Embaucadores de izquierda, derecha y centro, por Carolina Gómez-Ávila
- Francia está en Revolución. En Versalles, los delegados discuten acaloradamente las propuestas que votan a mano alzada y, para poder acordar entre sí antes de decidir su apoyo y facilitar el conteo, se sientan cerca de sus afines. A la izquierda del presidente de la Asamblea, los contrarios a que el poder del Rey sea superior a las decisiones de ese cuerpo; a la derecha, los defensores del veto monárquico y en el centro los moderados que, no teniendo posición a priori sobre el papel que debe jugar Luis XVI, son capaces de tomar en cuenta otros aspectos antes de decidir sus votos.
A grandes rasgos es este, no otro, el origen de las categorías “izquierda”, “derecha” y “centro” que con el tiempo se hicieron más complejas, claro está. Por cierto, Marx nació en 1818 y me pregunto si se podrá considerar la aparición de marxistas antes de 1859 cuando se publicó su “Crítica de la economía política”.
Embaucar es un verbo con serias implicaciones. Implica tener un conocimiento que la mayoría no tiene, tener la intención de engañarlos para que actúen en perjuicio propio o de otros -lo cual en sí mismo es un fraude- y controlar la forma en que falsea tal conocimiento de modo que pueda aprovechar, en desmedro del resto, su propia ascendencia y credibilidad. Embaucar es mucho peor que mentir y acarrea mayor culpa que engañar. ¿Hay algo peor que eso en un político?
Pues pasa con frecuencia. Pasa cuando se falsea la historia patria o la universal, tanto como cuando se falsean las propias convicciones. Lo digo porque me parece que se empieza a gestar -con intención de embaucarnos- el monopolio del “centro político” por parte de un grupo que ha estado en cada extremo, según la ocasión.
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Se les ha hecho atractivo porque, con la derecha y la izquierda acoyundadas, el centro empieza a dar señales de hartazgo y de estar descubriendo su propia fuerza para rebelársele a unos y otros.
Es una peligrosa amenaza para la nación hacerle creer que el falso dilema “izquierda o derecha” lo resuelve “un” centro político. Muchos de quienes nos consideramos de centro, lo hacemos para resumir un retrato complejo y variopinto. Es hora de dejarnos ver.
No hay un solo centro político. Hay múltiples combinaciones posibles de políticas económicas con políticas sociales de distintas tendencias y todos los resultados podrían estar al centro.
¡Para eso es la política! Para crear más y mejores propuestas que se adapten a la situación económica del país y a las necesidades de sus habitantes. Si doctrinas económicas iguales fracasan en distintos países es porque el punto de equilibrio entre la producción de riqueza y el talento humano, además de otros factores, son irrepetibles de un lugar a otro y ajustarlos es un arte.
Así que podemos encontrar personas conservadoras con respecto a las libertades individuales y muy liberales en cuanto a las económicas y lo contrario -y también son de centro- esto es, menos relajadas en cuanto a las libertades económicas pero aspirando a mayores libertades personales. En el centro están la centroizquierda, la centroderecha y el centro radical. Para saber de qué “centro” le hablan, están disponibles sus credenciales e historial.
¡Pero no deje que le digan que el centro “es pragmático”! Pragmáticos son quienes, para llegar al poder, se dicen de centro si les es útil, sobre todo después de haber sido revolucionarios, progresistas y unitarios.
Toca repasar y reconocer preferencias en lo económico y en lo social para empezar a compararlas con las promesas que nos hacen. No decida su apoyo antes, para que no nos vuelvan a embaucar.