Elecciones sucias y silenciosas, por Fernando Rodríguez
Como quiera que faltan pocas horas para que sepamos cuál es el candidato opositor, asunto que es una grosería con el bravo pueblo, conmigo y con usted, yo no voy a escribir sobre el tópico central. No vaya a ser cosa que en vez de Rosales, que es el que más suena, resulte candidato el copeyano, ¿quién es por cierto?, bueno ese. En el plan que estamos todo es posible.
Aclaro que sé muy bien que el principal responsable de este desastre es el gobierno. Nunca, pero nunca, se ha portado más canalla, más grotescamente delincuencial. Eso de escoger a su leal saber y entender el candidato opositor es una vaina histórica. Son unos oscuros innovadores electorales (y en muchas otras especialidades, como la cleptomanía verbigracia; ¡Ay Tareck, traidora la vida!). Aunque buena parte de eso ya lo dijimos el domingo pasado, pero es que el negocio del sustituto de MC es además de confuso y secreto, muy lento, yo creo que buena parte del público ya ha comenzado a dormitar.
Lo que voy a hacer es comentar tres aspectos que me parecen “potables”, cada cual a su manera, y de los cuales me atrevo a dejar un registro.
Por ejemplo que el candidato (tapa) vigente hasta hoy, el diplomático González no haya pronunciado una sola palabra en los ya suficientes días desde su honrosa designación. Pero ni una que yo haya oído o leído. Al menos, “Me ha tocado esta función, que asumo como un deber patrio”. Y no es que hiciera campaña como María pero al menos un saludito a los electores. (Pido disculpas si me equivoco y fue descuido mío el no haberlo oído o leído). Pero puede ser la campaña más intangible de que se tenga noticia. La otra Corina fue por el contrario demasiado locuaz, sobre todo el primer día de su nombramiento.
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Me ha interesado mucho también el proyecto de referendo de Petro y Lula. Notable. Hay una serie de temas a acordar que son los de cualquier diálogo, es decir, respetar los preceptos democráticos, en especial los derechos humanos sobre todo de los perdedores (¿Maduro?). El referendo supongo que será preguntar si la gente está de acuerdo con esas virtudes cívicas que con buena o mala intención han acordado las partes. Se supone que habrá un gran, estruendoso, sí. Una proporción de votos casi como las últimas primarias. Una genialidad. Lástima que si acaso hacemos esta vez unas elecciones pérfidas será una hazaña.
La conspiración de la católica, por último, con los curas jesuitas de más alta jerarquía –salvo el Padre Ugalde, por cierto- para acabar de sincerar la candidatura de Rosales que habían concebido tiempo ha, con ricos de Fedecámaras y otros adinerados, periodistas e influencers, políticos desleídos, académicos, teóricos muy prácticos, etc. Hablaron y documentaron a media voz, sin ir muy claramente al meollo, pero lo suficientemente para que se supiera que había detrás de la retórica politológica y legalista. Tienen el raro mérito de haber dicho algo en la silenciosa noche electoral opositora. Arrecharon a muchos iniciados píos en el mariacorinismo.
Termino estos insignificantes apuntes porque imagino que en horas sabremos del candidato, porque el 19 de abril se reúnen el zuliano y la aristocrática y popularísima dama. Mañana es el final tan cacareado, mucho menos triunfal que lo supuesto, pero al fin final.
Fernando Rodríguez es filósofo. Exdirector de la Escuela de Filosofía de la UCV.
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