El producto más caro es el que no se consigue, por Víctor Álvarez R.
Twitter: @victoralvarezr
Venezuela viene de sufrir una prolongada contracción de su actividad económica. El PIB se redujo en un 80 %. Es como si una persona que pesaba 100 kilos la vemos al cabo de unos años y apenas pesa 20 kilos. La contracción de la producción se tradujo en un aumento de los índices de escasez de bienes y servicios indispensables para la vida que se encarecieron cada vez más, volviendo sal y agua la remuneración de los trabajadores.
Cuando se castiga el salario también se castiga la actividad económica. La inflación erosiona el poder adquisitivo y desata un círculo vicioso difícil de romper. Sin demanda, las empresas ajustan sus nóminas al nivel de producción que pueden vender.
Al castigar el consumo privado baja la demanda agregada y la producción se desacelera, estanca y contrae. Así comienzan a aparecer problemas de escasez que propician el acaparamiento y la especulación. Como ya sabemos, el producto más caro es el que no se consigue.
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Un aumento del salario real mueve la economía y ayuda a vencer la recesión. Quienes viven de un ingreso fijo tienen mayores necesidades insatisfechas y cuando reciben un aumento de sueldo tienden a gastarlo todo. Por eso, el salario no puede ser considerado como un costo de producción más, sino como la principal fuerza motriz del consumo privado y de la demanda agregada.
Un aumento salarial contribuirá a la reactivación económica, siempre y cuando no sea inmediatamente trasladado a los precios. Para obtener más ganancias no hay que aumentar los precios sino los salarios y así activar el círculo virtuoso de mejores salarios, mayor demanda, mayor producción, mayores ventas, más ganancia y mejor rentabilidad.
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Víctor Álvarez es economista. Investigador/consultor. Premio Nacional de Ciencias.
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