El reencuentro de Venezuela, por Griselda Reyes
Tengo una invitación especial para todos: cerremos los ojos e imaginemos nuestra felicidad de escuchar el timbre y, al abrir la puerta, ver a nuestros hijos, nietos, hermanos, sobrinos, familiares que han emigrado de Venezuela. ¿Sería un momento mágico, cierto?
Hoy, la Venezuela del reencuentro y el reencuentro de Venezuela, es posible. No quiero ilusionar a nadie. No soy una mujer que vende humo, ni cae en la demagogia. Tengo pensamientos y desvelos por tantas familias rotas y fracturadas por la crisis país.
Por la madre del hijo ausente, por el niño bajo la ausencia del padre o la madre, por la abuela o el abuelo aislado; sintiendo todos los abandonos como manifestación material de la no presencia física.
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Soy madre, con una hija migrante. Conozco de primera mano el dolor del hijo ausente. Se, que por mucho que lo intente, mis brazos no pueden llegar hasta donde está, para ayudarle, para protegerle. Por mucho que crezcan nuestros muchachos, siempre serán nuestros bebés.
Se que para todas las madres esto es igual, y todas anhelamos poder servirles un plato de comida en su casa, en nuestra mesa común.
Venezuela ha sufrido mucho en estas dos décadas y media de socialismo. Pero sin duda, el tema migratorio ha sido de las peores fracturas.
Abuelos que no han tenido la dicha de conocer a sus nietos, madres que han pasado hasta una década sin poder abrazar a sus retoños, hermanos que por años solo han mantenido contacto por redes sociales. Parientes que no han podido despedir a sus muertos. Una situación compleja y dolorosa.
Por frenar esto, es que estamos empeñados en cambiar esta realidad y darnos, para todos, un país de reencuentro. No hablo de devolver a los casi ocho millones de venezolanos que han salido del país en busca de mejores oportunidades.
Soy realista, sé que muchos de ellos ya han rehecho sus vidas en otras latitudes, pero si quiero apostar todo por un mejor país que permita que quienes quieran retornar a casa, puedan hacerlo. Esa Venezuela del reencuentro, si es posible.
Yo apuesto a un país diferente donde la emocionalidad del venezolano conviva con servicios públicos eficientes y que funcionen normalmente, donde no se vaya la luz, que no escasee el gas, no falte el agua y no tengamos que hacer colas por gasolina.
Yo quiero una Venezuela donde existan empleos de calidad, y los sueldos supongan calidad de vida para todos.
Esto no es una utopía. Fuimos de los países más ricos y ejemplo para el continente, receptor de millones de migrantes. Hoy con reservas importantes de futuro. ¿Qué nos impide ser el país de oportunidades, la Venezuela del reencuentro?
Para nadie es un secreto que estoy en campaña política, haciendo la tarea necesaria para organizarnos en función del voto como herramienta de cambio. ¡Siempre he creído en esto!
Falta la disposición de hacernos valer como mayoría que anhela un cambio. ¿Cuándo? Dentro de unos 50 días, el 28 de julio.
Vamos a pensar en este país donde recibamos a los nuestros con los brazos abiertos. Cuando la desmotivación nos pretenda ganar la batalla, soñemos con los ojos despiertos en que Venezuela puede ser otra. ¡Puede ser el país de reencuentro que nos merecemos!
Griselda Reyes es empresaria. Miembro verificado de Mujeres Líderes de las Américas.
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