El voto como mecanismo de lucha, por Lauren Caballero
Para algunos resulta contradictorio que se siga insistiendo en la necesidad de votar en un momento donde es evidente que nos enfrentamos a un gobierno que no es democrático. Suena más descabellado aún, puesto que ayer el TSJ al servicio del gobierno, sentenció que la victoria electoral de las fuerzas democráticas en la Universidad de Carabobo, queda sin efecto, a la vez que promovían a la candidata del PSUV como ganadora.
Pues bien, quisiera explicar brevemente por qué esta situación hace del voto un mecanismo de lucha primordial.
En primera instancia es preciso señalar que el voto, bajo regímenes autoritarios, no tiene la misma lógica que en una democracia. Lo que el voto persigue en un escenario como el que vive nuestro país hoy, es fracturar al bloque de poder hegemónico, es decir, el voto es un elemento que puede ser eficaz (como lo ha demostrado la evidencia empírica) para catalizar un proceso de transición hacia la democracia, que no un simple cambio de gobierno. Una votación masiva contra la tiranía obliga al gobierno a tomar decisiones que incrementan sus costos de permanencia. Por ejemplo, si no son capaces de evitar que la gente participe en la elección y los resultados arrojados por el conteo de votos son adversos, seguramente tendrán que decidir entre negociar su salida o hacer fraude para permanecer en el poder. Si acceden a la primera opción, en ese momento empieza la transición, pero si deciden, como es probable, hacer fraude y alterar el resultado, sus costos de permanencia se elevarían y esto podría llevar a que los actores que sustentan al bloque hegemónico (Fuerza Armada, agentes del régimen de alto nivel etc.) retiren su apoyo a los cabecillas de la tiranía y negocien una salida por separado con las fuerzas democráticas, y allí comenzaría otro tipo de proceso transicional.
El caso de la Universidad de Carabobo es aleccionador por varios motivos: primero, porque permitió demostrar, una vez más, que la oposición es una mayoría significativa. Segundo, porque se demostró también que, aún bajo circunstancias de violencia y enfrentando a malandros armados bajo la protección del poder gubernamental, es posible derrotar, mediante el voto y la organización ciudadana, a la tiranía. En tercer lugar, porque la derrota electoral obligó al régimen a elevar sus costos de permanencia mediante una sentencia ilegal de la sala electoral del tsj (en minúsculas). Hoy la UC es un foco de resistencia cuya representación estudiantil tiene legitimidad ante los ojos de todo el país democráticos y, probablemente, ante la Comunidad Internacional.
Imaginemos por un segundo que se da un escenario parecido al de la UC pero a nivel nacional y que la gente está organizada y dispuesta a defender su victoria»
¿Qué cree usted que pasaría? ¿Por cuánto tiempo cree que podría la FA reprimir a todo un pueblo que exigiría sus derechos, probablemente, en las calles? ¿No cree usted que el cálculo racional llevaría a algunos generales a negociar una transición para salvar ellos mismos su pellejo? ¿Cuántos de los que hoy apoyan a Maduro y su pandilla seguirían haciéndolo a sabiendas de que fueron derrotados electoralmente?
Es cierto que para generar estos escenarios hace falta organización y claridad en los objetivos que se persiguen. Los ciudadanos deben tener conciencia de cómo se llevaría a cabo el proceso para que las negociaciones no puedan ser usadas por sectores maximalistas de la misma oposición como una acusación de traición hacia los negociadores. Y, más importante aún, gente debe estar dispuesta a luchar en bloque por la restitución de la democracia y la vuelta a la libertad, sus derechos más preciados.
Las elecciones de diciembre, si bien carentes del aura transicional de una elección presidencial, son una buena oportunidad para la organización popular y la generación de conciencia en torno al poder del voto en circunstancias como la actual. Queda en manos del liderazgo político lograr convencer y motivar a los ciudadanos para que se unan a esta difícil tarea de luchar unidos para salvarnos como nación.