El sustituto, por Simón García
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No hay duda que Maduro está en un brete que puede resultarle infranqueable: para competir necesita crecer un 20% sobre sus apoyos actuales y no logra atinar donde conseguir esos votos. Tiene al país y al tiempo en contra.
Así que para igualarse con la marejada de votos contra su gestión solo tiene el recurso de mermar el rechazo.
Está claro que esta elección no es para juzgar al chavismo sino para reprobar la gestión concreta de un presidente que como Maduro destruye país donde lo toque.
Maduro necesita un milagro para ganar. O recurrir a las viejas teclas del autoritarismo: crear una leyenda que lo presente como invencible; atemorizar y coaccionar a los ciudadanos; difundir desesperanza para provocar abstención; intentar impedir la unión entre las distintas fuerzas de cambio, aumentar la represión y sacar del juego a los competidores que puedan ganarle de mano.
Pero, el país que se emocionó y se llenó de esperanza con su apoyo contundente a María Corina, sabe qué hacer.
No se va a confundir. Sabe que el objetivo hoy no es reemplazar a María Corina sino decidir con quién vamos a salir de este gobierno y escoger, con la mayor participación posible al sustituto de Maduro.
Las características de la situación política actual están a la vista: muy compleja porque hay muchos actores y muchos factores que pueden modificar el cuadro político; muy complicada porque hay hilos inexplicables en la madeja, como la tardanza de María Corina y la Plataforma Unitaria para abordar el estudio de los escenarios electorales probables.
La tercera característica es el predominio de las incertidumbres, aunque hay al menos tres que ya se disolvieron: María Corina no se podrá inscribir; el gobierno va a desconocer de hecho al acuerdo de Barbados e intentar proyectar hacia afuera que lo respeta; no va a haber un proceso electoral limpio.
Hay que escoger al mejor sustituto de Maduro en términos de propuestas, capacidad para unir, darle un motivo de esperanza al país y tener una oferta para gobernar con cambios en paz y convivencia.
Una oferta creíble en vez de una amenaza creíble.
Y dentro de esa oferta un acuerdo para reforzar la institucionalidad de la Fuerza Armada para actuar como cuerpo que garantice la aplicación de la Constitución Nacional en el proceso electoral.
Si los principales decisores; María Corina, los dirigentes de la Plataforma Unitaria, de los partidos de oposición que no participaron en la primaria y los independientes con influencia en la opinión pública se ponen de acuerdo por arriba, la gente construirá el consenso por abajo y desde el interior del país.
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Todos tienen que contribuir a no desperdiciar la enorme posibilidad de cambio que recorre a toda la sociedad aunque no se exprese en acciones de calle.
Nadie quiere la furia que invoca el gobierno.
Reconstruir la economía y caminar hacia el rescate del derecho a prosperar exige transitar ese camino en paz y tener la voluntad de no abandonar bajo ninguna provocación o excusa la oportunidad de derrotar con votos a Maduro.
El respeto a un triunfo opositor será ganancia de todos.
Hay que esperar al 25 para ver cuáles aspirantes de la oposición pasaron las minas gubernamentales. Hay que favorecer que los candidatos que lo logren se concentren en exponer sus propuestas al país para valorar respaldos y apoyos y decidir a tiempo.
La oposición tiene votos y ventajas estratégicas.
No hay que levantarle la mano a un candidato para que el gobierno también lo fusile. El poder está desesperado, las fuerzas de cambio deben trabajar para aumentar las condiciones de triunfo y el mensaje de que gobernará para el renacer de Venezuela y la alegría de todos los venezolanos. Sin exclusiones ni venganzas.
Simón García es analista político. Cofundador del MAS.
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