El rollo de Monagas por Fernando Rodríguez
No escribimos hasta ahora sobre el problema de una doble candidatura opositora a la gobernación del estado Monagas (hay uno similar en el Táchira) porque supusimos que la mejor vía era la negociación discreta, conducida por la MUD.
La candidata Soraya Hernández se ha encargado, bastante lapidariamente, de hacer público en estos días el estado de la cuestión y, en tanto tal, involucra en él a todos los que nos interesamos en las mejores salidas para las muy decisivas elecciones del 16 de diciembre.
Como se sabe, la señora Hernández ganó en buena lid las elecciones primarias en el estado en cuestión. Pero, cosas de la azarosa vida, en fechas posteriores el gobernador en ejercicio, José Gregorio Briceño, rompió pública y estruendosamente con el gobierno chavista y pasó a formar parte de las filas opositoras. Briceño ha inscrito su candidatura a la gobernación. Tenemos pues un impasse que, dado el peso específico que es dable suponer para ambas candidaturas, prácticamente asegura el triunfo oficialista.
Triste experiencia que ya hemos visto ocurrir en el pasado reciente, que ha privado a la oposición de vitales áreas de poder y que aspirábamos no se repetiría, tanto menos en la dilemática situación que atravesamos en la actualidad.
Las muy difundidas declaraciones de la señora Hernández son absolutamente cerradas. Ella tiene un derecho adquirido, un mandato popular y no está dispuesta a ningún tipo de transacción con su rival opositor; además, dice, es un líder exhausto, de nada loable gestión y de dudosa probidad. Por el contrario Briceño declara estar dispuesto, vía encuestas, a medirse en las modalidades que Hernández considere convenientes. Eso dicen amplia y explícitamente los medios.
Suponemos que el arbitraje de este dilema le toca a la MUD que, sin ser demasiado tajante, ha dicho por boca de Ramón Guillermo Aveledo que se atiene a las reglas de juego establecidas y las palabras empeñadas aunque reconoce un conflicto de valores y no da por cerradas sus gestiones conciliadoras.
Conflicto de valores hay, entre un muy serio compromiso que atañe al país entero, el respeto a las primarias, y el entregarle al régimen despótico una pieza importante. En esos conflictos de valores inscritos en dos órdenes distintos hay que inventar, decía un conocido moralista, lo más razonablemente posible.
Nos atreveríamos a proponer que ante un imprevisto de monta y un riesgo muy cierto no sólo de perder un alfil en un juego muy cerrado sino de dañar de otra forma la unidad que se quiere preservar, porque una y otra opción deben tener más de un deudo cabría, pensamos, convocar otra vez al soberano regional para que dé su opinión ante el nuevo escenario. En elecciones primarias preferentemente, que son factibles dado el conocimiento del elector de las opciones en pugna y su simpleza, ratificando o modificando su decisión anterior. Nos parece lo más cerca de lo justo y lo eficiente; como conminante nos parece emitir esta opinión.
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