El reto del Trump presidente es superar al Trump candidato, por Ángel Monagas
Aún los rostros de los demócratas en los Estados Unidos están húmedos de las lágrimas al ser derrotados por el polémico Donald Trump.
Muchos empiezan equivocadamente un análisis ¿Por qué perdió Kamala Harris? y es un error el planteamiento. Nunca ganó. Trump inició adelante en la carrera y no perdió jamás esa posición.
La entrega del testigo por parte de Biden dejó perder mucho espacio y ella no fue la mejor decisión para llevarle el paso o alcanzar a un «líder» como Donald Trump.
Biden, lamentablemente desde el principio estaba derrotado y no ha debido aspirar. Es allí el génesis de lo que vive el partido demócrata en todos los Estados Unidos.
Perdieron el protagonismo, la iniciativa y el «timing» de una campaña donde el enemigo nunca perdió el paso, aún y a riesgo de sus habituales errores, exageraciones y hasta mentiras.
Un dicho muy viejo del excéntrico pintor Salvador Dalí, que en la praxis nos indica sobre la actividad de un político «que hablen bien o que hablen mal pero que hablen».
Donald Trump todo el tiempo desde el resultado electoral del 2020 ha sido noticia, debate, opinión, etcétera.
Los juicios en su contra aumentaron su popularidad. Se hizo víctima de una población que urgía de cambios.
Kamala nunca estuvo cerca del primer lugar. Cuadro en el aparato de salida porque el jinete de su partido no pudo terminar la carrera.
No hubo debate interno mientras que Trump empezó por una fuerte pelea interna por la candidatura. Recordemos el enfrentamiento con De Santis.
Kamala y la historia
Ante la coyuntura histórica de querer ser la primera mujer presidente de los Estados Unidos, la primera potencia del planeta, Kamala no encajaba.
Su gestión fue gris, insípida y desabrida.
No dudo de sus condiciones personales pero para dirigir una nación como está, no basta con ser, hay que parecer como la mujer del César.
Trump encarna a mi juicio el concepto latinoamericano de Líder: Lloran por él, sufren por él, pero votan por él.
Es cierto que cometió delitos, que le gusta conquistar mujeres y como ha tenido, como ha hecho uso de ese poder económico, se ha rodeado de hermosas mujeres.
¿Y eso a juicio de las mayorías es malo?
Los electores buscan un presidente, no un santo.
Trump es básicamente Trump. Él está mucho más allá del partido republicano y sus valores. En sí mismo, él es una entidad, una forma, una visión y una praxis de hacer política. Por eso muchos líderes de su partido no lo respaldaron en secreto, aunque no públicamente.
Quizá los hechos demostraran mis apreciaciones: Antes de que termine su periodo habrá un distanciamiento con la cúpula republicana. Para eso llegó Trump y es el legado que pretende dejar.
Un país como Estados Unidos no puede ser representado únicamente por un elefante o por un burro.
Biden hizo un gran esfuerzo. Los que llegamos a Estados Unidos como inmigrantes y hoy somos asilados, residentes o ciudadanos tenemos una deuda con él. Hasta allí.
Vale señalar como dijo el líder argentino Perón «el pueblo nunca se equivoca».
Estados Unidos es un país desarrollado en tecnología, en recursos, en oportunidades.
No obstante su población es diversa y el 80% es originario de otras latitudes. El ciudadano promedio no tiene el nivel cultural y político de los latinoamericanos, confía y cree. Brinda confianza.
Llega a niveles de estupidez, por no decir ignorancia supina.
El aislamiento es general. Cada quien vive su vida, en su familia, en su comunidad o calle. Hasta el concepto de familia es muy restringido. Nosotros incluimos primos, tíos, abuelos, padrinos, entre otros.
Los que saben algo lo saben todo de ese mismo objeto, cosa o causa.
Si colecciona «latas» las tiene todas, si son vehículos viejos igual. Nadie sabrá más que ellos de eso.
Trump habló para ese target, el que su vida es su mundo y no sabe los nombres ni de sus vecinos y mucho menos conoce otros países o pueblos. Se conforma y se asombra con poco.
Por eso tocó y enfatizó el tema migratorio a riesgo de los 38 millones que votan. Igual el tema económico.
La gente común sueña con el regreso de los Estados Unidos de los 70, 80 y 90.
Los jóvenes escucharon a sus padres y Trump los enamoró. Su análisis empático fue acertado.
El interés de Trump es cumplir ese rol. Ya no es el dinero. Es el poder para transformar y entregar el legado que él prometió.
Quien se atraviese en su camino encontrará un enemigo mortal.
¿Por qué los latinos votaron por Trump?
Los latinos y en especial los recién llegados, al resolver su problema legal se olvidan rápidamente de dónde vienen y apoyan a quien anuncia poner orden en la frontera.
Conozco una familia que todos compraron la nacionalidad a través de falsos matrimonios y hoy hablan como si hubiese nacido aquí y son más «trumpistas» que Melania, llegando a señalar como «indeseados» a los inmigrantes ilegales.
Nuestra cosmovisión latina es otra. Otros valores, distintos principios. Tenemos lo pícaro de la herencia española que llegó a nuestras tierras del bajo mundo europeo, con el agregado de 700 años de dominación árabe. Que se adueñó de tierras que no eran suyas bajo un poder «inventado» y protegido en nombre de un Dios que jamás fue consultado a los pobladores originarios, quienes eran convencidos a la fuerza, muchas veces sacrificándolos por un Dios que vendían los conquistadores era el verdadero y que dio su vida por «amor» a la humanidad.
La alta votación en los latinos es simple: La inmigración busca a pesar de que parezca un cliché, el sueño americano y si alguien puede lograrlo es Trump.
Su reto no es nada minúsculo.
Análisis errático
Un error común es analizar la campaña en los EU con los parámetros venezolanos, colombianos o latinoamericanos en general.
El estadounidense promedio es conservador, claro en más de 350 millones de habitantes tiene que haber de todo. El latino también es inclinado a valores tradicionales y en eso los demócratas no fueron asertivos:
El tema de la inclusión sexual en los niños, la legalización de las drogas, el aborto, varios temas que a mi juicio no fueron bien explicados en el enfoque de la candidata.
¿Qué latino puede estar de acuerdo con que a su hijo lo enseñen o eduquen en la escuela bajo la influencia de que él no puede todavía admitir su sexo, con el que nació? Otra cosa es que al ser adulto decida otra cosa. Eso se le puede respetar.
También al partido demócrata se le ubica como un factor de la izquierda, cercanos al socialismo, al comunismo y los líderes demócratas no estuvieron a la altura de ese debate, sobre todo con un continente plagado de miseria por gobiernos de izquierdas.
Trump es un hombre de mundo, de negocios, de relaciones. Conoce el liderazgo político de América y de Europa. Se ha codeado con ellos. Su reciente alianza con Elon Musk promete generar cambios sustanciales en las reglas del juego de poder.
Es Trump, el presidente que llegó para romper todos los paradigmas conocidos. Él sabe que los «pendejos al cielo no van, porque lo joden aquí y lo joden allá».
*Lea también: Trump, un liderazgo tóxico, por Gonzalo González
Si una falla tiene la campaña de Trump es que ha llevado las expectativas sobre él y su próximo gobierno al cielo y cualquier inclinación puede decepcionar.
El reto de Trump como presidente es estar a la altura del Trump candidato
Ahora se necesita desde ya una contraparte que entienda cómo hacerlo y no sé si el partido demócrata lo tiene.