El vía crucis del pueblo en tiempos de cuarentena, por Rafael A. Sanabria M.
Basta con salir a la calle y observar la realidad del día, un país que parece estar aislado de la visión de las autoridades, donde reina la ausencia de servicios y bienes, pero también está un pueblo cargando su pesada cruz por las calles, haciendo estaciones para buscar el alimento para sobrevivir en este valle de llanto y dolor, donde paga la deuda de unas políticas económicas no asertivas que han afectado su poder adquisitivo.
Tenemos un buen rato escuchando que las sanciones impuestas por EEUU no permiten desarrollar a cabalidad ciertas políticas para beneficiar al pueblo, pero hay ciertas situaciones a las que no se les prestó atención a tiempo y hoy estamos pagando las consecuencias de esos descuidos. Eso lo deben reconocer las autoridades, aunado a que se han repetido ciertas prácticas políticas de otro momento histórico que le han dado continuidad a contenidos actitudinales, incongruentes a la verdadera y coherente función pública.
¿Hasta cuándo evadir responsabilidades?, buscando culpables donde no los hay, pues los responsables de la crisis actual somos nosotros mismos, que hemos sido permisivos, pasivos y pacientes en permitir y asentir conductas que no están en los cánones de la ética y la moral. Le hemos dado sitial especial al “yo” antes que al “nosotros”.
Debemos comenzar por cambiar nosotros para poder transformar nuestro derredor. No se justifica que en más de medio siglo de democracia, tanto en la cuarta como en la quinta república, ninguna autoridad se ha detenido a sembrar el petróleo.
Han malgastado a su antojo los ingresos de la renta petrolera y como consecuencia la gota de petróleo que le toca al pueblo, como dice un eslogan del gobierno, se ha convertido en una gota de lágrima, dolor y sufrimiento para el pueblo venezolano que merodea las calles como cual precolombino en caza, pesca y recolección en búsqueda de sobrevivir.
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Es injusto para un pueblo seguir castigado, por el afán de poder de ciertos actores de la política que buscan solo sus intereses personales y muy bien distanciado su pensamiento del bien colectivo.
Qué paradoja es ver VTV donde se nos vende una Venezuela sin problemas, donde todos los programas se cumplen, no hay necesidad, angustia, ni desesperación, en fin donde todo es felicidad, pero que desilusión resulta asomarse a la calle y observar un río de pueblo que dura tres, cuatro horas o todo un día para comprar una bombona de gas, el venezolano que hurga en la basura para comer, los niños que merodean las panaderías por un trozo de pan, la gente que camina largos trayectos por no tener el pasaje, el ciudadano que hace una sola comida al día, el que permanece debajo del inclemente sol haciendo cola para comprar un artículo de primera necesidad, porque para eso es que le alcanza el poco dinero que tiene.
Ésa es la verdadera Venezuela, que conocemos nosotros los de a pie y las autoridades también, pero se hacen los sordos y ciegos. Aunado a esto el noble pueblo tiene que luchar contra el virus de los precios que le ataca y si la pandemia no le mata, el hambre si va a acabar con los hogares venezolanos.
Qué más quisiéramos que el nuevo decreto sobre precios justos de los artículos de primera necesidad emitido en recientes días no se quedara en letra muerta, que de verdad hubiera una fiscalización pertinente a los comercios y no venga ahora el síndrome de desaparecer los productos de consumo diario, porque seguiríamos en lo mismo, oprimiendo al pueblo.
Venezuela no solo es Caracas, en el interior del país es peor, allí están vivas y latentes las estaciones del vía crucis.
Como nos dice Colette Capriles, la paradoja de nuestras actitudes está en saber aceptar los niveles de satisfacción. Ausencia y abundancia, dos contradicciones que en nuestra sociedad, antes y después del petróleo, se nos han podido identificar como las virtudes deseables.
Es trágico que aún después de la abundancia, nuestra sociedad sigue cargada de ausencias. . . Y casi que le hemos buscado un valor ético al fracaso. Pero la mayor pobreza que nos está afectando no es la que aparece en las estadísticas, la principal pobreza que tenemos en Venezuela es la de aquellos que en su afán individual y de poder deterioran nuestro nivel de vida, mediante la improvisación, la corrupción, la indiferencia. Ellos son pobres por naturaleza.
Yo, soy pueblo.