El pueblo castigó al oficialismo, por Rafael A. Sanabria M.
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Las elecciones efectuadas el 28 de julio de 2024 en Venezuela, han roto el mito que rezaba: no se le puede ganar elecciones a los oficialistas, pues los resultados demostraron otra cosa, sin duda alguna en estos comicios ganados y que ahora el CNE emite otros resultados que no coinciden con la realidad evidenciada en las actas recogidas en las diferentes mesas del territorio nacional, parece mostrarnos una versión de la historia de aquel 30 de noviembre de 1952 cuando en Venezuela ganó Jóvito Villalba, con 987.000 votos por el partido URD, pero el gobierno burló los resultados y, a nombre de las Fuerzas Armadas, El Coronel Marcos Pérez Jiménez asumió la presidencia el 2 de diciembre de 1952. Todos los partidos desaparecieron.
El 28 de julio quedó claro que más allá de proselitismo, operativos cínicos apresurados, entrega de beneficios, efectividad momentánea en los programas sociales, la gente de a pie marcó otro rumbo, golpeó con fuerza la ruleta para que generar el cambio en Venezuela. El pueblo en todos sus estratos castigó al oficialismo.
Cada región es una pequeña muestra de lo que pudo lograr Venezuela, con la suma del esfuerzo por la unidad, en definitiva, el pueblo le habló al oficialismo y le expresó en las urnas su descontento.
En Venezuela no podemos seguir entrampados entre dos polos por el solo hecho de tener paraguas partidistas, ni satanizar al resto que se mida fuera de ellos. La gran verdad, y así lo saben quiénes permanecen en los extremos, es que la gente está cansada de los mismos actores y, sobre todo, de los mismos resultados. La gente quiere rostros, y más importante aún, ideas frescas que permitan rescatar los espacios de poder y ponerlos al servicio del país.
Basta ya de seguir echándole la culpa a las sanciones, tenemos la corresponsabilidad de sujetarnos los pantalones y ponernos bien puestas la botas y enfrentar de manera mancomunada nuestros problemas que nos afectan de manera inmediata, de lo contrario estaríamos siendo parte del problema o el problema mismo.
El pueblo habló y con su voto expresó que los beneficios efímeros nos resuelven en el momento, solo cumplen una función paliativa, no permiten que evolucionemos, nos convierten en unos viles parásitos, donde nos beneficiamos, pero no producimos que es la razón vital para progresar.
En este julio del 2024 toda Venezuela dio el ejemplo que Caracas dio, recibió todos los beneficios que el gobierno entregó para aplicar su técnica de convicción y captar adeptos. Pero en las urnas se mantuvo firme en sus convicciones, cual fiereza de un soldado y con una conciencia clara ajena a las manipulaciones utilitarias. Sin duda alguna el pueblo de Venezuela nos dejó la siguiente moraleja: «no podemos seguir siendo individuos que pongamos por encima del bien común nuestros intereses personales, debemos pensar antes de actuar, se le dijo no al neocolonialismo y no del extranjero, sino el de la minúscula casta de los dizques líderes socialistas».
Los venezolanos están agotados de las roscas partidistas que insisten en imponer candidatos desestimando la opinión de la gente y dejando de lado a los verdaderos liderazgos con capacidad de aglutinar a la mayoría de los ciudadanos electores.
Si el 9 de enero de 2022 la cuna del padre de la revolución dejó el miedo a un lado, el resto del país tenía la responsabilidad de darle un golpe de timón al barco. El país casi en su totalidad está en manos de los oficialistas, pero no por el pueblo racional que ha venido reaccionando, sino por los líderes de las cúpulas que en su afán de conseguir su tajada o mesada propician la división o simplemente son cómplices de seguir manteniendo el régimen activo.
Lo acontecido en el Estado Barinas en el año 2022 fue la lección más contundente que el pueblo organizado le dio al oficialismo, para que entienda que el común si sabe organizarse, que ellos si están claro de lo que quieren para el país.
No podemos hacer de Venezuela un bochinche que deje mucho que desear al mundo. Venezuela requiere de altura política. Debemos avanzar con pasos firmes para ganar y transformar a este país.
De nuevo hago un llamado a los líderes nacionales a dar el ejemplo, el momento histórico que vivimos no da tiempo para buscar de acomodarnos en función a la individualidad. Si deseamos salir de este atolladero debemos dejar de pensar en «YO» y anteponer de inmediato el «NOSOTROS» como único camino que nos permita ver al final del túnel una luz.
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Entendamos que la situación no es fácil, pues nos enfrentamos a un gobierno con todos los poderes en sus manos y como dice el refrán popular: «perro que come manteca, mete la lengua en tapara», todo el pueblo está claro que en la reincidencia de los oficialistas en acciones erradas que nunca llegan a corregir. Nada puede extrañarnos que desconozcan la avasallante derrota. Pero recordemos la frase referida muchas veces por el padre de la revolución Hugo Chávez Frías: «Con el pueblo, todo, sin el pueblo, nada. Y solo el pueblo puede salvar al pueblo» entonces todos unidos salvemos nuestro país.
Venezuela la tarea es defender el voto…
Unidad y más unidad.
Rafael Antonio Sanabria Martínez es profesor. Cronista de El Consejo (Aragua).
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