El profesor judío, por Gustavo J. Villasmil Prieto

Cuarenta años tuvieron que transcurrir para ver realizado un acto de elemental justicia: el del desagravio público a la memoria del profesor Henrique Benaim Pinto (1922-1979), maestro de la Medicina Interna venezolana. El trago fue amargo. Corrían los días postreros de la llamada Renovación Universitaria. La UCV sería intervenida.
Eco lejano del Mayo francés para algunos, aquel sobrevaluado proceso que llamó a “tomar el cielo por asalto” y a “ser realistas, pidamos lo imposible” permanece aún a la espera de un juicio ecuánime que no sacrifique la verdad en los altares de la ideología. Un juicio por demás necesario para una universidad y un país obligados a iniciar el duro retorno de sus grandes mitos.
Porque si graves fueron los males que en su día la “renovación” denunciara, no menos graves serían los que su furia desató. Como escribe Gioconda Espina, “la calidad académica bajó considerablemente desde 1969”. La “renovación” privilegió la alineación ideológica por sobre el mérito académico en tiempos en los que, como me contó un viejo profesor, “el único requisito para ser decano o director de escuela era tener 18 años cumplidos y presentar la cédula de identidad”.
No fueron pocos los maltratados por aquel movimiento y su estela: hasta Arturo Uslar Pietri fue vetado. En 1976, la UCV asistió al horrendo aquelarre de la quema pública de Del Buen Salvaje al Buen Revolucionario de Carlos Rangel. Se echaba al fuego un libro ¡en los espacios de la Universidad!
Fue un día de 1972 cuando el profesor Benaim Pinto recogió sus cosas y abandonó para siempre su cubículo de profesor de Clínica Médica en el Hospital Universitario de Caracas. Aquella mañana, a poco de llegar, encontró pintarrajeada sus puertas y paredes con consignas difamatorias escritas por aquellos hijos de la “renovación” que, paradójicamente, echaban mano a uno de los más antiguos e infamantes discursos que jamás haya conocido la historia de Occidente: el del antisemitismo.
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En medio de la deshonra, el profesor Benaim Pinto se marchó de la UCV para nunca más volver. De nada le valió haber sido fundador de cátedras y programas de postgrado. “Judío”. Así ponían las vergonzosas consignas con las que pintarrajearon las paredes de la oficina del profesor Benaím Pinto. Nada distinto a aquellas de “jüden” con las que los matones de las SA alemanas marcaron las casas y sinagogas saqueadas y destruidas durante la terrible Kristallnacht del 9 de noviembre de 1938.
No tardarían los pronunciamientos, las protestas y las expresiones del tan venezolano “abajofirmantismo”. Lo cierto fue que los responsables de aquella afrenta eventualmente se graduarían sin recibir la sanción ejemplarizante que sin duda merecían.
Aún hoy es posible verlos comme si rien ejerciendo en hospitales y clínicas cuando no ocupando posiciones en el actual régimen. Con aquel dolor nadie se hizo solidario. Frente a aquella afrenta nadie respondió, o si lo hizo sería tan solo para pronto callar. A las hirientes editoriales de la Tribuna Popular nadie replicó.
En 1977, la Facultad de Medicina y su decano de entonces, mi querido y generoso maestro doctor Carlos Alberto Moros Ghersi, trataron de gestionar la reposición del vilipendiado profesor Benaim Pinto a su antigua cátedra. Pero era tarde ya, pues avanzada estaba en él la enfermedad ante la que sucumbiría en diciembre de 1979.
Al profesor Benaim Pinto debe la UCV uno de los libros más importantes jamás escritos en su seno: Significación de la queja en la relación del médico con el paciente y del paciente con el médico, de 1983. El magnífico texto con el que el maestro Benaim Pinto se incorporara como numerario a la Academia Nacional de Medicina en 1976 recoge toda una originalísima aproximación a la ontología del hombre enfermo en la perspectiva de la filosofía existencialista de Martin Buber y de los pensadores de aquella fecunda Frankfürt de Frank Rosenzweig y de Viktor von Weizsäcker. La queja del enfermo es para Benaim Pinto, “una biopsia del mundo en que vivimos”, por lo que su enfoque pormenorizado y cuidadoso resulta crucial tanto a los fines del diagnóstico como de la terapéutica a proponer.
En sus páginas luminosas, el grande maestro observa que “jamás todos los males que han aquejado al hombre han sido solo de naturaleza física”. Porque en Medicina, como dice Georges Canguilhem, el pathos precede al logos. Porque el problema del médico situado frente al enfermo sufriente supone un esfuerzo inmenso por adentrarse en sus males morales más allá de limitarse al estudio de sus disfunciones orgánicas.
Ha correspondido a la Sociedad Venezolana de Medicina Interna, reunida hace apenas unos pocos días en su XXV Congreso, honrar la deuda de honor que por cuatro décadas la Medicina venezolana mantuvo con aquel entrañable maestro.
Y quiso la vida que la vocera de tan necesario desagravio fuese una joven colega miembro del profesorado adscrito a la Cátedra de Clínica y Terapéutica A de la Escuela de Medicina Luis Razetti en el Hospital Universitario de Caracas, la misma de la que saliera Benaim Pinto tras aquella dolorosa afrenta. Con lúcido verbo, la doctora María Cristina Arvelo emitió el juicio que a su generación ha merecido aquel terrible hecho: “la sombra venció a la Casa”, afirmó con valentía. Sombras como las que hoy y siempre se han cernido sobre nuestra Alma Mater y que los universitarios hemos de enfrentar sin dobleces, ahora con más fuerzas que nunca.
No hay mejor reivindicación del magisterio de Benaim Pinto que verlo devuelto a las nuevas generaciones médicas. Para que lo estudien y lo incorporen a su propio acervo. Para que la conciencia de la “otredad” del enfermo que sufre impregne sus propias prácticas.
Porque tal es el sitial que merece la obra de los grandes maestros que, como la de Benaim Pinto, son de una potencia capaz de imponerse por sobre el odio, la muerte y el tiempo.
Referencias:
Espina, G (2017) Lo que queda de la Renovación de 1969. Tribuna del Investigador. Vol. 18. No.2.
Rangel, C (ed.1982) Del Buen Salvaje al Buen Revolucionario. Monte Ávila Editores, Caracas. 395p.
Benaim Pinto, H (1983) Significación de la queja en la relación del médico con el paciente y del paciente con el médico. Ediciones del Rectorado, Universidad Central de Venezuela, Caracas. 282p.
Canguilhem, G (1966) Le normal et le pathologique. Presses Universitaires de France, Paris. 242p.