El viraje electoral, por Gregorio Salazar
Twitter: @goyosalazar
No es menor el giro dado por los Estados Unidos en su posición sobre el camino que debe transitar Venezuela para lograr un cambio de régimen y salir de la crisis en que la ha sumido dos décadas del proyecto socialista. Y vino con nombre y rostro asiático a través de dos tuits de la subsecretaria adjunta del Departamento de Estado, Julie Chung, en la cual se refirió a la nueva integración del Consejo Nacional Electoral.
En el primero, ratificaron su apoyo a «una solución integral y negociada a la crisis en Venezuela que aborde todos los aspectos de las condiciones necesarias para unas elecciones libres y justas». Y, de seguidas, el mensaje que ofrece una variante frente al pasado reciente: «Depende de los venezolanos decidir si el nuevo Consejo Nacional Electoral contribuye a este fin».
En un segundo tuit anuncian que mantendrá la presión «por cambios fundamentales para elecciones libres y justas incluyendo: levantar prohibiciones a partidos políticos, liberar sin condiciones a dirigentes políticos, invitar a observadores electorales internacionales creíbles y un calendario electoral público».
Dicho con otras palabras, el mandado no está hecho y es mucho lo que habrá que andar y bregar arduamente para tener unas elecciones creíbles en las que el pueblo venezolano pueda recuperar su fe en el voto y ejercerlo como instrumento fundamental para el cambio.
Pero es notorio que, de entrada, EE. UU. no ha cuestionado a la nueva directiva, en la que quedaron incorporados dos opositores: Enrique Márquez y Roberto Picón.
Márquez ocupó la Primera Vicepresidencia en la primera directiva de la AN electa en 2015, y el ingeniero Roberto Picón Salas, a no dudarlo, es el técnico electoral más calificado que ha tenido la oposición en estos tiempos. En 2017 fue imputado con las conocidas patrañas revolucionarias: «rebelión, traición a la patria y sustracción de objetos militares». Permaneció seis meses en los calabozos del Sebin.
Pese a la idoneidad, sobre ambos cayó inmediatamente el chorro de lodo de la propia oposición de cerrada línea abstencionista, labor a la que seguramente se unirá de manera encubierta los laboratorios del régimen para acabar con cualquier asomo de confianza y credibilidad.
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¿Tiene Maduro el control institucional para haber impuesto unas condiciones como las que acaba de aprobar su carnal, Daniel Ortega en Nicaragua, donde seis de los siete cargos del organismo electoral son suyos, anula la observación internacional y establecen inhibiciones para la oposición? Evidentemente sí, lo que no tienen son las condiciones para seguir su desbocada deriva revolucionaria cuando el colapso económico y de los servicios, la pandemia, la crisis fronteriza y la miseria generalizada lo mantienen con un apoyo popular apenas superior a 10 %.
¿Por qué querría, entonces, un proceso electoral medianamente justo? Lo más seguro es que porque sabe que mantiene un margen ventajista del cual aspira sacar los mayores dividendos. Un reacomodo, una bocanada de aire Ya no son pocos los que le reporta el deslinde de sectores opositores en cuyos polos quedarán Guaidó y Henrique Capriles.
Pero, asimismo, si esta oportunidad, este «primer paso» que en otros han señalado como positivo la Unión Europea, Fedecámaras y respetados analistas, fuera aprovechada por la oposición para movilizar a la ciudadanía, para su reorganización y relanzamiento, aun cuando no obtuviera la mayoría de los cargos en disputa, mucho sería el avance y a las perspectivas de seguir haciéndolo a mediano plazo.
Y en ese mismo sentido, ¿por qué la oposición debe descartar de antemano la convocatoria a un referéndum revocatorio?
Ante el inviable e infructuoso «cese a la usurpación», que subyace en la propuesta del sector Guaidó, para la oposición ya no resulta lógico ni útil ni aprovechable seguir esterilizando todo el potencial de cambio que la haría imbatible frente a Maduro: el caudal electoral que sigue inútilmente represado a pesar del repudio general a un régimen fracasado en todos los órdenes. Ahora, como lo ha dicho la señora Chung, dependerá de los venezolanos.
Gregorio Salazar es Periodista. Exsecretario general del SNTP.
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