El sueño de Wilfredo Aguilar espera justicia de Guaidó o de Vecchio, por Ángel Monagas
Twitter e Instagram: @angelmonagas
Wilfredo Aguilar es un joven zuliano, que toda su vida lo que ha hecho es jugar béisbol. Dormía al lado de un guante, cerca un bate, maneja todos los datos, entrenaba todos los días después del estudio, representó al Zulia y a Venezuela en distintos eventos, en fin, es un destacado atleta que se alimentaba cada día con el sueño de llegar a jugar en grandes ligas.
Estuvo en varios campos de entrenamientos y academias en Venezuela; Hasta en República Dominicana y tan pronto vislumbró una oportunidad en Estados Unidos, no lo pensó dos veces y arrancó el viaje.
Los contratiempos ocurren y son parte de la vida. Entre planificar y lograr convencer a sus padres, la visa de turista se le vence.
Eso no fue obstáculo para Wilfredo. Acompañado de su madre y de su hermanita, inicio una larga travesía por México. Llegaron a Cancún y de allí contrataron un taxi que los llevaría a lo que se denomina “El Puente”.
Por allí circulan muchísimos latinoamericanos.
Su mamá con visa vigente, realmente ella lo que estaba era acompañando y apoyando el sueño de su niño, logró pasar con su hija menor; Wilfredo, de 19 años no pudo. Fue detenido por las autoridades de inmigración de Estados Unidos. La “Migra” como le dicen los mexicanos.
Su encierro comenzó en Arizona.
Después de seis (6) meses detenido, lo procesa un juez y le otorga el asilo. La Fiscal, no sabemos con qué intención, se opone y apela la decisión, truncando nuevamente las esperanzas de Wilfredo, con la agravante de que lo enviaron a Minnesota, una de las regiones de Estados Unidos con menos presencia hispana. Su mama en Houston, Texas, lloraba desconsolada. Su padre desde Maracaibo, desesperado sin saber qué hacer, a quién acudir.
Wilfredo Aguilar hijo, era militante curiosamente del partido de Guaidó. Fue como muchos venezolanos, atacado por sus ideas. Incluso yo creo (es una especulación mía), que esto no agradaba a muchos dirigentes deportivos del béisbol.
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Su papá del mismo nombre, es comisario jubilado del CICPC, con una amplia trayectoria, sobre todo en materia de detectar vehículos robados, a lo cual se ha dedicado ahora en el retiro a través de un negocio privado.
Su mamá, sigue en Texas esperando resultados. Como muchos migrantes, realiza las mil y un labores para no dejar de socorrer a Wilfredo. Donde lo tienen detenido, les cobran hasta las llamadas que hacen y las que reciben, aunque lo han tratado bien.
Su hermana mayor, estudiante de medicina a punto de graduarse, a parte de sus estudios, vive día y noche pendiente del caso de su hermano. Habla perfecto inglés. Llama. Escribe.
Allí aparezco yo. Van hasta mi casa y me plantean el caso que he narrado muy brevemente por razones de espacio de este medio.
Le escribo al embajador Carlos Vecchio vía whatsaap. Me responde. La familia en cuestión también le escribe por intermedio de mi persona. El embajador da un nombre, da otros y es allí donde se inicia un largo calvario de espera.
Yo creía que el papel de los embajadores, mucho más en la situación que se encuentra nuestro país, era defender a sus conciudadanos en las injusticias vividas fuera de su patria.
Wilfredo como muchos venezolanos, es un soñador, una suerte de “Dreamer”. Busca en Estados Unidos, realizar el sueño de su vida, para lo que él cree estar destinado. En su corta existencia ha vivido muchos problemas y los ha superado.
Señores lectores, si es que esta humilde opinión es leída por Guaidó, o por alguien que pueda ayudarlo, Wilfredo Aguilar, ahora con 20 años, tiene más de ocho (8) meses detenido, no obstante que recibió asilo. No es un delincuente común. Entiendo que violó leyes. Lo hizo como miles de venezolanos, intentando cumplir su sueño de vida: Entrenar y jugar béisbol profesional en los Estados Unidos.
La atención del embajador designado por Guaidó, a mi juicio no ha sido la mejor. Como Wilfredo hay cientos de casos, que por fuerza de los hechos son devorados en las fauces de los lobos del derecho expertos en inmigración, lo cual es absolutamente normal en un país con tantas situaciones similares.
Quisiera saber ¿Por qué nuestros embajadores no los asisten, no los ayudan? Ojalá Vecchio mostrará el mismo interés que tiene y que ha tenido por el caso de los Bonos de Pdvsa o por las empresas que suministran las ayudas humanitarias. No soy yo el que lo agradecerá, además que ese es su deber. Darle instrucciones a alguien que no los atiende, que los deja en espera y luego cierra las llamadas. ¿No hay seguimiento?
Me pongo en el lugar de sus padres y yo que tengo un hijo menor también entrenando pero en baloncesto y palidezco.
Hable con el Jefe de Prensa de Guaidó, él cuando vivía en Maracaibo caminaba con otros abogados y allí estaba el papá del señalado joven. Por lo visto tampoco ha hecho nada y se le enviaron los recaudos.
¿Por qué las autoridades de Estados Unidos, que dicen querer mucho a Venezuela y ayudar a resolver, no atienden estos casos de manera especial? Es lo menos que pueden hacer…
De alguna manera los venezolanos que migran también se someten a una sanción. No me parece apropiado y menos si son jóvenes. Los diferentes tribunales han venido otorgando asilo a los venezolanos, sin embargo subsisten situaciones como estas.
Hoy es Wilfredo Aguilar, mañana quizá el destino nos obligue a hacer y vivir lo mismo. Quiera el Padre Celestial que no y que la justicia prevalezca.
El teléfono y whatsaap de Wilfredo Aguilar (Padre) es 04146165320 por si acaso ocurre el milagro, de una llamada en auxilio por parte de Guaidó. No espero mucho, imaginen si no atiende al diputado Richard Blanco empero, los milagros existen y yo soy un hombre de fe.