El retorno de los emigrantes venezolanos: ¿Realidad o Ilusión?, por Luis E. Aparicio M.
El mundo vive en una constante emigración. Desde la perspectiva de un estudioso de la geografía humana, se puede decir que este fenómeno ha sido una constante desde de la aparición del hombre en la tierra. Inicialmente, la migración obedecía principalmente a la búsqueda de alimentos y recursos esenciales para la supervivencia. Hoy en día, esta necesidad primigenia se ha transformado en la búsqueda de un mejor lugar para vivir o sobrevivir, impulsada por diversos factores socioeconómicos, políticos y ambientales.
A lo largo de los años, la emigración ha evolucionado. En sus primeros tiempos, la humanidad migraba en busca de alimentos, agua y refugio. Hay que recordar que los primeros humanos eran cazadores-recolectores que se desplazaban según las estaciones climáticas y la disponibilidad de alimentos; hasta que aparece el control del hombre sobre la tierra y se convierte en agricultor.
Pero ser un agricultor también tenía efectos críticos e incontrolables como el agotamiento de las tierras y el cambio en el clima. Así que el sedentarismo era vencido por el movimiento migratorio en la búsqueda de tierras más fértiles y otros ambientes favorables.
Según las estimaciones de la Organización Internacional para la Migración, 281 millones de seres humanos que vivían fuera de su país de origen en 2020. Esta cifra puede estar quedando muy corta, considerando que probablemente se haya multiplicado desde entonces.
En este hemisferio, el caso más notable es el de nuestro país, con 6,1 millones de seres humanos, según la Acnur. Ante esta situación, la pregunta clave que nos hacemos es: ¿Es posible un gran retorno de quienes han dejado su país de origen?
En nuestros tiempos, la emigración se vive con la misma intensidad o propósito que en las otras eras, pero con un mayor número de seres humanos en movimiento buscando una salida a los viejos y nuevos problemas: saciar el hambre, evadir la violencia y las inestabilidades políticas y encontrar garantías para un futuro mejor a sus descendientes.
Un futuro mejor para los suyos, sobre todo para sus hijos: Es la frase más común entre los venezolanos que he escuchado cuando los entrevistan en cualquier otro país. Ese mismo futuro es el que muchos ofrecen desde el país que dejan atrás. Una vez desde la autocracia escuché la misma promesa de retorno, y de hecho se han concretado algunos, pero a la fuerza, no porque los motivos que le hicieron huir estuvieran desapareciendo.
Mientras tanto, la oposición al régimen también promete un retorno de concretarse su triunfo en las próximas elecciones presidenciales. Puede que muchas personas lo estén tomando como un sistema automatizado de «oprimir un botón» y de inmediato todos estarán de vuelta, pero eso no funciona de esa forma.
*Lea también: Colombia lanza nuevo permiso para migrantes venezolanos que sean tutores de niños
La realidad nos habla de otra cosa. El caso migratorio de Venezuela es, sin duda, uno de los más significativos en la historia reciente de América Latina. La crisis económica, política y social ha llevado a millones de venezolanos a buscar mejores oportunidades en otros países. La solución no luce igual a un deseo de los familiares, amigos y hasta algunos emigrantes.
Hay que tomar en cuenta que muchos venezolanos han emigrado debido a la falta de oportunidades económicas, la escasez de alimentos y medicinas, y la inseguridad. Estos problemas no se resuelven de inmediato con un cambio de gobierno, por lo que el retorno podría no ser tan masivo como algunos esperan.
Y si continuamos con un poco más de realidad, sabremos que la percepción de estabilidad y seguridad es crucial. Incluso con un nuevo gobierno, muchos emigrantes podrían esperar a ver mejoras tangibles antes de considerar el regreso.
Por otro lado, son muchos los venezolanos que han encontrado empleo, han establecido negocios y han integrado a sus hijos en el sistema educativo de los países de acogida. Regresar a Venezuela implicaría reiniciar este proceso en un contexto todavía incierto.
Tomemos en cuenta que los factores psicológicos y emocionales, juegan un papel fundamental en una decisión de retorno. La crisis ha dejado cicatrices profundas. Muchos emigrantes podrían sentir desconfianza y preferirían esperar y observar los cambios desde la distancia antes de tomar una decisión tan crucial como regresar.
La complejidad de las circunstancias y las experiencias de migrantes en otros contextos históricos indican que el retorno será, en el mejor de los casos, gradual y limitado a ciertos grupos específicos.
La realidad es que, sería más constructivo un enfoque en las estrategias para mejorar las condiciones en Venezuela y en cómo planean apoyar tanto a los que decidan regresar como a los que opten por quedarse en el extranjero. Esto podría incluir políticas para facilitar la reintegración, asegurar el envío de remesas, y mantener un vínculo activo con la diáspora venezolana.
Luis Ernesto Aparicio M. es periodista, exjefe de prensa de la MUD
TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo