En cinco temas, por Fernando Luis Egaña
Brujerías prospectivas
En estos días ha tenido cierta vistosidad la presentación de los llamados «proyectos-país», o «programas de transición», que son muchas veces tan poco novedosos como fantaseosos. Casi diría que resuenan a brujería de la mala, porque pensar que con unos cuantos billones de dólares y un grupo de académicos en políticas públicas, este holocausto que es Venezuela, va a salir adelante, disparado hacia un porvenir de prosperidad, es más o menos como una superchería. El fraude típico de los tecnócratas cuando se obsesionan por asumir la conducción política de un país.
Y si los dirigentes políticos que tienden esa cama, o buena parte de ellos, tienen tanta ignorancia de la historia y tanta malicia para los negocios, como los que abundan en Venezuela, entonces las expectativas que se van creando son difíciles que se transformen en realidad positiva. No digo nada de esto para aguarle la fiesta a nadie. Todo lo contrario. Es que no estamos para fiestas, ni para embauques, ni para ilusiones vaporosas. Ni mucho menos para brujerías prospectivas…
Parapetear Caracas
A la hegemonía roja, es decir a los patronos de La Habana, la única parte de Venezuela que les suscita preocupación política es Caracas. Todo lo demás se puede ir al infierno –en donde ya está por cierto– que no les importa un pito. El razonamiento es brutal: puede San Felipe, o Mérida, o Maturín, o incluso Barquisimeto, Valencia, Maracay o hasta Maracaibo, suponer un riesgo definitivo para el continuismo de la hegemonía. La respuesta que se dan es no. Pero Caracas es otro cantar. «Caracas si tumba gobiernos», como dirían los depredadores de Miraflores.
En consecuencia, hay que sacrificar –o mejor dicho, seguir sacrificando o sacrificar aún más– a todas las regiones de Venezuela, para medio maquillar la catástrofe caraqueña. La catástrofe empeorará, que nadie se engañe, por eso el costo que pagarán los habitantes no capitalinos de Venezuela será apocalíptico. Y todo esto servirá sólo para correr la arruga, porque parapetear Caracas sería posible a corto plazo, no más allá.
¿Tierra del Sol Amada?
El romanticismo popularizó esta expresión para denominar a Maracaibo.Una ciudad de gran empuje económico, no sólo por el petróleo sino por el emprendimiento productivo de sus habitantes. Maracaibo llegó a ser una de las ciudades más importantes de la cuenca del Caribe, y tiene el potencial de seguirlo siendo.
Pero en la actualidad es una de las ciudades más devastadas por la hegemonía, junto a la región zuliana en general, porque de la época dinámica de la Costa Oriental del Lago o del Sur del Lago, no queda sino un recuerdo cada vez más marchito.
La saña de la hegemonía en contra del Zulia y en especial en contra de Maracaibo ha sido notoria. Prácticamente desde que empezó a imperar en Venezuela. ¿Por qué? Puede haber muchas razones: el hiper centralismo desfasado, la rebeldía maracucha y, desde luego, la incuria natural del poder hegemónico, que se hizo más destructiva en regiones alejadas de Caracas, aunque tuvieran una gran importancia en sí mismas. Maracaibo tiene que renacer. Venezuela puede renacer por Maracaibo.
Ramón Espinaza
Se acaba de ir una de las mentes más lúcidas de Venezuela. Ramón Espinaza se caracterizaba, me parece, por una infrecuente combinación de gran talento con humildad. En sus buenos tiempos fue, probablemente, el más importante experto de la economía petrolera venezolana. Y su capacidad fue aprovechada por Pdvsa, tanto que él fue uno de los principales artífices de la Apertura Petrolera.
Su muerte ha sido prematura, porque ahora es cuando tenía que dar por su país. Quienes tuvimos el privilegio de tratarlo y en mi caso particular, de apreciarlo y respetarlo, no sólo no podremos olvidar la amplitud de sus conocimientos en la materia de su especialidad, sino también su desprendimiento personal ante el ofrecimiento de posiciones y cargos de vital importancia para la conducción del Estado.
El libro de memorias de Michelle
No he leído el libro de Michelle Obama: Mi Historia, un mega-bestseller que está batiendo récords de venta en medio mundo. He leído algunas reseñas interesantes sobre el libro. Pero lo destacable en este comentario es la proyección política que supone. Es probable que hoy en día la figura política más popular en Estados Unidos sea Michelle Obama. ¿Ello la conducirá a la candidatura del Partido Demócrata para disputarle la Casa Blanca a Trump? No lo sabemos. Pero fuerza propia tiene la esposa del ex-presidente Obama. Falta que se comprometa a fondo.
Trump es por definición polarizador. Hay está su gancho y su eficacia. Michelle Obama se esmeró como primera dama en colocarse por encima de las controversias políticas, en no polarizar. De allí que tenga simpatías en muchos ámbitos políticos e ideológicos. Imagino que el éxito del libro de memorias de Michelle Obama debe causar preocupación en el grupo que ostenta el poder en EEUU. Y tendrían razón de estar preocupados.