El pobre no puede enfermarse, por Humberto Mendoza D’Paola
Twitter: @Giminiano
El fraile Urbaneja decía: «pobre no litiga». Hoy digo, pobre no puede enfermarse. Y es que Julio, zapatero industrial y artesano, desempleado desde que el régimen acabó con las pequeñas empresas, sus pocos tigres se acabaron con la pandemia y, ahora, enfermo de próstata. A los hospitales y servicios públicos que recurrió no le dieron respuestas.
Al fin, lo llevamos a una consulta privada con un viejo y buen amigo, quien después de examinarlo me dijo: hay que hacerle una biopsia en la próstata. En privado y gracias a sus buenos oficios, costaba 500$, los cuales Julio ni su familia tienen.
De allí y con la recomendación de Douglas León Natera, mi primo, llegamos al Hospital Vargas a buscar al Dr. Melean, jefe del servicio de urología. Por estar operando no me pudo atende, pero le remitió mi atención a un joven residente, el Dr. Flavio Rodríguez, quién, dentro de todo su múltiple ajetreo tuvo la paciencia y la solidaridad de atenderme. Me dio cita para llevar a Julio.
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Lo examinaron y confirmaron el diagnóstico de Hugo Díaz Mezzone. Había que realizarle la biopsia. Me dieron una hoja preimpresa con todos los insumos necesarios para practicarla.
Mi hija menor, médica, me recomendó ir a una mega farmacia en La Yaguara, los médicos del Vargas también. Hasta allá fui y no tenían lo requerido, luego fui a Locatel y tampoco; terminé yendo a la farmacia de Badan y ahí sí encontré la aguja para la biopsia.
Luego vino el encontrar formol: ninguna farmacia lo vende, y ¿cómo se mantienen las muestras? vaya a pedir o rogar en una funeraria que le vendan 100 cc. Todo costó 78 dólares sin contar los viajes a La Yaguara, Chacaíto, El Bosque. sólo para tomar una biopsia, bien delicada y muy profesionalmente realizada por los médicos del Hospital Vargas, esos héroes civiles que como quien da el nombre al hospital nos engrandecen como nación y gentilicio.
Tomada la biopsia, había que llevarla a un laboratorio para su procesamiento (en el hospital desde hace mucho tiempo no cuentan con eso), de manera que tuvimos que ir a un laboratorio privado: solidariamente sólo fueron 63$, más las medicinas prescritas por los médicos: 28$ más, si sumamos son más de doscientos dólares para que Julio sepa su destino: ¿tumor benigno o maligno? Y luego, ¿qué y cuánto? Ya yo estuve dos semanas en el servicio de hospital y tengo idea de los requerimientos.
Los médicos estarán listos para hacer lo que toque, sin lugar a dudas, porque son unos apóstoles, ¿pero sin insumos…? Si la biopsia costó más de 200$, ¿cuánto costarán los insumos de una operación? Obviamente, Julio ni su familia los puede pagar.
Esto es en la Venezuela cuyos gobernantes se regodean de ser la primera potencia en reservas de petróleo y gas, diamantes y oro. Después de haber tenido los más grandes ingresos por ventas de petróleo en los últimos 24 años, es indignante afirmar con la experiencia vivida, que pobre no puede enfermarse y pobres somos el setenta por ciento de los venezolanos. Y para colmo de todos, el ladrón de Rotondaro, quien desvalijó por años el Seguro Social a cambio de una delación y quién sabe que más, quedó libre de la vista de USA.
Humberto Mendoza D’Paola es abogado egresado de la UCV
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