El robo del siglo XXI (y 3), por Teodoro Petkoff
Ya explicamos qué ocurre por una punta del guiso (editorial de ayer), la punta internacional; ahora veamos qué ocurre con la punta nacional. ¿Qué pasa aquí con las notas estructuradas? Pues lo mismo que con los bonos del Sur o con los bonos de deuda pública venezolana; que sirven para los negociones financieros en los cuales se entreveran funcionarios públicos de alto nivel y banqueros -no todos, sino los que pudieran ser considerados como los banqueros del régimen, que se cuentan con los dedos de dos manos y sobran dedos, quienes en esta «revolución socialista» han ganado plata como nunca antes en su historia.
Cuando Fonden crea su stock de 8 mil millones de dólares de notas estructuradas, los grandes guisadores del régimen contaron con un instrumento financiero que les permitió (¿Permite aún? Que lo diga Cabezas) hacer la siguiente operación.
El ministro Merentes, a través de funcionarios con esa atribución, ofreció notas estructuradas a los banqueros del régimen. Las notas, como es obvio, están denominadas en dólares, pero son pagaderas en bolívares, a la tasa controlada (2.150 bolívares por dólar). De modo que el banquero compra un papel en dólares a 2.150 bolívares y luego, o bien saca esos dólares al exterior o bien los vende en el mercado paralelo, donde su precio ronda los 5 mil bolívares (aunque ayer llegó a 5.250). La ganancia que se obtiene con este cómodo negocito es repartida luego entre banqueros y funcionarios, quienes, desde luego, siempre piden que la parte que les toca sea depositada en cuentas cifradas en bancos suizos o en algún paraíso financiero tipo Islas Caimán. Además, siempre dejan saber que eso no es para ellos sino «para el partido».
El negocio es tan jugoso que la repartición se hace con base en 30% para el banquero y adláteres y 70% «para el partido», aunque cuando el guiso involucra a casas de bolsa, como estas tienen menos acceso a los círculos privilegiados, deben bajarse de la mula con 80 y hasta 90% de lo que se produce. Cómo será de jugoso el guiso…
Cuando Rodrigo Cabezas llegó al Minpopopfin encontró esta manguangua y suspendió la colocación de notas estructuradas. Merentes, que iba para el Banco Central, quedó de pronto en el limbo. La capitana de navío Maniglia fue destituida de la Oficina del Tesoro, sin explicaciones. Sin embargo, recientemente, Cabezas puso en acción nuevamente el mecanismo de la entrega de notas estructurada s pero según la pauta habitual: bancos seleccionados a dedo, nada de subasta, todo opaco. Habida cuenta de la pérdida patrimonial que sufrió la República, de la que dimos cuenta ayer, las notas estructuradas tienen encima del precio a dólar oficial, una prima, para recuperar parte de la pérdida. Su precio real, ese que llaman «implícito», viene estando cercano a los 4 mil bolívares por dólar, pero como el dólar paralelo anda por los 5 mil, todavía queda un confortable margen cambiario para embolsillarse una boloña de plata.
¿Esto se va a quedar así? ¡Qué pregunta más pendeja!