El porvenir requiere una oposición unida, por Miguel Aponte
Autor: Miguel Aponte | @DoublePlusUT
Cuando se evalúa con perspectiva histórica la gestión de este régimen fracasado, se ve que en lo único que ha innovado es en el “exceso” de lo peor de lo que ya alguna vez tuvimos; en materia estrictamente económica, después de un periodo de falso bienestar montado irresponsablemente sobre una chequera petrolera que se creyó interminable, todo lo que queda es indefendible y el gobierno lo sabe, por eso vive en el miedo al cuestionamiento y a toda reflexión crítica. Pide lo imposible, que le sigan creyendo después de despilfarrar la mayor cantidad de recursos y poder que haya disfrutado gobierno alguno en Venezuela en toda su historia.
¿Sobre qué bases se montó la economía? Pues sobre la idea, a la vez cínica y estúpida, de que el capitalismo mundial sostendría precios siempre altos para el petróleo, creyendo ellos que así tendrían tiempo para hacer realidad su proyecto: la dominación hegemónica y total de los venezolanos. ¿O no es así? Por eso la burocracia de día habla pestes del capitalismo y por la noche reza para que el mercado suba los precios del único bien que aún proporciona ingresos: el petróleo. La idea era que con recursos petroleros inagotables se abría la posibilidad simultánea de arruinar a todos mientras se lograba convertir al Estado chavista en el único propietario y benefactor.
Por eso su “política económica” consiste en ampliar la pobreza hasta lograr que el venezolano agradezca ser mantenido en su miseria, material y espiritual. En el socialismo del siglo xxi el régimen controla y usted se somete. Punto. Para esto el régimen vio opciones, todas malas: Cuba y los Castro, un régimen sin economía, sin libertad y sin democracia; Rusia, totalitarismo con una economía corruptísima e inservible; o China, productivismo sin democracia. Obviamente el régimen optó por el modelo cubano, el peor. Tan absolutamente fracasado es que los propios Castro buscan hace tiempo dar el giro necesario para insertarse en la economía mundial y salvar su propio pellejo histórico; para eso piden desesperadamente la suspensión del embargo norteamericano, sabiendo que ese final marcará inevitablemente también el fin de su propio “socialismo”. Es todo.
Ahora bien, si la burocracia venezolana siguió la ruta cubana fue solamente porque a sus ojos el petróleo representaba la posibilidad de contar con una renta capaz de sostener el gasto sin producir. Las raíces de este absurdo se encuentran en el rentismo: Venezuela viviría del petróleo, mientras Cuba viviría de Venezuela. La fórmula es insostenible. Vivir de una renta infinita es imposible porque una renta infinita es imposible. Luego del derrumbe del petróleo, el régimen ya no cuenta sino con el reciclaje mediático de un discurso fracasado mil veces donde quiera que se puso en práctica.
La oposición tiene ahora que unificar los esfuerzos para ser una alternativa válida de poder. Una sola postura frente al régimen es indispensable, tanto frente a las elecciones, la que usted quiera, que, con condiciones correctas ganará con más del 80%, como de cara a la política opositora diaria: dejar los egos y cumplir con el país, sin evasiones y con responsabilidad.
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