El reto de Peña, por Teodoro Petkoff
El alcalde Alfredo Peña se ha salido con la suya en dos cosas realmente significativas. Una, la designación de Henry Vivas, comisario policial civil, como comandante de la Policía Metropolitana. Otra, la contratación de William Bratton, el experto policial norteamericano, para que asesore a los municipios de la Gran Caracas en materia antidelictiva.
Con el nombramiento de Henry Vivas se dio un paso importante en la desmilitarización de un cuerpo policial que por definición debe ser civil y cuya militarización durante más de treinta años seguramente puede explicar algunas de sus más importantes carencias y defectos. No porque los comisarios civiles sean los «buenos» de la partida y los guardias nacionales los «malos», ya que en los problemas y fallas de la PM está involucrada gente de ambos sectores, sino porque librar a ese cuerpo de la tutela de la Guardia Nacional y colocarlo directamente bajo el mando de su autoridad natural, que es la alcaldía, permite descorrer las espesas cortinas castrenses, que lo hacían opaco y literalmente inaccesible al control de esa autoridad natural -que antes era la gobernación.
Con la contratación de Bratton, Peña sencillamente ha dado una demostración de sentido común. Apelar a los conocimientos y la experiencia de alguien que ha tenido éxito en su propio país y en algunos otros del continente en el diseño de políticas antidelictivas, sólo puede ser cuestionado por quienes han venido fracasando en este empeño y temen que el éxito de Bratton pueda demostrar su propia incompetencia. Por cierto, con la traída del policía gringo, Peña, en cierta forma, hace la crítica de aquella consigna suya, demagógica y peligrosa, que tanto le objetamos desde aquí, de «plomo al hampa». Lo que se sabe de Bratton es que su idea del asunto no es precisamente la de enfrentar el crimen haciendo criminal al Estado. Por lo demás, no es que Bratton tenga el éxito asegurado porque sí, pero probar con él, a la luz de tantos fracasos, es perfectamente razonable.