El régimen contra el país, por Freddy Núñez
Twitter: @nm_freddy
Utilizando la jerga del marxismo fosilizado se puede asegurar que: “El análisis concreto de la realidad concreta”, indica que Venezuela es víctima de un régimen delincuente. Si delincuente es quien viola la ley, el actual régimen y todos los poderes públicos lo son, puesto que sus actos, como práctica permanente, se fundamentan en la violación flagrante de la Constitución y leyes de la república.
El último episodio lo constituye el monumental fraude que parió la “elección” de la fraudulenta, ese circo mediocre que llaman Asamblea Nacional.
El repudio a la delincuencial convocatoria fue, según fuentes serias, del 80%. Solo Jorge Rodríguez, quien degastó de tal forma el cinismo que devino en payaso, hizo el ridículo ecuménico al asegurar que habían logrado un triunfo extraordinario. Pena ajena. Lo cierto es que allí está el monstruo totalitario, únicamente sostenido por el alto mando de una Fuerza Armada que, violando la Constitución, utiliza las armas de la república para apuntalarlo.
El pacto que selló la creación de este monstruo bicéfalo: Miraflores-alto mando, surgió inmediatamente después de que el país asistió masivamente a elecciones y expresó su voluntad de otorgarle a la oposición los 2/3 de la Asamblea Nacional. Decidieron que nunca más perderían elecciones de poderes fundamentales, es decir, la Presidencia de la República o la Asamblea Nacional.
Queda claro, como lo demostró recientemente Bolivia, que la fuerza armada es clave para impedir la perpetuación de la dictadura y que la oposición debe crear las condiciones políticas para que, tanto la lucha interna como la presión internacional, obliguen a quebrar el pacto. Hay que continuar, pues, en la ímproba tarea de organizarse para sacarlos del poder.
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Una política con posibilidades de éxito debe comenzar por asumir el mensaje implícito en el resultado de las “elecciones”. Queda claro que el régimen arrambló con la Constitución, eliminó cualquier vestigio u hoja de parra democrática que pudiera quedarle y concretó el ejercicio totalitario y antidemocrático del poder.
En las actuales circunstancias es más urgente que nunca trabajar por la unidad nacional. Diseñar una política que canalice la necesidad colectiva de salir de este régimen mafioso, a través de diversas formas de lucha que superen la trampa de empeñarse en que debe participarse en cualquier elección sin tener ninguna garantía de respeto a la voluntad de las mayorías, como ha sido evidente.
Esa política, en lo interno, debe incluir aportaciones concretas en cuanto a las formas de organización colectiva que permitan articular y encausar, de manera efectiva, el malestar y las protestas ciudadanas en defensa de sus derechos.
No hay alto mando capaz de parar a millones de ciudadanos en todas las calles de Venezuela dispuestos a ser libres.
En el plano internacional, se impone reforzar la búsqueda de apoyos aportando información sobre el peligro concreto que para la seguridad de Occidente y para el sistema democrático, significa la complicidad del régimen con diversos grupos terroristas y, en especial, con Irán, el interés geoestratégico ruso y chino y la expansión del tráfico de drogas, a través de organizaciones narco-terroristas colombianas y venezolanas, entre otra larga lista de acciones delictivas.
Los medios de comunicación internacionales deben ser alimentados con estas informaciones para que tengan absoluta claridad sobre lo que aquí ocurre y no incurran en las babosas complicidades que algunos, como el diario El País de España, mantienen con el régimen.
Hoy está claro que el desplazamiento de este tipo de regímenes del poder no es un asunto de barruntos académicos que pretenden ofrecer una sola versión de las transiciones.
Hay muchos ejemplos en la historia sobre las diversas vías posibles para sacar a las dictaduras del poder.
El reto de los venezolanos es, partiendo del mandato expreso de la Constitución de defender la democracia, cómo hacer que la mayoría ejerza su poder y se manifieste para lograrlo.
Estas tareas tienen que ser asumidas por la oposición que no ha dejado de luchar, que enfrenta sin ambages todos los peligros, que no tiene nada que ver con los cómplices que posan de opositores, los que ruegan una sinecura, los alacranes y demás bichos de uña, que tanto daño le hacen al país.
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