El primero de los primeros, por Simón García

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Aquel hombre que había nacido en 1538, llegó a Cartagena 23 años después para cumplir, como franciscano menor, labores de evangelización. Un adoctrinamiento sobre la superioridad, espiritual de la cruz y material de la corona, en territorios sometidos a conquista en América.
Sus progresos, en actos colectivos de conversión a la religión, destacaron grandemente respecto a los logros de sus otros cincuenta hermanos de congregación que desembarcaron con él en las Indias del mar océano. Estos éxitos favorecieron su escogencia como provincial del convento de la orden en Santa Fe. Lo que suscitó habladurías de algunos descontentos, como generalmente ocurre ante el ascenso de los mejores.
Primero es un término que significa una precedencia temporal, una relación jerárquica o una condición de excelencia respecto a otros. Fray Pedro de Aguado las abarcó y reunió todas.
Cuando viaja de regreso a España, uno de sus motivos es la de obtener autorización real para publicar su Recopilación historial sobre Santa Marta y Nueva Granada. La segunda parte de esta obra, que se refiere a la historia de Venezuela, la revisa, corrige y termina de redactar en Madrid entre 1575 y 1578.
Se consolida así como el iniciador de los estudios históricos de Venezuela, gracias a su visión sistemática y un relato de la vida, costumbres y furiosa resistencia de los pueblos bárbaros, así como eventos y personajes en cuya descripción parece resonar las caballerescas aventuras de la literatura de moda en la España de la época.
La línea que articula su narrativa está hecha de observación, imaginación, reflexión y memoria sobre el duro y violento proceso de españoles y alemanes en el descubrimiento y conquista de los territorios que integraban a la Gobernación de Venezuela, a partir del término de la jurisdicción de Santa Marta.
La relevancia del padre Aguado como primer historiador de Venezuela es debida a que buena parte de lo que escribe la ha vivido. Es una fuente primaria.
Así lo expresa el fraile al referirse a su trabajo de recolección de datos y organización de los testimonios con los que compuso su historial: «…sólo a sido mi intento en esta parte dar claridad y noticia de lo que en este Reyno he visto, oydo y entendido; porque de todo lo escrito en esta historia parte dello he visto por mis propios ojos y parte he sabido de los propios que a ello se han hallado».
Su respeto por la objetividad lo ratifica al referirse a su Historia de Venezuela: «muchas cosas así de naturalezas de Indios como de cosas que la tierra cría y produce que en toda la governación de Venecuela ay, no irán aquí escritas por defecto de no hallar yo quien me diese claridad dellas» .
Ese cuidado por la veracidad de su trabajo lo ratifica así: «no trato aquí particularmente de la conquista y pacificación de los naturales desta Provincia y pueblo de Borburata, porque avnque en aber la rrelación y noticia dello e puesto toda diligencia a mi posible, no e podido tener della mas claridad de lo que he dicho».
Primero entre los primeros, el sacerdote franciscano, rescata con paciencia testimonios que busca desenredar, observaciones sueltas que había escrito y recopilado, acontecimientos que verifica, episodios de la astuta y prolongada resistencia de los indios, menciones a sus costumbres bárbaras fuera de la inspiración de Dios, interpretaciones sobre acontecimientos y personajes, descripciones sobre la geografía, el clima, la vegetación, los alimentos y las armas enfrentadas en aquellas tierras. Todos estos recuerdos se ovillan en torno a las expediciones para descubrir y conquistar a pueblos con lenguas y modos de vida diferentes a los de Europa.
La primera pedagogía en Venezuela fue cristiana con el objetivo de impartir la enseñanza de la religión a los nativos, hacer que aprendieran a comunicarse en español y posteriormente colonizarlos en la forma de pensar y en los valores propios de la civilización occidental. Allí se usaron los primeros recursos didácticos en forma de breviarios, cartillas, catecismos, misales y biblias.
Desde la trasmisión sencilla de la fé cristiana, los sacerdotes fueron los maestros de religión, enseñantes del castellano y a su vez, aprendices de las distintas lenguas aborígenes. Adicionalmente maestros de oficios, gramática, lógica y teología.
El padre Aguado escribe su Historia de Venezuela como continuación y necesario complemento de la historia y la conquista de Santa Marta y del Nuevo reino de Granada. Las delimitaciones geográficas aún no eran precisas y no funcionaban como barreras separadoras sino, más bien como rutas que servian para señalar como llegar a sitios de resguardo de la tropa, descanso de los caballos, consecución de alimento y provisiones, cura de los heridos o enfermos, realización de trámites administrativos y ocasión para vender minerales y esclavos.
Con una tardanza que dice mucho de nuestra descuidada subestimación acerca de nuestro pasado, la primera parte de la obra de Fray Pedro de Aguado se publica en Bogotá en 1906 y la segunda, la correspondiente a Venezuela, en Caracas en 1915 por inapelable disposición del benemérito Gómez y gestiones hechas ante él por dos sucesivos presidentes de la Academia Nacional de la historia, Manuel Acosta Ortiz y Francisco Antonio Rísquez.
Leyendo al padre Aguado uno se encuentra con la justa valorización de Juan de Ampíes como un conquistador amigable con los indios, que ofrece convivencia al poderoso cacique Manaure para sentarse y fundar pacíficamente a Santa Ana de Coro. Es el primer capitán español que en Venezuela prefiere apelar a la paz antes que tener que emplear el recurso de la guerra. No permite la esclavización de los indigenas.
Hablando de lo que es primero, hay que reivindicar como un aporte significativo este intento de un hombre de armas de establecer, en un acuerdo con los indios, un modelo de excepción: conquista como relación de cooperación y reconocimiento de la condición de personas a los nativos. Otro detalle, interesante más que banal, es que Ampíes fue primero en ver esa cama móvil que es la hamaca, tambien usada para el transporte de Manaure como principal entre los indios.
Relata Aguado que durante el primer tramo del viaje a América, la nave Nuestra Señora de la Regla , enfrentó tormentas tan fuertes que fue devuelta por dos veces a Cádiz con muchas perdidas para la tripulación y el navío, por lo que los marinos comenzaron a pensar que era una advertencia divina para desistir del viaje. Para conjurar este maleficio, alguien atribuyó a tres marinos sodomitas el percance. Uno murió en una riña, los otros dos fueron apresados y quemados según la Ley.
Esta anécdota que nos trasmite Aguado es el primer registro de un castigo ejemplar al pecado dentro de un viaje de los conquistadores.
También Aguado nos cuenta que en la travesía entre Puerto Rico y Coro con velas desplegadas, un grumete que no sabía nadar cayo al mar. Así que cuando amainó el viento se apresuraron a maniobrar para regresar y rescatar al compañero. Y para alegría de todos lo avistaron vivo, posado sobre las aguas. Al preguntarle sobre como pudo mantenerse a flote, el grumete respondió que cuando cayó se había encomendado con devoción a la virgen. Y este suceso pasó a ser, de boca y tragos, el primer milagro del descubrimiento.
En 1533 ocurrió la primera conflictiva disputa por el mando, luego del vacío de poder que se produce tras la muerte de Alfinger. Dice Aguado que después de largos desacuerdos e intrigas locales, los Welsers designaron a Jorge Espira como nuevo gobernador de Venezuela y para el mando militar fue escogido Pedro de San Martin. Pero el factor de orden y estabilidad por su estima, valor y lealtad a la corona, fue Juan de Villegas.
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Un hombre destacado por ser en mucho de primera y quien en el siglo XX es señalado por el hermano Nectario María como fundador de Valencia.
Todos estos cuentos, pequeños tesoros históricos y literarios, se encuentran en las páginas escritas por Fray Pedro Aguado, primer cronista de Venezuela.
Simón García es analista político. Cofundador del MAS.
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