Elecciones, CNE, «pan y circo», por Reinaldo J. Aguilera

Twitter: @raguilera68 | @AnalisisPE
Como ya es sabido, el Consejo Nacional Electoral de Venezuela anunció que las próximas elecciones municipales y regionales se llevarán a cabo en una misma jornada. Así lo informó el nuevo presidente del organismo, Pedro Calzadilla.
Es, pues, la primera decisión importante de las nuevas autoridades electorales que fueron nombradas por la cuestionada Asamblea Nacional electa el pasado mes de diciembre de 2020, cuya legitimidad no es reconocida por Estados Unidos, la Unión Europea y otros países de América,. El nombramiento del nuevo directorio electoral se logró, gracias a un acuerdo político entre el oficialismo y un sector que no está alineado con el líder opositor Juan Guaidó y que se autodenomina opositora, igualmente.
Hasta aquí todo se ve bien. El asunto se complica al mirar el panorama completo, pues la Venezuela actual dista mucho de ser un país normal, con condiciones aptas para celebrar una jornada electoral de la magnitud que se pretende y que esta fluya con normalidad absoluta.
Ya hemos mencionado y a todo evento mantenemos que el régimen chavista de izquierda dirigido por Nicolás Maduro en nuestro país, bajo la supervisión de Raúl Castro y compañía desde la isla caribeña, ha creado un desajuste socioeconómico nunca antes visto, lo que antes fue una Venezuela que siempre apuntó a niveles de desarrollo que generaron en el pasado logros para toda la población, en estos momentos está hundida en la pobreza y desesperación, abarcando prácticamente todo lo pensable, es decir, tanto bienes como servicios. En otro nivel se encuentran los personajes enchufados al propio régimen. Ese es otro cuento.
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Una cifra alarmante por demás, que resume solamente el periodo comprendido entre 2010 y 2019 para nuestra Venezuela, es la siguiente: 4,6 millones de ciudadanos es, de acuerdo con las últimas estimaciones de Naciones Unidas, el número de venezolanos que han huido del país, en medio de la peor crisis política y económica jamás sufrida por la que fuera una de las naciones más ricas del planeta en el siglo pasado.
Estadística de carne y hueso que representan cerca de 16% de la población total y marca una década donde se han registrado picos históricos de hiperinflación, devaluación de la moneda, escasez de alimentos y medicinas, homicidios, colapso de los servicios públicos y destrucción del aparato productivo, por decir lo poco.
Es en esta Venezuela en la que se pretenden celebrar unas megaelecciones como si todo fuera de lo más normal. Que el mecanismo electoral es el mejor para dirimir conflictos y lograr cambios, sí, es verdad; y estamos totalmente de acuerdo, pero con condiciones en las que se desarrollen dichos procesos de modo natural y cuyos resultados sean producto de la verdadera participación social, cosa que en el presente dudamos que suceda.
En tal sentido, no ponemos en duda tampoco que, desde ambos sectores —mucho más desde el oficialista, por supuesto— pondrán en práctica diversas fórmulas para el logro de sus objetivos, lo que nos hace recordar el bien conocido dicho de «al pueblo, pan y circo», que muy probablemente todos hemos escuchado alguna vez y que, de hecho, se generó entre los gobernantes de la antigua Roma —«panem et circenses»—, precisamente porque acostumbraban ofrecer dichas prebendas al pueblo a cambio de obediencia, de su confianza y sobre todo de mantenerse alejados de los asuntos que preferían conservar dentro del círculo político.
Durante los eventos planeados por la clase política dominante se cuenta que existía entrada libre a los espectáculos de gladiadores, así como el acceso fácil a los alimentos, era un derecho de los ciudadanos, una opción de esparcimiento.
Es, quizás por eso que, por el alto grado de adrenalina, tensión e incluso de sangre, con que se apasionaban los romanos cuando asistían a ver los espectáculos, que algunos lo comparan con los juegos de fútbol modernos o peleas de boxeo, pues es más o menos el ambiente que se vive y podría equipararse con el de estos antiguos eventos.
Como siempre, no podemos perder la esperanza de que las cosas resulten medianamente bien, que se celebren las megaelecciones y que se respeten los resultados. De eso dependerá que se avance en modificaciones y mejoras para toda la colectividad, es mi deseo personal y me atrevo a pensar que el de muchos dentro y fuera de nuestra herida Venezuela. Así de simple y sencillo.
Reinaldo J. Aguilera es Abogado. Master en Gobernabilidad, Gerencia Política y Gestión Pública de George Washington University/UCAB.
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