El verdadero adversario no está dentro, por Stalin González
En medio de la profunda crisis que atraviesa nuestro país, es alarmante que quienes compartimos el ideal de un cambio democrático caigamos en la trampa de la confrontación interna. Más allá de las diferencias de opiniones sobre cómo enfrentar al régimen, la persecución y el ataque entre actores democráticos sólo debilita la posibilidad de construir una alternativa sólida al sistema que ha sumido al país en el caos.
La esencia de la democracia radica en la pluralidad, en la posibilidad de pensar diferente y en el respeto mutuo entre quienes buscamos un mismo objetivo desde perspectivas distintas. Sin embargo, en nuestro país, las divisiones internas han servido como un arma eficaz para el régimen. Mientras ellos permanecen unidos, al menos en la forma, consolidando su control sobre las instituciones y los recursos, el sector democrático se pierde en disputas públicas que solo refuerzan el statu quo. Incluso, en muchas ocasiones, el régimen apuesta a nuestra desunión como herramienta para mantenerse en el poder, porque sabe el verdadero potencial de una oposición unificada y con una estrategia democrática.
El mayor error de estos años ha sido permitir que nuestras diferencias se conviertan en el centro del debate, olvidando que el verdadero adversario no está dentro, sino fuera. Somos muchos los que compartimos el deseo de superar esta etapa oscura y, aunque no siempre coincidamos en la estrategia, eso no debe ser razón para atacarnos. Cada vez que caemos en la tentación de descalificar a quien piensa distinto dentro del sector democrático, nos alejamos del objetivo común y le damos una victoria al régimen.
La unidad, sin embargo, no significa uniformidad. No se trata de que todos estemos de acuerdo en todo sino de reconocer el valor de las distintas perspectivas para enriquecer la lucha. Lo fundamental es enfocarnos en lo que nos une: la necesidad de reconstruir Venezuela desde el respeto, la inclusión y la democracia.
La cacería de brujas entre aliados es antidemocrática y también destructiva. Esta fragmentación no solo nos aleja del cambio político, sino que pone en riesgo la esperanza de millones de venezolanos que anhelan un futuro diferente.
Es necesario reflexionar y actuar con madurez política. Debemos priorizar el diálogo, la construcción de consensos y el trabajo conjunto por encima de las diferencias. Solo a través de la unidad de todas las voces democráticas —ciudadanos, líderes políticos, gremios y organizaciones sociales— podremos construir una propuesta sólida y legítima para superar esta crisis.
El régimen sabe que su mejor arma es dividirnos, fomentar la desconfianza y alimentar las disputas. No podemos permitir que sigan logrando su objetivo. Dejar atrás las desavenencias internas y enfocarnos en el verdadero adversario es una cuestión estratégica y un compromiso ético con el país que queremos reconstruir.
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Unidos, desde nuestras diferencias, tenemos la oportunidad de recuperar la democracia y ofrecerle a Venezuela un futuro de justicia, libertad y progreso. Esta tarea es de todos.
Iván Stalin González es político, abogado y dirigente nacional del partido Un Nuevo Tiempo
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