El robo del siglo XXI (2), por Teodoro Petkoff
Sigamos con nuestro tema sobre el robo del siglo XXI (Recordar editorial del jueves pasado). Para facilitar la percepción sobre la magnitud del guiso cometido con las inefables notas estructuradas, expliquemos, del modo más sencillo posible, qué diablos son y cómo funcionan tales instrumentos financieros.
Son papeles que emite un banco, con un determinado rendimiento en intereses y a un plazo específico, también determinado por el banco emisor. Estas notas estructuradas están respaldadas por bonos de deuda pública de distintos países, por ejemplo, argentina, ecuatoriana, brasileña, etc. El banco emisor hace un “coctel” con alguna cantidad de estos bonos y según su fecha de vencimiento, su rendimiento y su precio, establece el precio y el rendimiento de las notas estructuradas que va a emitir, respaldándolas precisamente con aquellos bonos de deuda. El banco que las emite lo hace porque un personaje que llamaremos “el intermediario”, le asegura tener un “cliente” para tales papeles. El “cliente”, desde luego, es el Estado venezolano.
“El intermediario” adquiere un determinado volumen de NE y preciándose de sus contactos con “funcionarios” en el alto nivel del Ministerio de Finanzas, se las vende al Fonden. “El intermediario” se gana una intere$ante comisión, que comparte con “el funcionario”. Gana el banco emisor, gana el intermediario, gana el funcionario; pierde la República. En el caso del robo del siglo XXI, el Fonden adquirió unos 8 mil millones de dólares en notas estructuradas. Puede imaginarse el tamaño de la comisión. Díaz Rangel, director de Últimas Noticias, proporcionó la lista de los 15 bancos envueltos en este operativo e hizo el retrato hablado de dos de estos “intermediarios”. Uno de ellos, sería un caballero que con su parte de la cochina pudo comprar un banco austriaco y de paso obtener esa nacionalidad. ¿Quién será este señor? ¿Con quién se entendió en el Minpopopfinanzas? Chávez sabe quiénes son los dos. También sabe quién es otro “intermediario” cuyo retrato hablado hizo Díaz Rangel: alguien, corredor de bolsa, a través de una chica que trabajaba en un organismo multilateral en Washington, entró en contacto con un funcionario de la embajada venezolana en ese país, hoy gran cacao en el Minpopopfinanzas, y por allí llegó al nivel donde se toman las decisiones. Este “intermediario” es el mismo que apareció en el primer guiso de Nóbrega, todavía impune, denunciado en su época por TalCual. Chávez sabe quiénes son tanto este “intermediario” como el “funcionario” involucrado en la operación. En definitiva, Chávez sabe todo lo que ha pasado y, sin embargo, no ha tomado ninguna medida, a menos que se interprete como tal la destitución del ministro Merentes y de la directora de la Oficina Nacional del Tesoro, la entonces capitana de navío, hoy contralmirante, Carmen de Maniglia.
Pero el guiso ha tenido otras consecuencias. El precio de las notas estructuradas en poder de Fonden sufrió un bajón muy grande a raíz de las declaraciones del Presidente de Ecuador sobre el posible desconocimiento de la deuda de ese país, porque parte del respaldo de las notas está en bonos de deuda ecuatoriana. Es decir, la República ha sufrido una pérdida en su patrimonio.
Compró a 100 algo que hoy vale 85. ¿Quién responde por esta gigantesca pérdida patrimonial? El gobierno anda persiguiendo a unos tarjetahabientes que supuestamente habrían “vendido” su insignificante cupo de dólares, pero se hace totalmente el desentendido ante la pérdida de unos 1.200 millones de dólares en el guiso de las notas estructuradas. Tan corrupto es el que roba como el que lo taparea.
(Esta es la etapa I del guiso. La etapa II será descrita mañana.)