El recorte de los sueldazos
Ahora que Chacumbele está hablando de austeridad, este minicronista le pregunta a sus lectores si no se acuerdan de aquella vez, a comienzos de 2007, si mal no recuerdo, que el Gran Charlatán mandó a que se rebajaran sus altísimos sueldos los «revolucionarios» enquistados en instituciones del Estado donde ellos mismos se ponen sueldazos de 25 y más millones mensuales, con 7 y más meses de aguinaldo.
Durante una semana eso fue tema de conversación y de comentarios mediáticos. Varios de los aludidos hicieron declaraciones tratando de demostrar que lo que devengaban lo merecían porque se lo ganaban con el sudor de su frente (y de sus posaderas, diría uno, porque burócratas son). Viene a la memoria la declaración del general Mûller Rojas, quien, como siempre, estimulado por dos güisquicitos, dio la justificación más pintoresca de todas de los emolumentos que devengan.
A la semana, sin embargo, el tema había desaparecido del cotorreo y nunca más se habló de ese rapto de austeridad revolucionaria, que entre dos viajes en su lujoso Airbus, había tenido el Gran Charlatán. Su gente, que lo conoce demasiado bien, sabía que esa vez, como tantas otras, a las 48 horas ya se habría olvidado del asunto, así que Luisa Estela Morales o Rafael Ramírez, para citar dos de los más emblemáticos gozones de la «revolución» ni siquiera se preocuparon por fingir que le iban a parar a ese impromtu robespierrista de Chacumbele. «Quién le va a hacer caso a las vainas de ese loco», oyeron decir a la presidenta del TSJ, quien, cuando cree que Chacumbele no la está viendo vota contra él (como en el referendo constitucional) y suelta cada cosa, que ríanse ustedes de Patricia Poleo.
A lo mejor, esta vez, sin embargo, habida cuenta de que el capitalismo está a punto de hundirse y a pesar de que los consejos del Coma Andante nos protegen, algo nos salpicará de ese derrumbe y alguno que otro Audi deberá ser sustituido por un carrito más modesto.
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