Empezar de nuevo, simplemente educar; por Ángel Cacique
Twitter: @angelcacique
Los complejos e inmensos retos que enfrentarán la escuela, las universidades venezolanas para impartir los procesos de formación, capacitación, educación; requeridos para generar los individuos, ciudadanos que les corresponderá desarrollarse, que aspiran tener éxito, vivir plenamente el siglo XXI y que tendrán desenvolverse en sociedades globalizadas, postmodernas, tecnificadas, diversas, multilingües, multiculturales, sustentables, competitivas, inteligentes, democráticas, pero que dado el quiebre del modelo económico existente en los últimos años en el país, a las duras realidades de la economía, parecieran indicar que perdimos el autobús de las oportunidades y que ahora nos toca reinventarlo todo, para intentar sobrevivir al naufragio que vivimos como nación, como individuos, lo cual implica enormes desafíos y requerirá de profundos cambios.
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El conflicto suscitado entre el modelo de Estado vigente, las propuestas de la Onapre, los educadores y en general con todos los empleados públicos evidencian la punta del iceberg de una realidad mucho más profunda y compleja. Clarificada correctamente por la cínica intervención del diputado Pedro Carreño en la sesión correspondiente de la asamblea nacional para tratar el tema: «No hay real y toda acción que implique diferir de las propuestas económicas de lo señalado por el instructivo de la Onapre, las decisiones y propuestas del BCV, es sedición, traición, terrorismo contra el estado y cómo tales seréis tratados».
El presupuesto asignado a la educación pública en todos los niveles (preescolar, primaria, básica, secundaria, técnica, institutos pedagógicos, universidades), históricamente por el estado venezolano, con sanciones o sin ellas, con bonanza petrolera o sin ella, siempre han sido poco significativos y la decisión en los últimos 23 años (1998-2022), de crear un sistema paralelo de preescolares, escuelas, liceos, universidades bolivarianas (V república) para diferenciarlas del sistema educativo que venía de la IV república, aumentó los tradicionales déficits económicos de la educación en el país.
A pesar del mejor contrato colectivo firmado por los educadores y el gobierno nacional es su momento, los sueldos, salarios, bonificaciones y mejoras contractuales, todo el sistema educativo venezolano han perdido al igual que la moneda (el bolívar), catorce (14) ceros, una macro devaluación que implica una mega destrucción de todo el sistema educativo nacional, lo cual colocará por largo tiempo a los educadores venezolanos con los ingresos más bajos de toda América Latina, incluso inferiores a países como Haití, Cuba, considerados los más pobres de la región.
La magnitud del quiebre del estado rentista venezolano, imposibilita que en el corto plazo y mediano plazo se efectúen las inversiones, se cuente con los recursos necesarios para recuperar la planta física que, posibilite dotarlas del instrumental, del equipamiento, de los insumos y el financiamiento necesario, e incluso para profesionalizar y preparar adecuadamente la plantilla docente. Nos están dejando un país preñado de profundas asimetrías, enormes desigualdades, disminución de competencias básicas, con un entorno de declive institucional y profundos déficits democráticos, las alternativas son pocas, emigrar porqué los problemas no tienen solución, o pensar fuera de la caja y emprender las tareas necesarias para recuperar el país, los educadores deben tomar la palabra.
El colapso estructural del modelo propuesto en los últimos 23 años implica reformular y transformaciones profundas, de lo que se trata es de empezar de nuevo, evaluar qué sirve y que no, cual es lo útil o no y simplemente educar, formar a los venezolanos con nuevos paradigmas, reconstruir la ciudadanía y exponenciar los poderes creadores de la gente para intentar construir un mejor país y con él, un mejor futuro.
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