Embajadores vueltos locos
El Presidente no asistió al Palacio Federal Legislativo a abrir el cofre que contiene el Acta de la Independencia. Una demostración más de diálogo y de reconocimiento a los poderes públicos evidente
Por primera vez en la historia democrática republicana (¿estos años aún cuentan para eso?) el Presidente de la República no asistió al Palacio Federal Legislativo a abrir el cofre que contiene el Acta de la Independencia la llave cuelga en el collar que porta el mandatario y participar de la Sesión Solemne del Legislativo.
Una demostración más de diálogo y de reconocimiento a los poderes públicos evidente. El problema fue más allá, porque tampoco fueron las cabezas de los otros tres poderes públicos.
Es más, las invitaciones al cuerpo diplomático fueron enviadas a la Cancillería -encargada de hacerla llegar a las delegaciones- que optó por devolverlas. En las embajadas el asunto fue un quebradero de cabeza: ¿a dónde mandamos al embajador? Algunas decidieron enviarlo al desfile y que el Encargado de negocios asistiera a la AN.
Otros optaron por no ir a ninguno de los actos. Nadie priorizó al Parlamento. Imagínense los informes a sus respectivas Cancillerías. Un chiste.
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