto por la decisión popular, introdujo, entre otras, una enmienda para hacer posible la reelección indefinida, la cual ganó, desconociendo así un veredicto popular previo sobre la materia, que la había rechazado.
Cuando perdió en número de votos la elección de gobernadores y la oposición obtuvo la Alcaldía Metropolitana de Caracas, así como las gobernaciones de Zulia, Carabobo, Miranda, Táchira y Nueva Esparta, el revire de Chávez fue brutal. Arrebató a esas gobernaciones hospitales, escuelas, líneas de transporte, puertos, aeropuertos, autopistas, carreteras, puentes como el del Lago de Maracaibo, etc., y a la Alcaldía de la capital la despojó hasta de su sede principal y tradicional y de varias otras subsedes y le montó encima una especie de gobernadora, no prevista en la ley. Varias de las policías estatales fueron desprovistas hasta de su armamento.
De modo que si de desconocer resultados electorales que le son desfavorables se trata, el chavismo tiene un currículo profuso, porque a lo dicho habría que añadir las frecuentes amenazas a gobernadores y alcaldes opositores, que llegaron hasta el punto de obligar al exgobernador Rosales, elegido después alcalde de Maracaibo, a buscar asilo en el extranjero, pues su detención era inminente. Igual suerte corrieron los gobernadores Lapi, de Yaracuy, y Manuitt, de Guárico, ambos en el exilio.
De modo que lo que estamos viendo y oyendo sobre «fraude» esconde todos los propósitos reales del chavismo, el cual, sabiéndose perdedor, va a cantar «fraude» y armar el brollo. Esta campaña inmoral tiene que ser rechazada en todos los tonos.
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