El síndrome del Caracazo, por Luis Manuel Esculpi
La protesta fue eminentemente pacífica, la violencia fue protagonizada por el grupo paramilitar que salvajemente actuó en la avenida Fuerzas Armadas, y la FAES esa misma noche en San José y San Martín.
Aspiran retomar la ofensiva y provocar el desconcierto en la mayoría, tarea que no les resultará nada fácil, ya que no existe la menor comparación entre las dos movilizaciones realizadas el pasado sábado, mientras la convocada por la Asamblea Nacional en la avenida Francisco de Miranda fue multitudinaria , la de Miraflores no superó las dimensiones de las concentraciones más recientes en ese lugar.
La otra iniciativa fue la de solicitar de nuevo un diálogo, esta vez hablo del acompañamiento de México, Uruguay y Bolivia y del Caricom, es decir con sus aliados, solo le faltó mencionar a Cuba y Nicaragua. Ese llamado tendría algún sentido si estaba acompañado de la disposición que han venido negando reiteradamente, la de dar el paso a un lado para facilitar la transición y realizar elecciones limpias, como mecanismo culminante para salir de la crisis. Esos planteamientos constituyen la esencia de la plataforma de las fuerzas democráticas, con sus matices tienen el respaldo mayoritario de la comunidad democrática internacional.
La propuesta de un diálogo para ganar tiempo, o para repetir las escenas de otros intentos, tiene todas las características de una maniobra propagandística, que no será acogida por la mayoría. Si a ello se le suma el incumplimiento de compromisos adquiridos en anteriores oportunidades, la ausencia de voluntad política para facilitar un proceso de desenlace que posibilite la salida a la crisis recorriendo una ruta pacífica, democrática y electoral; esa proposición tal como ha sido formulada no tiene viabilidad.