El silencio de un domingo cualquiera se impuso en una solitaria jornada electoral

Los mercados y comercios en el centro de la ciudad tuvieron el movimiento y el bullicio típico de un domingo cualquiera. Las personas aprovecharon la mañana para hacer sus compras y guardarse en sus casas al acercarse la tarde, mientras muchos evitaron hablar sobre la jornada electoral que se desarrollaba, otros simplemente olvidaron que había elecciones o prefirieron guardar el secreto sobre si esta vez fueron o no a votar
El bullicio en los alrededores del mercado de Quinta Crespo, en el centro de Caracas, concentraba el poco ruido del ambiente de un domingo. Sol, compras y gente en la calle. Un domingo como cualquier otro. Los vendedores en plena avenida Baralt, el transporte público recorriendo de punta a punta las vías, la gente cargando sus bolsas del día. Pero de tramo en tramo, un piquete policial y una caravana de motos con funcionarios policiales hacía recordar que además de ser domingo, es el domingo 25 de mayo y está ocurriendo un proceso electoral, el primero luego de las presidenciales del 28 de julio de 2024.
Las elecciones para renovar los cargos de los 24 gobernadores en los estados y los diputados a la Asamblea Nacional y Consejos Legislativos llegaron en medio de un silencio que para algunos es de paz y para otros es de olvido. La ciudad de Caracas, en su núcleo municipal como capital del país; el Distrito Capital, no elige autoridad local en esta oportunidad y sus votantes solo podrán votar por los diputados de sus respectivos circuitos parlamentarios.
Francisco -así sin apellido- se encoge de hombros cuando le preguntan si ya votó. Renuente a hablar sobre el tema electoral prefiere evitar ser identificado y se limita a cobrar el kilo de papas que está vendiendo en su puesto de verduras muy cerca del mercado. “Yo salí a trabajar a las 6 de la mañana y aquí estaré hasta las 4 de la tarde, cuando ya me voy a descansar porque mañana hay que seguir ganándose la plata. De lo otro, nada más te puedo decir: a uno le ven la cara una sola vez. Aquí no se puede confiar en nadie, así que pásate por los centros electorales a ver cuánta gente está votando y cuánta gente está aquí haciendo mercado”.
“Lo otro” son las elecciones. Pocas personas lo mencionan. Algunos ni siquiera saben qué cargos se están eligiendo. “Sé que hay elecciones por los mensajes de texto que me llegaban al teléfono para que votara, pero si me preguntas no tengo la menor idea de quién se está lanzando ni para qué (cargo)”, comenta Brunilde González, una jubilada que salió a hacer las compras del día.
Los puntos rojos, que ya no son rojos, estaban desplegados como se hizo habitual y sin mayor reserva a pocos metros de los centros electorales. Con listas en mano un grupo de no más de cinco personas repasaban a algunos votantes que se acercaban después de salir del centro de votación. Una foto y seguían. Esta vez, ni siquiera la música de campaña convocaba.
A medida que la mañana avanzaba, las plazas y calles principales se iban vaciando. Después del mediodía, algunos funcionarios policiales vestidos de negro cruzaban en rondas por la avenida Fuerzas Armadas, la avenida Lecuna y la avenida Universidad, tres de las principales arterias viales del centro urbano caraqueño. Los transeúntes evitan verlos. Su presencia se siente por el sonido de las motos y continúan. Cada quien sigue en lo suyo.
De vez en cuando la música de los supermercados detiene a los que caminan por la calle. Entran, aprovechan de comprar algo que les falta y se van. “Sí hemos tenido algo de venta, pero no tanto porque el que salió en la mañana, ya no sale más. Hoy no es día para andar mucho en la calle, la gente se va recogiendo temprano”, dice la cajera de un establecimiento.
El recogimiento de este domingo también sirvió para congregar fieles. La misa del mediodía en la Catedral de Caracas se llenó de plegarias que repetían el sermón del día. Muchos entraban discretos y solo se arrodillaban pidiendo. La fe también es silenciosa.
Afuera, a la sombra de la estatua en la Plaza Bolívar, una especie de cuadrilla de trabajadores uniformados con logos de la alcaldía del municipio Libertador reposaba en los bancos a la espera de indicaciones. Varios hombres coordinaban: “un grupo para acá, otro hacia esa otra zona”. En la otrora “esquina caliente”, bastión simbólico del oficialismo, ya nadie debate ni se moviliza. Solo se estacionan motos y un grupo de militares se resguardaba bajo la sombra del que llegó a ser el toldo más simbólico del poder popular.
En la plaza de Parque Carabobo, dos hermanas se cubrían del sol bajo los árboles comiéndose un helado. Ana Elisa y Daría tienen 68 y 70 años. Ambas venían de haber votado en un centro electoral en la parroquia Candelaria, el mismo al que nunca han faltado en los últimos 20 años. “No he dejado de votar nunca porque no sirve de nada quedarse en la casa y quejarse. Claro que sé que esta vez es diferente, pero igual voté porque aunque sea poquito uno tiene ese derecho y no puede regalarlo así nada más”, comenta Ana Elisa.
Su hermana espera que en otras elecciones “el voto sí se respete como antes, pero aunque sea puedo decir que en algo participé”.
En la Plaza Caracas, antesala de la sede del Consejo Nacional Electoral, solo se ve el piquete de seguridad de la Policía Nacional Bolivariana, porque no hay paso para los pocos peatones que transitan por el lugar. Al fondo, la intensidad del sol deja ver a lo lejos el toldo blanco con el logo tricolor: CNE. Uno que otro trabajador del ente comicial atraviesa el espacio. Y de nuevo quien los ve se acuerda que hoy es domingo 25 de mayo y que además hay una jornada electoral en proceso.
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