Elección presidencial, por Luis Martínez
La gravedad del problema en el servicio eléctrico está lejos de solucionarse. La escasez de gasolina está llegando a punto de colapso. La situación alimentaria se agrava a extremos peligrosos, por el hambre que ha generado en sectores vulnerables que ya son casi todos los venezolanos. Por falta de mantenimiento se deterioran e interrumpen la mayoría de los servicios públicos. El hecho económico empeora, no solo con una hiperinflación que desgarra los salarios de los trabajadores, sino también por la inopia de un régimen paralitico y sin alma. La consecuencia inmediata que genera esta tragedia, es el incremento de la diáspora de miles de venezolanos que huyen en busca de mejores oportunidades en otros países, porque no la ven en el suyo.
Para muchos venezolanos, el peor escenario se está dando por tres elementos que lo determinan, como son: la diatriba política que genera creciente incertidumbre, la baja en la expectativa de cambio inmediato y por el estancamiento del conflicto. La gran mayoría de ciudadanos cree inevitable el cambio político en el país, pero no lo avizoran a corto plazo. Por ello el estrés que esa angustia genera, se incrementa y produce desconcierto.
La realidad es que hoy Venezuela no tiene gobierno. Se siente a la deriva. Maduro para salvarse, se guinda de países que comienzan a verlo como un estorbo a sus intereses, no solo en Venezuela, sino también en el resto de Latinoamérica. El régimen de Maduro transcurre a la deriva
Por otro lado, el gobierno encargado de Guaidó no puede desplegarse a plenitud, mientras persista la usurpación sustentada por la cúpula militar corrupta, corresponsable de la debacle que vive el país.
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En este juego trancado, cobra fuerza la negociación política como manera de desatrancarlo. La intervención militar internacional perdió fuerza desde el mismo momento que el propio gobierno norteamericano, se encargó de minimizarla. Por eso extraña que dirigentes políticos como María Corina, Ledezma y Arria, emplacen a Guaidó a que este invoque la intervención de manera unilateral. ¡Inexplicable!
Reuniones bilaterales y multilaterales entre países que, queramos o no, tienen intereses variados en el país, apuntan a una solución electoral al conflicto, con garantías y vigilancia debida. Solo radicalistas extremos estigmatizan una negociación de esta monta que coloca los ojos del mundo sobre Venezuela. El conflicto del país dejó de ser un conflicto local, para transformarse en un conflicto que afecta la geopolítica mundial.
Está a la vista. Por ejemplo: La emigración afecta gravemente la situación interna de varios países latinoamericanos. Venezuela entra como una ficha más de las que se mueven sobre el tablero de conflicto en Medio Oriente, Asia y Europa con Rusia y China
La situación de crisis humanitaria y su gravedad, marca la historia de conflictos anteriores de parecidas características, por el impacto que este produce. Y de ello nadie se puede abstraer.
Muchos magnifican la fortaleza del régimen porque este no termina de caer. Pero hay claras evidencias de debilidad que lo obligan a negociar con otra actitud, respecto a anteriores diálogos o negociaciones. En la situación actual, nadie va a permitir estrategias para ganar tiempo o para aprovecharlo con el fin de mantener el poder. Una burla de esa magnitud seria intolerable, mucho más cuando cartas como la intervención que hoy se opacan y reposan, ante escenarios de juegos tramposos, cobrarían relevancia determinante para acabar con el conflicto. Esta siempre estará, como una espada de Damocles, que pende sobre la cabeza del régimen. Todo apunta, con las debidas garantías, a una pronta elección presidencial.
Docente universitario