El que no vote pierde, por Teodoro Petkoff
Las elecciones municipales del próximodomingo 8 tienen a los jefes del chavismo un tanto inquietos. Desde lejos se les puede oler el aroma de la derrota. No es para menos. Desde el 7 de octubre del año pasado, cuando Chávez fue reelecto, pero con una caída de once puntos porcentuales respecto de su anterior comparecencia electoral, la progresión descendente de la votación oficialista no ha cesado. En las elecciones parlamentarias la diferencia entre los resultados de ambos bloques fue contundentemente favorable a la oposición y los sondeos de opinión para las municipales anuncian números parecidos en la correlación entre gobierno y oposición. Aunque cada uno de los 335 municipios tiene sus especificidades locales, que pesan bastante en el ánimo de los respectivos electores, la polarización global tiende a influir difícil saber cuánto sobre esas circunstancias particulares, de modo que los resultados, como en cada uno de los comicios realizados hasta ahora, reflejarán nuevamente cómo se está moviendo la opinión política nacional.
Ocurre, que constituyen las elecciones municipales las menos concurridas de todas y en las cuales se manifiestan niveles siderales de abstención.
Nos gustaría llamar la atención de los electores que se autodefinen como opositores sobre el grave error que se cometería de darse nuevamente, este domingo, la repetición de la conducta tradicional de desapego y/o indiferencia ante las elecciones municipales. Ya a estas alturas pareciera estar fuera de discusión que es el electoral y democrático el camino para enfrentar y derrotar, cada vez más decisivamente, al gobierno chavo-madurista. Admitiendo esta premisa, se puede decir que en Venezuela no hay elecciones que puedan considerarse de menor importancia que otras.
Todas son igualmente importantes y significativas. La razón es obvia. En una sociedad lamentablemente tan polarizada como la nuestra, cada confrontación electoral pone en juego la correlación de fuerzas nacional y revela cómo se está desarrollando y hacia dónde va, globalmente, este enfrentamiento que ya dura casi quince años.
Dicho sea de pasada, la frecuencia de elecciones ha tenido la virtud de remachar la idea de que el único camino, no sólo viable sino conveniente, para procurar un desenlace favorable a la oposición, es el democrático, es decir, el que tiene los procesos electorales como coyuntura fundamental. La vida se ha encargado de demostrarlo así y es a través de ellos como la oposición ha podido ir comprobando tanto su progresivo crecimiento como el deterioro del oficialismo. Uno es consecuencia del otro.
De allí que este domingo, a las razones particulares que en cada municipio existen para votar de una u otra manera, para los opositores de siempre así como para los nuevos muchos son los que habiendo comenzado a defraudarse todavía con Chávez en acción, como lo demostró el resultado de su reelección, sienten que sus sucesores no dan la talla el compromiso de votar es la contribución de cada quien a continuar ensanchando el camino hacia la victoria definitiva.