El problema no es la Unión Europea sino el apoyo popular, por Ángel Monagas
Twitter: @AngelMonagas
Luego de escuchar el miércoles pasado a Juan Guaidó, nuevamente observamos a un dirigente perdido en un discurso vacío, hueco y sin elementos que permitan a los venezolanos encontrarse con alguna propuesta seria.
No se reconocen los errores y las fallas. Y no nos queda claro cómo es que los venezolanos vamos a salir de este régimen.
Por ejemplo, la semana pasada leí en el semanario El Venezolano, un artículo de Wladimir Torres sobre el Tribunal Supremo de Justicia “en el exilio”. Cito:
“Abandonado por el Gobierno Interino de Juan Guaidó… En todos los países del mundo, el Tribunal Supremo Justicia es el órgano más importante de las estructuras de gobierno, en el caso particular de este TSJ en el exilio, llama la atención la poca importancia que le ha otorgado el gobierno interino bajo la Presidencia de Juan Gerardo Guaidó; la comisión de finanzas de la asamblea que preside el mismo Guaidó, aprobó recursos monetarios para el TSJ, y hasta la fecha no han sido entregados…” “no quisiéramos pensar que el abandono del TSJ por parte del gobierno interino se debe a la posición férrea que tienen estos Magistrados en contra de cualquier caso de corrupción venga de donde venga, y el no estar de acuerdo de la manera como algunos de los integrantes del gobierno interino están cumpliendo con las funciones que les fueron asignadas, la realidad de las penurias que estos profesionales del derecho están pasando…”
Realidad Nacional
La verdad, por dolorosa que sea, sigue siendo la verdad: de esta dictadura, régimen o cualquier calificativo que usted le dé a estos 22 años de un ejercicio de poder sui generis, no hay salida fácil ni rápida. El que diga lo contrario miente y es parte del sistema de complicidades imperantes entre el régimen y parte de los factores tradicionalmente representantes de la oposición.
Las opciones giran sobre la base de trazar objetivos a corto y mediano plazo, ir ganando espacios, con trabajo permanente, sin incoherencias, sin contradicciones y sin arreglos tras bastidores con la dictadura.
Construir en un terreno propio para dar una batalla final. En el 2013 al 2015 se hizo y luego la desastrosa gestión en la AN tiró por la borda el espacio conquistado. Por ese error algunos deben pedir perdón y hacer un acto de contrición.
Igual por lo que no se hizo en 2019, cuando Guaidó se hizo el ídolo nacional. Hay que abortar esa falsa premisa de que solo Guaidó puede volver a levantar la calle. Su ciclo murió y retrasar ese entierro solo afectará más a los partidos de la MUD y, de retruque, al pueblo.
La única variable es el comienzo del ejercicio de poder, del presidente de los Estados Unidos, Joe Biden. Un hombre de escuela política clásica, quien solo anunciará, luego de que resuelva la situación, si esa es su voluntad.
Por ahora, Estados Unidos y su gobierno, como es tradicional en ellos en materia internacional, caminarán la misma senda de Trump: no reconocer la dictadura bajo ninguna naturaleza.
La diferencia estará es la estrategia con la que abordan el sistema castro-comunista.
No habrá solución para Venezuela que no pase por las manos de los rusos y de los chinos o que tenga un visto en contra de los castro-comunistas.
Sí hablarán con Nicolás, no lo duden. No lo anunciarán ni lo comentarán, salvo que haya una respuesta positiva de ambos sectores.
La dirigencia política de la MUD-G4 perdió el respeto del Departamento de Estado. Ellos saben que no dominan el escenario venezolano. Por ello el retraso estadounidense en actuar.
La reunión del 3 o el 4 de enero 2021
Se hizo en Caracas. Estaban presentes Nicolás Maduro, Jorge Rodríguez y Diosdado Cabello. Nadie más.
Maduro manifestó su firme intención de reelegirse en el 2024. A eso le ripostó Cabello que el acuerdo era “apoyarlo por dos periodos” y, en consecuencia, él aspiraría. Sin inmutarse, Jorge Rodríguez advirtió mirándole: “Si tú aspiras en el 2024, yo también”.
Triste es que la llamada oposición venezolana no aproveche esta coyuntura que tiende a crecer en el chavismo.
Maduro-Biden
Los que apuestan un acuerdo sobre la base de elecciones presidenciales, yerran.
Maduro bajo ningún concepto, apoyado como está por el bloque Rusia-China-Irán-Turquía-Cuba aceptará repetir elecciones presidenciales y legislativas nacionales.
Si Biden lo llamara para eso, simplemente le dirá que le responderá después y hasta allí discutirá el asunto.
Salvo que Biden demuestre con hechos —y no en Twitter o meras declaraciones como Trump— que está dispuesto a una intervención armada —lo cual a mi juicio es un 90% improbable— la dictadura no sentirá presión.
Maduro pudiera —no es 100% seguro— nombrar un nuevo CNE, dándole la posibilidad a la oposición mudista de tener algún representante, incluida una auténtica observación internacional. Hasta allí.
Estos tipos no condicionarán ni se acordarán. Vienen con todo, sobre todo porque no existe sobre ellos una real oposición.
Estamos en presencia no de un juego de ajedrez que es como debiera ser la actividad política.
No. Esto es para ellos un juego de póker, con la ventaja que ellos saben las cartas de cada jugador. En consecuencia, el chavismo sabe hasta dónde puede presionar y hasta dónde puede llegar cada jugador.
El chavismo tiene una escalera real que está formada por un as, un rey, una reina, una jota y un diez, todos del mismo palo. La escalera real es una mano invencible.
Tendría que haber una nueva repartición de cartas y otro, imparcial, que cumpliera esa tarea.
Elecciones regionales y municipales juntas
Decidido ya en el alto chavismo. Objetivo: terminar de tentar a los de la oposición mudista, quienes prácticamente ya decidieron participar. Esto no les deja otra opción pues el ganador se llevará todo. Además, la comunidad internacional quiere eso.
Perder la Unión Europea no es lo importante. Lo grave es que se perdió el apoyo popular, las grandes mayorías. El problema no es tener una «unidad mejor» sino una que interprete, que se identifique con el dolor de la gente. Ganar ese respeto, esa credibilidad, no será tarea fácil. Sobre todo si muchos hablan y hablan de problemas que no padecen, que no viven.
Si se gana nuevamente ese espacio la UE y el resto de la comunidad internacional recobrará su confianza en el liderazgo político venezolano.
La dulce espera
Ramos Allup y Capriles siguen esperando la sentencia del TSJ chavista con la que les devolverán los símbolos y los partidos AD y PJ, respectivamente.
El tiempo conspira contra ese arreglo. Eso debe abarcar no solo la discrecionalidad en el ejercicio del poder del régimen sino su permeabilidad a algunos regresos importantes de figuras políticas para esa campaña.
Al parecer, Ramos Allup está molesto con el gobierno de EEUU por la situación de su cuñado y no sería la primera vez. Recuérdese los famosos secretos develados hace años de las reuniones de un embajador con el CEN adeco, donde salió a relucir el nombre del dueño de la mansión de Camoruco.
Ángel Monagas es abogado y comunicador.
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