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En Casigua El Cubo nadie llama al ELN por su nombre



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TalCual | junio 5, 2025

En la capital del municipio venezolano Jesús María Semprún, los habitantes advierten que el Ejército de Liberación Nacional (ELN) se adueña de su territorio. Las personas se encierran en sus casas y sienten temor de nombrarlo incluso cuando están fuera del pueblo. 

Por #LaHoraDeVenezuela 


“Todos los conocen. Ellos saben quién entra al municipio, quién sale, qué hacen. Tienen el dominio de la zona y ojos en todas partes. La gente vive con miedo”. Así se expresa un productor agropecuario sobre la presencia del ELN en Casigua El Cubo, capital de Jesús María Semprún, en el estado Zulia.

En ese y otros municipios fronterizos con Colombia, los habitantes deben regirse por normas que no están escritas, impuestas por personas ajenas a su país, con otro acento, pero que se adueñaron de su territorio. Los invasores forman parte del ELN y las disidencias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), sobre todo de la Segunda Marquetalia.

“Ellos conviven con la gente, son parte de la sociedad en todo el municipio Semprún”, le dice el productor, que prefiere ocultar su nombre por seguridad, a #LaHoraDeVenezuela. 

Casigua El Cubo representa un sitio especial para el ELN, pues según pobladores del lugar se ha convertido en un bastión del grupo guerrillero en suelo venezolano.

Otro vecino se lamenta: “Hay ojos por todos lados, en nadie se debe confiar para hablar o mencionar sobre este tema”, al tiempo que explica que se sienten obligados a guardar silencio y no comentar lo que hacen las guerrillas. 

En Casigua El Cubo nadie pronuncia los nombres de esos grupos guerrilleros. No lo hacen en persona, por teléfono, ni siquiera si están en Maracaibo, la capital zuliana ubicada a más de 300 kilómetros de distancia. Los pobladores los llaman “ese grupo”, “ellos”, “los amigos colombianos” o “los que tú sabes”.

Situaciones similares se viven en otros municipios de Zulia y de Táchira, Apure y Amazonas, los cuatro estados fronterizos con Colombia, donde el ELN hace presencia permanente. Un informe de la Fundación Paz y Reconciliación (Pares) y la Alianza Rebelde Investiga (ARI), publicado en 2024, señala que ese grupo guerrillero también está en Barinas, Bolívar y Delta Amacuro.

El ELN está presente en cuatro estados de Venezuela y en al menos 38 municipios

Casigua El Cubo, población venezolana de 40.000 habitantes, sirvió como lugar de acogida a los ciudadanos desplazados del Catatumbo por los enfrentamientos entre el ELN y las disidencias FARC a comienzos de 2025. Sin embargo, la presencia de las guerrillas armadas en la zona es de vieja data y se afianzó en la última década.

Aunque el ELN se mueve por todo el municipio, su centro de operaciones es Casigua El Cubo, que limita con el municipio Tibú, parte de la región del Catatumbo del departamento colombiano Norte de Santander, a dos horas por carretera de la localidad venezolana.

El ELN es el grupo guerrillero con mayor poder en Semprún y su presencia alcanza otros municipios de Zulia como Machiques de Perijá, Rosario de Perijá y Catatumbo. El informe de Pares y ARI revela que en Semprún esta organización armada pone alcaldes y recluta a venezolanos en sus filas. 

Vigilancia estrecha

En Casigua El Cubo el ELN es la ley. Si ocurre una agresión contra un vecino, un robo o una alteración del orden público las autoridades locales no intervienen. Son los elenos quienes imponen los castigos a los acusados, comentaron dos fuentes del sector. Las sanciones —que reciben el nombre de labor social— consisten en ordenar limpiezas de plazas o enviar a los que consideren culpables a sus campamentos para que atiendan a los miembros del grupo armado.

En el pueblo los días transcurren en silencio y sin alboroto. Las familias pasan el tiempo dentro de sus casas y solo se permiten reuniones pequeñas. Los únicos encuentros numerosos y celebrados en las calles son los organizados por la alcaldía o instituciones públicas.

Habitantes de Semprún cuentan que se adaptaron a trabajar y permanecer en sus casas por miedo a la guerrilla. Foto: Instagram @prensaalcaldiasemprun

Los negocios y las escuelas abren diariamente y las iglesias desarrollan sus actividades. Pero la rutina de las personas está interrumpida por el miedo: la gente sale de su casa únicamente para hacer tareas puntuales, no hay grandes fiestas y las calles quedan vacías después de las ocho de la noche. No hay un horario para prohibir salidas. Sin embargo los habitantes lo asumieron para protegerse. 

Una comerciante que visita cada dos meses a su familia en Casigua El Cubo se queda encerrada en la casa y evita salir por sugerencia de sus seres queridos. “Ellos nos dicen: ‘No hablen con nadie, no pregunten nada, no salgan’”, comenta.

La mujer abrió un negocio en el pueblo hace un año con la intención de recaudar fondos para costear la enfermedad de su hijo. “Cuando lo abrí ya ellos sabían por qué yo estaba ahí. En la calle me preguntaban: ‘¿Cómo está su hijo?’. Yo solo respondía: ‘Bien’. Eran personas que yo no conocía”, relata.

Los allegados sí sabían quiénes eran los que se acercaban para saber de su hijo y le advirtieron que eran venezolanos reclutados por el ELN. 

“Ellos tienen informantes por todas partes y pueden ser el que vende chicha, el que corta el pelo, el que vende plátanos”, dice la comerciante que después de cuatro meses cerró el negocio y abandonó el pueblo.

“Ahí, de verdad, no pasa nada porque nadie puede meterse con otras personas. Y si pasa algo, ellos lo resuelven. Ahí todo el mundo debe ir por lo correcto”, sostiene.

La primera vez que visitó a su familia en Casigua El Cubo fue en 2022. En aquel momento una camioneta la siguió hasta el municipio más próximo. “Nos persiguieron cuando nos íbamos del pueblo hasta una alcabala en Machiques. Ellos andaban en una camioneta de las nuevas, de lujo. Claro, no sabían de nosotros”, señala.

Una lideresa social de Colombia que se refugió en Venezuela tras la firma del Acuerdo de Paz expresa su preocupación porque los grupos insurgentes de los que escapó se movilizan en Semprún.

“Nací en el Cesar. Salí huyendo del conflicto armado. Me traje a mis dos hijos, los crie aquí, crecieron aquí. Uno de ellos decidió regresar a Colombia y en noviembre del 2024 me lo asesinaron como un pase de factura por mi trabajo social en mi país. Pero ahora los colombianos que estamos aquí (en Venezuela) nos sentimos amenazados porque aquí viven y transitan sin complicación alguna estos grupos irregulares”, indica.

Entre los conocidos de esta mujer hay colombianos que echaron raíces en Venezuela y tenían crías de cochino y gallina que pusieron a la venta tras la llegada de los guerrilleros que establecieron sus propias reglas de convivencia. La lideresa también considera emigrar lejos de Colombia y Venezuela. Trabajadores humanitarios le han recomendado irse del país de acogida porque la expansión del ELN la pone en peligro. 

Mientras unos se fueron o tienen planes de salir, otros se refugian en Casigua El Cubo. Cientos de habitantes del Catatumbo colombiano ingresaron al país durante enero como consecuencia del conflicto armado entre el ELN y las disidencias de las FARC, que dejó un saldo de 80 muertos en solo un mes, según cifras de la Agencia de la Organización de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).

Los desplazados del Catatumbo colombiano llegaron a Casigua El Cubo en enero de 2025. Foto: cortesía X @telesurenglish

El ELN ha mantenido la vigilancia en el pueblo pese al movimiento de autoridades nacionales y el despliegue de organizaciones humanitarias. 

A comienzos de 2025, el párroco de Casigua El Cubo fue enviado a otro lugar después de que dos voluntarios de la parroquia fueron interrogados por los elenos para averiguar si la Iglesia había recibido a trabajadores humanitarios o funcionarios de instituciones colombianas.

Reclutamiento de indígenas 

Los elenos que custodian las calles de Casigua El Cubo son descritos como reclutas venezolanos de rangos bajos en la organización. Ellos visten como civiles, usan botas y suelen movilizarse en camionetas negras, coinciden los entrevistados. En ocasiones los distinguen porque llevan la insignia del ELN en uno de sus brazos.

Al menos desde 2020, los vecinos denuncian que miembros del ELN presuntamente han comprado panaderías, supermercados, casas y fincas en Semprún y Machiques de Perijá. “Eso es un secreto a voces. Ellos empezaron a comprar casas, luego negocios y hasta haciendas. Las tienen ellos, pero las compran a través de terceros”, dice el productor agropecuario.

La misma fuente comenta que el ELN ha reclutado a indígenas barí, cuyos asentamientos están en el municipio Semprún, para que raspen coca o se enfrenten a las disidencias de las FARC del lado colombiano. “Lo que más reclutan es adolescentes, la mayoría barí, y se los llevan a sus campamentos”, reitera.

Trabajar para el ELN parece la única opción para los barí, aunque esta comunidad intenta evadir la influencia del grupo. “Para una familia que pasa hambre esto es lo único y más cercano que hay”, revela un habitante.

 Una madre de la misma etnia teme que le ocurra como a otras mujeres yukpa y barí que no tuvieron más noticias de sus hijos desde que ellos se fueron a trabajar con los grupos guerrilleros.

“Soy una madre que ha tenido que ver a su hijo irse a las filas de los elenos. Mi hijo, ante la falta de posibilidades, decidió irse. Poco sé de él. A veces nos ayuda, pero tampoco ha sido la solución, más bien su vida está en riesgo por los enfrentamientos en territorio colombiano. Hace semanas supimos de la muerte de tres jóvenes barí de la comunidad bogsi”, manifiesta la indígena.

La partida de los jóvenes despierta resistencia en algunas comunidades barí que intentan mantener a los guerrilleros alejados de sus territorios. “En asambleas hemos exigido que se instalen lo más lejano posible. No queremos perder nuestra cultura, no queremos que se lleven o se casen con nuestras jovencitas. Cualquier indígena barí que se involucre con ellos debe salir de nuestras comunidades. Es lo que plantean algunos caciques bastante mayores”, cuenta la mujer. 

A los barí les preocupa que el ELN se instale en sus tierras como les ha ocurrido a los yukpas, donde, afirman, los guerrilleros tienen dominio. En la etnia ya hay mujeres casadas con elenos.

En reuniones comunitarias, integrantes de este grupo guerrillero han negado que busquen interferir con la cultura indígena y dicen que solo buscan brindar seguridad. También han llegado a informar por cuáles rutas se mueven para que las personas estén al tanto. Tanto los elenos como las disidencias de las FARC controlan rutas en Semprún, Machiques y Rosario Perijá. 

Del lado venezolano, precisan los entrevistados, los elenos parecen invisibles si se cruzan con puntos militares de control, pero su poder no pasa inadvertido. En El Cruce, otro pueblo de Jesús María Semprún, intervinieron cuando comisiones de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) trataron de extorsionar a comerciantes o productores agropecuarios en las alcabalas durante el 2024. Ese año, pero en Rosario de Perijá, el grupo armado también actuó contra un funcionario señalado de pedir dinero a los conductores. Desde entonces disminuyeron las denuncias de extorsiones en ambos lugares, de acuerdo con uno de los entrevistados.

Vecinos de El Cruce comentan que protestaron en contra de las arbitrariedades policiales porque contaban con el respaldo del ELN.

Jesús María Semprún ha tenido tres alcaldes en los últimos cuatro años. Keyrineth Fernández, reelegida para el período 2021-2025, fue detenida por transportar droga en 2022. En un hecho aislado, a mediados de 2023, su sucesor murió en un accidente de tránsito. Foto: Archivo El Pitazo

El ELN tiene influencias en el poder municipal. Según denunciaron fuentes del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) en 2023, los alcaldes deben reunirse con los jefes guerrilleros para determinar puntos de trabajo e incluso algunos candidatos son impulsados por el grupo armado.

La práctica persiste. Un candidato a un cargo de elección popular le contó a #LaHoraDeVenezuela que debió pedirle permiso al ELN para hacer campaña en algunos sectores.

Una habitante que también teme revelar su nombre confirma que los partidos les notifican al ELN y a las disidencias de las FARC sobre las convocatorias a actos políticos. “Todo depende de la zona, la comunicación se hace con sus líderes, solo se hace lo que corresponde, sin meterse en otros temas”, añade.

“Nadie debe certificar la relación entre el ELN y las autoridades locales porque está a la vista de todos”, detalla la fuente. Y añade que “muchas actividades y proyectos reciben financiamientos de ellos. En cada institución del Estado, incluso en la iglesia, puede haber un voluntario que es su colaborador”.

En Casigua El Cubo los pobladores están resignados al silencio. “Solo queda adaptarse a lo que es prácticamente una orden: trabajar, mantener orden, no meternos en asuntos que no nos interesan e ignorar temas como el narcotráfico. Es un secreto a voces que desde territorio venezolano se coordina”, dice otro vecino al que le da miedo hablar sobre las rentas ilícitas del ELN.

La naturaleza de los negocios de este grupo, cuya sigla es innombrable dentro o fuera del pueblo, tampoco se menciona. Pero investigaciones apuntan a que el tráfico y la producción de drogas son parte de su portafolio criminal.

*Lea también: En la frontera de Cúcuta y Venezuela se cocina una “emergencia silenciosa”

 

*El periodismo en Venezuela se ejerce en un entorno hostil para la prensa con decenas de instrumentos jurídicos dispuestos para el castigo de la palabra, especialmente las leyes «contra el odio», «contra el fascismo» y «contra el bloqueo». Este contenido fue escrito tomando en consideración las amenazas y límites que, en consecuencia, se han impuesto a la divulgación de informaciones desde dentro del país.

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