Empanadas como emprendimiento, por Gioconda Cunto de San Blas
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Al paso de la líder opositora María Corina Machado por todos los rincones del país, el régimen ha organizado una política de acoso y clausura de locales contra todo aquel que ose ofrecerle un servicio, sea éste comida en un restaurant, empanadas a la vera del camino, hospedaje en un hotel, traslados por tierra, lo que sea… en una política suicida, porque los afectados cobrarán el insulto en las urnas electorales. En claro desafío, ya muchos han manifestado su deseo de ser visitados en sus locales por MCM, «aunque me pongan preso».
Sin proponérselo, ellos se han convertido en el símbolo del esfuerzo que millones de venezolanos de los sectores populares hacen diariamente para sobrevivir y progresar a través del emprendimiento, creando su patrimonio familiar con dignidad, sin caer en las engañosas promesas de la economía colectivista o comunal ofrecidas por el régimen como panacea de un inalcanzable edén.
Datos del Global Entrepreneurship Monitor (sección Venezuela) indican que 23 de cada 100 venezolanos mayores de edad están iniciando un nuevo negocio, pese a que el país tiene un índice nacional de contexto emprendedor (NECI) de apenas 3,20%, que lo ubica en el penúltimo puesto entre los 45 países del estudio. Cálculos realizados a partir de la encuesta ENCOVI 2023 sugieren que más de 7 millones de venezolanos están incorporados a la economía popular.
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Inflación, inseguridad jurídica, acceso limitado al financiamiento, una burocracia significativa y la intervención estatal han complicado el escenario económico y empresarial, dificultando la creación y el crecimiento de nuevas empresas. De allí los bajos rankings de Venezuela en índices internacionales de competitividad, que ubican a nuestro país en el último puesto entre 64 países cuya competitividad les ha sido medida.
En tiempos recientes, los estudios sobre el tema laboral hacen énfasis en el tránsito de la economía informal a la formal así como en la fijación de salarios adecuados. Según la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OECD, por sus siglas en inglés), el empleo informal y mal pagado es altamente persistente y es trasmitido a los hijos en ausencia de educación adecuada. Se calcula que del total de trabajadores informales a nivel mundial (2 mil millones), alrededor del 60% tiene solo educación primaria o menos. En consecuencia, carecen de destrezas y políticas de protección social, un panorama que exige justicia social para aspirar a un futuro mejor.
En 2015 la Conferencia Internacional del Trabajo aprobó la Recomendación Número 204 sobre la transición de la economía informal a la economía formal, un importante documento en el que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) hace un estudio pormenorizado de los obstáculos que la alta incidencia de la economía informal representa para los derechos de los trabajadores. En 42 artículos se establecen marcos jurídicos, política de empleo, derechos y protección social, incentivos, libertad de asociación y libertad sindical, entre otros diversos asuntos de interés laboral.
Con ese amparo, en Venezuela la Asociación de Trabajadores Autónomos, Emprendedores y Microempresarios (ATRAEM), bajo la dirección general del abogado laboralista Alfredo Padilla, «ha estado comprometida con los trabajadores por cuenta propia y microempresarios a través de procesos de organización, formación y agremiación con el propósito de hacer visible […] la existencia de esta amplia corriente socio económica, no reducida a la buhonería». Tienen asociaciones estratégicas con Fedecámaras, Cedice Libertad, Convive, Instituto de Estudios Parlamentarios Fermín Toro, así como con asociaciones afines.
En 2021, el premio Nobel de Economía recayó en tres destacados economistas, uno de los cuales, David Card, fue escogido «por sus contribuciones empíricas a la economía del trabajo». Reevaluando políticas laborales en salarios mínimos, sus trabajos documentados han supuesto un desafío a la visión convencional según la cual el aumento del salario mínimo reduce puestos de trabajo para los trabajadores con sueldo mínimo. Siendo así, es hora de incorporar el pensamiento de David Card a las discusiones relativas a convenios colectivos.
En el libro «Ideas desde el trabajo – Para una economía venezolana, deseable y posible», el prologuista Ramón Guillermo Aveledo nos llama a «subrayar la trascendencia del trabajo porque será con él que construiremos la Venezuela que queremos ser […], la Venezuela productiva y justa que el presente nos niega».
Por ellos y por nosotros debemos hacer todo el esfuerzo para un cambio en progreso, paz y democracia. Con ese propósito, el 28 de julio próximo votaré por Edmundo González Urrutia. Te invito a hacer lo mismo.
Gioconda Cunto de San Blas es Individuo de Número de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales. Investigadora Titular Emérita del IVIC.
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