En criollo: se trancó el serrucho, por Carlos M. Montenegro
Están a punto de cumplirse 20 años desde que el anterior presidente y fundador del actual régimen dijo, cuando supo que había resultado elegido para la presidencia del país que: “Declaro que no permitiré que en Venezuela haya un solo niño de la calle, y si no, dejo de llamarme como me llamo”. Incumpliendo con lo prometido, costumbre que se hizo crónica a pesar de que en 2013 falleció, como todos sabemos nunca se quitó el nombre, y los niños de la calle que no han muerto, ahora son legión. Es más, su heredero y acólitos siguen invocándolo con nombre y apellidos, continuamente como si se tratara de un mesías que está a punto de reaparecer entre nosotros, lo que al parecer por el momento no ha acontecido.
Esa promesa fue la primera de los cientos que le hizo al pueblo a lo largo de miles de horas en cadenas de radio y televisión y que tampoco honró. Hay quienes sostienen que no le dio tiempo, debido a su muerte sobrevenida (¿en 13 años?)
Solo por comparar y espero que no me malinterpreten, Marcos Pérez Jiménez hizo lo que hizo en menos de 10 años, sin andar prometiendo nada. En Alemania, el canciller Konrad Adenauer y su ministro de finanzas, Ludwig Erhard, no solo hicieron las cosas muy bien, sino que lograron un milagro, “el alemán” con muchos menos reales, concedidos por el Plan Marshall y sin hablar tanta paja. Como broche de oro, junto a otros jefes europeos, enemigos enconados durante la guerra, se convirtieron en los padres del Mercado Común, la actual Unión Europea (EU). Y hasta el autócrata español, Francisco Franco, se murió dejando una España mucho mejor que aquella, tras la guerra civil en 1939, que los republicanos y él mismo contribuyeron a arrasar.
A pesar de la desaparición de millones de hombres caídos durante los seis años que duró la II Guerra, muchos países europeos contendientes usando recetas parecidas a las alemanas, como privatizando las industrias derruidas y desarrollando prácticas eficientes de gestión (que no incluían robar), lograron unos resultados similares. Fue una época de desarrollo económico que permitió a unas naciones devastadas por la guerra transformarse en países prósperos y cada vez más avanzados, aprovechando bien los dólares del Plan Marshall, que por cierto eran cantidades casi ridículas comparadas con los miles de millardos, propiedad de la nación, evaporados aquí a lo “copperfield”, y sin que se viera el queso a la tostada.
Por el contrario, a partir de 1945 la parte del este europeo que quedó bajo influencia de la URSS, con gobiernos títeres comunistas, fueron de mal en peor. No levantaron cabeza hasta 1989, cuando por los primeros huecos abiertos mientras derribaban el muro de Berlín, comenzó a entrarles las primeras ráfagas frescas de libertad. Aquí eran tiempos del ‘tábarato, y tal vez nos afligía aquella pobre gente… pero que supieron superar aquella infausta racha.
En “Volver” el inmortal tango, Gardel dice que “20 años no es nada”. El régimen de aquí no volverá, porque entre unas cosas y otras aún no se ha ido, arduo matiz, porque en esta Venezuela 20 años se está haciendo largo, o sea, mucho
Durante cuatro largos lustros hemos tenido que soportar las andanadas de promesas y más promesas, lanzadas desde el poder y aplaudidas por arribistas de todos los pelajes, políticos oportunistas, empresarios aprovechados y militares cómplices. Temprano, en 1998, aquel súbito protolíder golpista a sabiendas de prometer en falso, cuando no juraba por su honor, que en cinco años estaría resuelto el problema de la vivienda en Venezuela; ese mismo año aseguró que construiría un nuevo puente sobre el Lago de Maracaibo y también prometió que iba a reducir la enorme carga burocrática del Estado (en febrero de 1999 había 17 ministerios; cuando falleció en 2013 ya tenía 26 y su sucesor cuenta actualmente con 38 ministerios y seis vicepresidentes).
En una de sus primeras arengas, que no discursos, aseveró: nosotros hemos llegado aquí a luchar contra la corrupción (mayo 1999). Ese año aprobó un decreto presidencial de emergencia para obras hidráulicas en el Lago y en los estados Carabobo y Aragua.
No sirvió de nada, hoy con el Orinoco desbordándose y en plena época de lluvias hay una gravísima escasez de agua en todo el país. También aquel año decretó: la recuperación y ampliación del sistema ferroviario nacional; que no inició hasta 2009 con el Eje Ferroviario Tinaco-Anaco, para inaugurarlo en 2012. ¿Alguien lo ha visto?*
Ya en 2005 repitió esta fantástica novedad: «Haremos un nuevo puente sobre el Lago de Maracaibo, parte por arriba y parte bajo el agua, será un puente mollejúo” (sic). ¿Cómo es posible que un proyecto de 1998 y relanzado en 2005 solo tiene ejecutado el 17% de obra? Es lógico, ya que la obra se adjudicó, “digitalmente”, a la empresa Odebrecht de Brasil por un monto de 2.000 millones de dólares, solo en inversión de infraestructura.
El enorme sobreprecio es evidente si se compara con el puente sobre el Lago de Maracaibo actual, apenas 1.5 km. más corto. Se hizo en cuatro años hace más de medio siglo con tecnologías menos modernas y estructuras más pesadas; originalmente cuando comenzó a construirse en 1957 tenía un costo de $35 millones, pero se paralizó por la caída de Marcos Pérez Jiménez. La construcción se reinició durante el Gobierno de Rómulo Betancourt, a un costo final de $82 millones, más del doble, inaugurándose el 24 de agosto de 1962. El nuevo puente permanece abandonado y el de siempre está destrozado por falta de mantenimiento, aunque no por falta de dinero, claro que en paradero desconocido.
El presidente “sobrellevado” nos dijo en 2005 también: «El río Guaire será limpiado bajo mi gobierno y los caraqueños podrán navegar en él. Invito a todos a bañarnos en el Guaire (sic)». ¿Se acuerdan? También nos anunció: «Está en marcha la línea de teleférico hacia el Caribe desde el Ávila hasta Macuto, estado Vargas. Estamos aprobando hoy 250 millones de dólares del Fonden para comenzar la obra este mismo mes».
La obra no se ha visto, el dinero tampoco. Y qué decir de: «Ya autoricé para convertir el aeropuerto de la Carlota en un fantástico parque temático con olas artificiales»; solo existe un pedazo de puente que debía unir el parque del Este con la Carlota. Y qué decir de su maravilloso: «Venezuela se va a autoabastecer y va a exportar alimentos para ayudar a otros países…»
¿Quién da más? Los que viven o han vivido en este régimen saben perfectamente que faltan muchas cosas más en este “retablo de falsas maravillas”
El “sobrellegado” heredero y su combo, se han encargado de tomar la herencia de sus mentores, el de Holguín y el de Barinas. La idea de echarlo todo a perder parece que les ha salido bien, pero no, la realidad es otra. Según él y su coro, yo le escuché declarar esta semana que el déficit público no es 0 (cero), como ha sostenido tercamente durante años, sabiendo que no era verdad. Aceptándolo hace oficial que la economía del gobierno está en banca rota, y por ende el país que han expropiado. Aunque es de suponer que los negocios del jefe y su banda deben ir viento en popa; era un secreto bien guardado, que por aquí solo lo conocían dos: venezolanos y extranjeros.
Veamos algunas cosas, que casi todos saben porque no es ningún secreto: que se trancó el serrucho en la agricultura, la ganadería, la avicultura, la industria siderúrgica, la energía eléctrica, en el suministro de agua, la industria automotriz, el transporte público, el abastecimiento de gas para los hogares; la gasolina, el gasoil y los lubricantes (¡en Venezuela!) y hasta el coroto biométrico para comprar patrióticamente no conecta bien… ¿Sigo?
Pues el internet se cae, está obstruido el servicio telefónico y la distribución de alimentos, hay fallas hasta en las CLAPS (esas cajas subvencionadas de comida para el pueblo, copia de las que usaba Allende en Chile), también está trancada la industria pesquera, la construcción, la sanidad, los médicos, enfermeras y personal sanitario, los hospitales sin medicinas, los equipos inoperantes y los quirófanos semi cerrados, los laboratorios sin reactivos; la industria farmacéutica sin materias primas; en la educación hay fallas en las escuelas, los liceos y casi todas las universidades, el profesorado y sus empleados… no hay mobiliario suficiente, los baños en mal estado… ¿más?
Pues hay más: está trancada la recogida de basura en las calles, ciudades y pueblos que están sin iluminar, con los pavimentos rotos y llenos de huecos, que no baches con quebradas, cloacas y alcantarilla obstruidas. El turismo está quebrado, los puertos con máquinas y grúas inoperantes, abarrotados de barcos amarrados que no pueden navegar, los ferrys varados o hundidos, si, hundidos. Las líneas aéreas deterioradas con fallas de mantenimiento; no hay piezas de repuesto, cauchos ni baterías para carros, camiones y autobuses que permanecen apiñados por centenas sin funcionar, mientras camiones de ganado transportan personas. Los aeropuertos tienen severas fallas operativas y de equipamiento.
Este gobierno no informa, como muestra baste que en Sanidad desde 2014 el ministerio no aporta cifras de epidemias, no se vacuna regularmente, con lo que han regresado, especialmente en el ámbito infantil, malaria, sarampión, tuberculosis, paludismo y otros males que estaban controlados hace décadas
La hiperinflación de miles porcentuales por mes está instalada hace más de un año, avisada reiteradamente hasta por alumnos de 1° año de economía. El desastre en este país ha tomado proporciones artísticas, es el colapso del colapso. Ni los bancos tienen suficiente papel moneda para pagar completo por ventanilla a los jubilados.
Confieso que me da arrechera la facilidad con que estoy escribiendo este trabajo, pues todo es cotidiano solo hay que enumerarlo. Me avergüenza imaginar lo que pensarán en otros países de la gente de aquí, debe ser incomprensible para ellos cómo es posible poder vivir inmersos en este catálogo de iniquidades.
Mientras, el presidente se va del país a toda prisa para no hacer nada que sirva para mejorar la situación de la gente. Como ese viaje a China para firmar, dice, decenas de tratados, negocios y planes mutuos que no deben conocer ni los chinos pues lucen inventados, so pena que sean para cobrar deuda. El regreso a casa con escala en Estambul para cenar en el restaurant de un palurdo empresario que colgó un malísimo video mostrando la ramplonería más grotesca imaginable. No es que un presidente no pueda ir a cenar a sitios buenos, pero ese era impresentable y el momento inoportuno.
El colofón ha sido lo de la ONU dando el discurso habitual, mintiendo mucho y diciendo poco, ante una sala medio vacía ocupada por una docena de delegados de los países “amigos” de siempre y por algunos subalternos o pasantes del escalón más bajo, vamos, lo mejor de cada casa, haciendo bulto, ¡qué pena con ese señor! que no le dice la verdad ni a su médico.
El gobierno quiere irse, prefiere seguir agarrado al clavo ardiendo, pero la verdad y en buen criollo, se le trancó el serrucho.
*pasen y vean: https://www.youtube.com/watch?v=iid86nUuU-M