El socialismo del siglo XXI: coartada gatopardesca, por José R. López Padrino
Twitter: @jrlopezpadrino
Desde las primeras décadas del siglo XX numerosos movimientos sociales y partidos políticos suelen adjudicarse la palabra «socialismo». Obviamente, Venezuela no ha escapado a esa oleada falsificadora de principios e ideologías y el social autoritarismo bolivariano (entiéndase socialismo del siglo XXI) es un buen ejemplo de ello. Doctrinariamente, el social autoritarismo bolivariano (SAB) representa una colcha de retazos ideológicos que luego de transitar por el mercado de las ideologías terminó apropiándose delincuencialmente del ideario socialista (2005).
El SAB no constituye una doctrina filosófica y muchos menos una teoría científica con un cuerpo estructurado de ideas, a pesar de que muchos mercenarios de la pluma (Ramonet, Pérez Pirela, Iglesias, y Monedero, etc.) han pretendido posicionarlo como un paradigma histórico e ideológico. El SAB es un collage de símbolos e ideas contradictorias de derecha, de partido único, de farsa democrática, y represivo. Representa una propuesta bonapartista plebiscitaria contraria a la independencia nacional, la emancipación social y la dignificación humana.
El derrotero político del SAB ha sido impulsar una fraudulenta democracia participativa que ha derivado en formas pretorianas de control social (misiones, cooperativas, fundos zamoranos, programa Patria) bajo el tutelaje de liderazgos mesiánicos y autoritarios.
Alimenta permanentemente los peligros de los enemigos internos-externos, promueve un patrioterismo repugnante y militarización de la sociedad, e implementa un terrorismo de Estado contra la disidencia ideológica.
Económicamente el SAB impulsó inicialmente un capitalismo de Estado aberrante y militarizado, profundamente centralista y autoritario en favor de las grandes transnacionales. Sin embargo, con el pasar del tiempo ese férreo capitalismo estatista ha sido forzado a flexibilizarse, a desregularizarse producto de una hiperinflación desbocada, del desempleo, desabastecimiento de alimentos, medicamentos y colapso de los servicios públicos.
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Desregularizaciones que se reflejan en la privatización de empresas del Estado y propiedades estatizadas, dolarización anárquica de la economía (no los salarios) y el surgimiento de nuevos modelos de negocio capitalistas (bodegones, casinos, venta de vehículos de lujo y restaurantes). Es evidente que el modelo económico del SAB lejos de impulsar una economía socialista (no estatista) sigue empeñado en promover el proyecto capitalista hegemónico.
Al margen de estos cambios, Maduro, al igual que su antecesor, el Tte. coronel se han esforzado en favorecer a los grandes capitales extranjeros mediante la creación de leoninas empresa mixtas con compañías como Chevron, Petro China, Peabody Energy, Statoil, Rosneft, entre muchas otras. El establecimiento de zonas económicas especiales donde el capital extranjero tiene preferencias arancelarias, aduaneras y fiscales.
Igualmente, la creación del arco minero del Orinoco, el cual representa el 12% del territorio nacional y que será destinado a la megaminería por parte de empresas transnacionales (Gold Reserve, Barrick Gold) interesadas en la explotación del oro, tantalita y columbita. ¿De cual antiimperialismo puede hablar el SAB?
Lamentablemente, la izquierda en forma mayoritaria ha carecido de la honestidad ideológica y la voluntad política para encarar a la gatopardesca casta cívico/militar bolivariana y su fraudulento socialismo del siglo XXI. Hablamos de esa izquierda mercenaria que sigue empeñada en visualizar a una Venezuela mítica luchando contra un supuesto bloqueo imperial que ha provocado la crisis económica, social, y médico asistencial del país. «Bloqueo imperial» que les ha permitido a los miembros de la nomenclatura hacerse de lujosos vehículos de manufactura norteamericana y a los bolienchufados suplir sus exquisitos bodegones con mercancía de procedencia imperial.
Es esa izquierda que sigue obnubilada justificando la precarización laboral, la represión y la tortura por parte del Estado; que olvidó la autodeterminación de los pueblos y ahora celebra y hace suya la agresión militar de Putin contra Ucrania. Es esa izquierda que no tiene nada que decir.
El fracasado y gatopasdesco socialismo del siglo XXI solo ha servido para alimentar el arsenal propagandístico de la derecha en contra de las fuerzas progresistas en cada rincón geográfico donde ocurre un proceso electoral.
Todo ha cambiado para que tantas cosas –malas– sigan igual o peores.
José Rafael López Padrino es Médico cirujano en la UNAM. Doctorado de la Clínica Mayo-Minnesota University.
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