El rollo fronterizo, por Teodoro Petkoff
La presencia de guerrilleros colombianos en nuestro territorio no es un fenómeno reciente. Eso viene de muy atrás. Desde hace varios años, guerrilleros colombianos han estado entrando a nuestro país, cobrando «vacunas», secuestrando y hasta haciendo la ley. Del lado venezolano la frontera está bastante desguarnecida; sin embargo, mal que bien, hay presencia militar e institucional, pero del otro lado, la autoridad en la frontera es casi únicamente la guerrilla. El Estado colombiano está cada vez más ausente de su frontera y por eso para los guerrilleros es muy fácil el tránsito hacia acá. La solución de esta calamidad está vinculada a la paz en Colombia. Mientras no haya paz, seremos víctimas de la guerra colombiana, como le ocurre a todos los países que son fronterizos de otros donde se vive una situación similar. Por eso nos interesa tanto la paz en Colombia.
Contactos informales entre militares venezolanos y guerrilleros colombianos, así como entre gobiernos venezolanos y las organizaciones guerrilleras, han tenido lugar desde hace bastantes años. Las más de las veces con anuencia de los gobiernos colombianos. Como lo dijo el embajador de ese país, es la forma que han encontrado «actores de frontera, de tratar de reducir los daños que puede causar la guerrilla», procurando una suerte de modus vivendi con ella. Después de Cararabo, fue ese tipo de contactos el que llevó a que las FARC suspendieran, hasta hoy, operaciones armadas contra puestos militares venezolanos. Esto no es ortodoxo, pero sí muy válido en una situación en que nuestros intereses pueden ser amenazados por una guerra en la cual no tenemos arte ni parte. Por eso nos interesa tanto la paz en Colombia, para que las relaciones con el Estado colombiano no sean distorsionadas por la necesidad de esta diplomacia «informal».
Hay que rechazar con firmeza la intención de algunos sectores colombianos y venezolanos de «chavizar» el conflicto, pero también el Gobierno de nuestro país debe evitar equívocos con respecto a la guerrilla, para impedir que la manipulación de la opinión, con este tema, alimente aquella intención. En su primer año y medio de gobierno, Chávez cometió varios errores en la relación con Colombia y facilitó la creación de esa matriz de opinión que lo hace aparecer como aliado de la guerrilla. Pero, sólo torciéndole el pescuezo a la verdad se puede desconocer que de año y medio para acá, Chávez rectificó el tiro y las relaciones con Colombia se normalizaron. Se acabó la diplomacia del micrófono e incluso el incidente del video fue minimizado por Bogotá. Una aclaratoria, ahora, del Gobierno colombiano sobre el comunicado de su general Carreño sería muy conveniente porque esa declaración se parece demasiado a los cuentos del mayor Carreño de acá y ha vuelto a subir la temperatura. La paz en Colombia nos interesa, entre otras cosas, para impedir que el chovinismo domine las relaciones entre dos países que hasta el fin de los tiempos estarán uno al lado del otro y no es propiamente a cañonazos como se pueden entender n