Algunos elementos para después del veinte, por Luis Manuel Esculpi
El próximo domingo se efectuará el proceso convocado por la ilegítima constituyente. Están claras las razones por las que el gobierno adelantó su realización. Normalmente debían celebrarse a fines de año. El actual período constitucional finaliza en enero. Independientemente de los resultados, en los que no habrá mayores sorpresas, la crisis seguirá su curso, continuará agravándose como señalan todos los pronósticos. La cúpula dominante está consciente de eso, de allí surgió la idea del adelanto, ya que el margen de manipulación y maniobra se reducirían de realizarse en la fecha acostumbrada. Sus posibilidades serían anuladas por el continuo agravamiento de la situación económica y social. Al hacerlo aceptan tácitamente su incompetencia para afrontarla.
Lamentablemente la oposición no se encuentra en la mejor hora para asumir el rol que como tal le correspondería jugar. La recomposición de la plataforma unitaria no se producirá la próxima semana, al contrario, la controversia en el campo de las fuerzas democráticas se intensificará a partir de los resultados. El relanzamiento del Frente Amplio no debe esperar que se diluciden todos los dilemas, el despeje todas las interrogantes planteadas.
Proyectar de nuevo el encuentro de gremios, empresarios, iglesias, universidades, sindicatos, organizaciones de la sociedad civil y partidos políticos; puede servir de catalizador a los preocupantes signos de desesperanza y decepción, que si bien ya se observan en la sociedad, podrán incrementarse peligrosamente después del veinte de mayo.
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No se trata de disminuir la responsabilidad de las organizaciones políticas en diseñar una estrategia y actuar en correspondencia con la necesidad de trabajar para alcanzar el cambio político, por el contrario, se trata de cumplir con su razón de ser, sin menoscabar la amplitud para incorporar diversos sectores a la lucha por los objetivos comunes.
El discurso no puede suscribirse solamente al área propiamente política, la incorporación de la problemática social debiera ocupar un lugar preponderante en la comunicación con el país. El «venezolano de a pie», como se suele decir ahora, siente que el discurrir de la comunicación política está muy distante de sus vivencias.
A pesar de las contradicciones existentes en la elite dirigente, la conducción de la oposición no ha sabido emplear esas contradicciones en favor de la lucha por el cambio, carencia que puede y debe ser superada. A la inversa el adversario ha demostrado una extraordinaria habilidad para utilizar en su provecho las controversias de nuestro propio territorio.
En el comportamiento de la población y en los factores que sostienen al oficialismo se han producido importantes y significativos cambios en las dos últimas décadas, resulta imprescindible tomarlos en cuenta para el desarrollo de una acción exitosa. El análisis y estudio de las mutaciones que han ocurrido constituye una materia de especial atención para la correcta interpretación de la realidad.
La coherencia requiere continuar planteando la exigencia de condiciones para la realización de procesos electorales libres y competitivos. Mantener la iniciativa en política internacional debe ser un componente fundamental en la lucha por venir, sin imaginarla como el aspecto decisivo, pero si como un pilar de suma importancia.
Hemos intentado delinear algunos aspectos generales estratégicos que pueden contribuir a orientar el comportamiento de las fuerzas democráticas, en medio de las dificultades en que nos corresponderá actuar en el período posterior al veinte de este mes. No pretende ser un diseño acabado, más bien el boceto de algunos componentes, en nuestra opinión, debieran ser parte integral de la definición estratégica que la conducción de oposición venezolana está en la obligación ineludible de construir, para proseguir la lucha por el cambio político